Tras 9 meses negociando con la patronal una reducción de la jornada laboral, visto que no hay aún acuerdo, Yolanda Díaz se ha visto obligada a salir al paso afirmando que de ninguna de las maneras va a posponer la reducción para 2025/26, que aún se está a tiempo de todo y que si la patronal persiste en su actitud legislará sin ellos.
Esto del aplazamiento viene tras las declaraciones de una portavoz de CCOO indicando que la tramitación parlamentaria, de aprobarse esta ley reductora, haría que su aplicación comenzase en 2025 y en 2026 su segundo tramo, dada la fecha en que estamos, y que ello supondría un retraso de 1 año; por ello están haciendo ciertas movilizaciones. Dicen los sindicatos mayoritarios que no van a permitir que esta promesa caiga en saco roto, aunque dada sus trayectorias decir esto y nada es lo mismo.
Hay que recordar que esta reducción de jornada es una de las promesas estrellas que tanto Sumar como PSOE han vendido a bombo y platillo. Tras el último encuentro con la patronal, parece ser que el gobierno ha concretado mejor su propuesta y que esta atañe no solo a la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, regular el derecho a la desconexión digital, el registro horario telemático y un plan de acompañamiento para pymes. Poco más se sabe, por “respeto a la negociación” dicen desde el gobierno.
También dicen desde el gobierno que la mayoría de los españoles desean la reducción de la jornada laboral. ¡Pues claro! Pero por “respeto” a esta mayoría, las reuniones con los agentes sociales, tanto sindicatos como patronal, debían ser a puertas abiertas, con pleno conocimiento y poder de decisión de los trabajadores, los más concernidos por esta supuesta ley. Sin embargo, poco se sabe de lo que hay encima de la mesa: ¿Habrá más concesiones y regalos para la patronal? Porque si esto sucede, en definitiva, vuelven a ser los propios trabajadores los que acaben pagando la medida. ¿Cómo se va a contabilizar las horas trabajadas? ¿Supondrán una mayor flexibilización a la hora de trabajarlas, a voluntad de la patronal?
Trabajar menos horas siempre ha sido una reivindicación en el mundo del trabajo, el derecho al descanso y al ocio, la conciliación con la vida personal. Pero una reducción pactada desde arriba, con el beneplácito de la patronal, es pan para hoy y hambre para mañana porque pueden suponer cierto alivio–en un primer momento- pero a la larga las condiciones de explotación también pueden ser peores; no solo se trata de trabajar unas horas menos sino de trabajar mejor, con mejores condiciones, y mayores sueldos. Se trata, en definitiva, de trabajar menos para que se realice un reparto del trabajo sin bajar los salarios, un aumento del mismo según los costes de la vida y de la inflación, así trabajando menos, trabajarían todos.
Por supuesto, hay que luchar por una reducción de la jornada laboral, una mejora salarial y una mejora generalizada de las condiciones laborales, que cada vez están más inmersas en la precariedad. Sin embargo, está claro que reducir la jornada tiene un coste: ¿está dispuesta Yolanda Díaz a pasar factura a la patronal, que para eso obtiene grandes beneficios? ¡No, visto lo visto!
Desde las filas de Sumar se dice que estamos en camino hacia un mercado de trabajo más “democrático, menos desigual y más justo…” Pero todos los datos desmienten que ese camino se esté transitando. Por ejemplo, los beneficios empresariales son extraordinarios – en verano ya iban por un aumento de 32.099 millones de las empresas cotizadas, según “El País”, cifra que representa un aumento del beneficio de más del 15% respecto al año anterior. Sin embargo, la precariedad laboral es uno de los rasgos característicos del mercado laboral actual en España, y el 48% de las personas asalariadas–según CCOO- son precarias; también son precarios el 75% de los jóvenes.
Desde las “izquierdas” se habla mucho estos días de Francia, que redujo su jornada laboral en el año 2000, pasando de las 39 a 35 horas, con la llamada Ley Aubrey, pactada por el gobierno del momento, de la Izquierda Plural, (socialistas, comunistas y verdes) con los agentes sociales, patronal incluida, muy al caso de lo que aquí se cuece estos días. Este “gobierno de progreso” francés convirtió lo que tradicionalmente ha sido una reivindicación del mundo del trabajo en un regalo a la patronal pues la aplicación de la ley, que anualizaba la jornada laboral, implicó para muchos trabajadores un empeoramiento de sus condiciones laborales y dejar de percibir horas extras.
La ley de la reducción de la jornada laboral en Francia, abrió las puertas para que las empresas negociaran y se llegaron a acuerdos por debajo del Convenio dónde se podían hacer semanas de más de 40 horas, otras más cortas en periodos que no siempre compensaban, y dónde el cómputo anual de horas siempre salía a favor de las empresas: lo que siempre se dice, trabajadores a la carta y más pobres. Hubo una segunda ley Aubrey en el año 2000 que ahondaba aún más en los regalos y subvenciones otorgadas a la patronal.
Así que ¡ojo al dato!