La actualidad española está marcada por la política nacionalista a raíz del “procés” catalán. El nacionalismo, tanto catalanista como españolista, en tanto que ideología burguesa, pretende agrupar a la población entorno a su reivindicación territorial y su soberanía nacional. En este sentido, sin perjuicio de aceptar el derecho a decidir de la población catalana, la clase trabajadora no tiene nada que ganar con esta reivindicación, pues su lucha contra la explotación patronal y de la burguesía es su única realidad.
En Cataluña, con independencia o sin ella, la realidad para las mujeres y hombres trabajadores es la misma: la explotación de la patronal, el paro y la precariedad. En todo el país, en el mundo entero, el problema es el mismo. Los trabajadores y trabajadoras debemos salir de esa trampa nacionalista, que no es más que un veneno que emponzoña las mentes y beneficia a la burguesía, fundamentalmente porque nos divide. En el fondo de todo, no hay más que una realidad: la crisis económica que sufrimos desde hace años, que muestra el fracaso del capitalismo. Más tarde o más temprano no habrá otra alternativa que socialismo o barbarie.
El conflicto nacionalista de Cataluña se ha convertido en una crisis política del Estado. El gobierno de Rajoy ha actuado intimidando con acciones represivas los deseos de amplios sectores de la población de elegir su futuro político a través de elecciones. Al seguir la hoja de ruta del “procés” hacia la independencia, primero con el referéndum, después al proclamar la República catalana, la derecha y el centro izquierda catalanista que dirigen el proceso se han enfrentado directamente con la derecha españolista de Rajoy. El 21-D este enfrentamiento se vio en las urnas.
En el contexto de una profunda crisis económica y social que dura ya 10 años, el conflicto catalán es una expresión deformada del descontento popular ante la situación social. Este descontento que se ha expresado a través del soberanismo, ha sido llevado al terreno del enfrentamiento interclasista por las maniobras e intereses de los nacionalistas tanto catalanistas como españolistas. Los catalanistas en la Generalitat han conseguido tapar sus propios recortes y políticas antiobreras, dirigiendo la indignación hacia su terreno. La consecuencia ha sido la polarización de la sociedad catalana en dos mitades y cierto apoyo generalizado en el resto del país a las medidas del gobierno de Rajoy, apoyado por Sánchez y Rivera. Lo cual ha servido para ocultar la realidad social y tapar la corrupción y la política contra las clases trabajadoras de unos y otros.
Si bien en todo este conflicto existen maniobras politiqueras por el poder en las instituciones, existe una movilización popular en apoyo de la independencia, que responde y se enfrenta a la política antisocial del PP contra la población. Y más aún, cuando ha actuado con medidas represivas e intimidaciones contra las votaciones del 1-O. Sin embargo el nacionalismo catalanista es una trampa que no lleva más que a un callejón sin salida para las clases trabajadoras y populares en Cataluña y en el resto del país. De hecho los que dirigen el “procés” han atacado a los trabajadores aprobando medidas antisociales del gobierno del PP y recortado y privatizado servicios públicos. Los beneficiados de esta situación no son otros que la burguesía y sus partidos políticos, que se enfrentan por el control del aparato de Estado territorial y los beneficios venales de los presupuestos.