Telefónica es una empresa que necesita mucho empleo para poder desarrollar su actividad, ya que tiene que interconectar todos los hogares (ya sea por cobre, fibra o radio) con todas sus centrales locales, territoriales y nacionales. Para ello ha dispuesto siempre de muchos trabajadores propios que se encargaban del mantenimiento, despliegue y desarrollo de nuevos productos y servicios.
Pero desgraciadamente el ánimo de lucro insaciable e interminable que el capitalismo provoca, ha propiciado la destrucción de empleo en la empresa matriz Telefónica que en 4 sucesivos Expedientes de Regulación de Empleo en los últimos 14 años, ha despedido a más de 40.000 trabajadores. Ha pasado de desarrollar todas sus actividades cotidianas con personal propio a contratar, subcontratar y externalizar toda la actividad que ha podido fuera de la empresa con la única intención de ganar más a costa de pagar menos a sus trabajadores.
Los trabajadores de Telefónica y otras grandes multinacionales que siguen el mismo camino, tienen que entender que el trabajador de las contratas y subcontratas es un compañero más, que con frecuencia hace el mismo trabajo, en condiciones mucho peores.
Todos pertenecemos a la misma clase social, la clase trabajadora, esa clase que tratan de denostar, destruir y diluir entre eufemismos, para que no seamos consciente de la fuerza que colectivamente tenemos para conseguir mejoras para todos y una sociedad fraternal, justa y equitativa.
Una sociedad organizada por y para los trabajadores, ya que no necesitamos a los parásitos que supuestamente nos dirigen cuando ellos no producen nada, no construyen nada; sólo "sirven" para apropiarse de nuestra plusvalía.
Ya lo dijo Carl Marx hace 100 años ¡proletarios del mundo uníos!