Elecciones generales en España: triunfo dé la derecha

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Abril y Mayo de 2000

Las elecciones celebradas el pasado 12 de Marzo han estado marcadas por tres hechos sobresalientes a escala nacional: el descenso de participación electoral, la amplia mayoría absoluta obtenida por el derechista Partido Popular (PP), dirigido por José María Aznar, y el fuerte retroceso de la izquierda, PSOE e Izquierda Unida (I.U), coalición dirigida por el PCE. Ambas fuerzas acudían a estas elecciones con un programa común de gobierno, en caso de que la suma de sus respectivos votos para el Congreso diera una victoria a la izquierda, y con candidaturas conjuntas para el Senado. En el País Vasco, otro de los puntos importantes de atención, destaca el relativo fracaso de la llamada a la abstención promovida por los independentistas radicales de Eusko Herritarrok, que la proponían como forma de manifestar la ruptura de los vascos con el estado español.

La participación se ha situado en un 69'98% del electorado frente al 77'38% de las elecciones del 96. El aumento de la abstención ha beneficiado claramente al PP que ha logrado aglutinar, por primera vez, de forma masiva el voto de la derecha. Por el contrario la abstención ha afectado de manera abrumadora al voto tradicional de la izquierda.

El PP obtiene el 44'54% de los votos y 183 escaños (38'79% y 156 escaños en el 96) frente al 34'08% y 125 escaños del PSOE (37'63% y l4l escaños en el 96). Por su parte IU prosigue en su hundimiento electoral y pasa del 10'54% de los votos en el 96 a un 5'46% y de 21 escaños a solo 8. También por primera vez el porcentaje de votos del PP supera al del conjunto de la izquierda. Sin embargo el aumento de votos del PP con respecto a las generales de 1996 solo ha sido de algo más de 500.000 votos pero el PSOE ha perdido casi 1.600.000 votos (más del 15% de los electores del 96) e IU más de 1.300.000 (aproximadamente el 50% de su electorado en el 96). Independientemente de algún trasvase de votos de los electores más moderados del PSOE al PP, o de la captación para el PP de nuevos votantes entre los jóvenes que se incorporaban a estas elecciones, unos 2.400.000, es evidente que la enorme pérdida de votos de la izquierda corresponde a la abstención. Ahora el PP tiene las manos libres para gobernar sin el apoyo de los nacionalistas catalanes.

Si con las candidaturas conjuntas para el Senado PSOE e IU pensaban aumentar sus escaños en el Senado, el resultado ha sido todo lo contrario. El PSOE desciende de 81 senadores en el 96 a 62 ahora e IU se queda como estaba, es decir sin ningún escaño, mientras que el PP también logra mayoría absoluta en el Senado.

En el País Vasco el llamamiento a la abstención realizado por EH no ha encontrado el eco esperado por los independentistas. La participación fue del 64'4% de los votantes no muy lejos de la media nacional y la abstención solo un 7% superior a la habida en el 96, y más si tenemos en cuenta que los votos obtenidos por HB. en esas elecciones fueron de un 12,28%. Este hecho parece reflejar el cansancio y el rechazo de un sector importante de la población a las acciones terroristas de ETA, cuyo brazo político es HB. Pero los principales beneficiarios de la dinámica de polarización social en torno al nacionalismo que vive el País Vasco, agravada por los últimos atentados de ETA y la apelación al españolismo de PP y PSOE, han sido la derecha nacionalista del PNV que recoge parte del voto de Herri Batasuna que no ha ido a la abstención, fortaleciéndose como primera fuerza nacionalista, y el Partido Popular que crece en el País Vasco, recogiendo el voto llamado españolista, obteniendo los mismos diputados que el PNV, quedándose a una distancia de 25.000 sufragios.

La responsabilidad de la izquierda

Nada más conocerse los resultados los dirigentes del PSOE e IU, afirmaban que el pacto entre ambos no había conseguido movilizar el voto de izquierda, ilusionar a sus votantes, hablaban de la desmovilización social, y Frutos cabeza de lista de IU se refería a una "consolidación conservadora en España" cuyas causas profundas había que analizar.

Pero la amplia abstención entre la izquierda, que puede reflejar el desánimo en amplios sectores populares, es consecuencia directa de la política practicada en España por la izquierda, especialmente por el PSOE. La enorme pérdida de votos por parte del PSOE no indica más que el profundo descontento de una parte importante de los trabajadores hacia un partido que cuando ha estado en el poder ha golpeado duramente a los trabajadores, ha practicado una política abiertamente favorable a la patronal, que apenas se diferenció de la ahora practicada por el PP. ¿Cómo se atreve el PSOE a hablar de desmovilización social, de falta de ilusiones, de giro conservador en la sociedad, cuando ha sido el PSOE precisamente el que con su política ha abierto el camino al Partido Popular, el que durante años ha propagado entre los trabajadores la idea que la única política posible es aceptar sacrificios, aumentar los beneficios de la patronal, o privatizar?. Y todo esto hecho en nombre de la izquierda.

Claro que el pacto no ha creado ninguna ilusión entre los trabajadores. Cargado su programa de moderación, se sitúa en la perspectiva de la misma política llevada todos estos últimos años, respetuosa con los intereses de la patronal, y alejada de las necesidades reales de la población.

Para los dirigentes de IU el pacto podría representar la posibilidad de mantener su participación en las instituciones al abrigo del PSOE. Sobre todo a partir de las últimas elecciones europeas en las cuales el descenso electoral fue ya considerable. Para los dirigentes de IU el electorado de izquierda no había comprendido su mensaje, mientras que sí les había llegado el mensaje de "la pinza". Esto indicaba que había habido no sólo errores en la comunicación de su programa, sino que se necesitaba adaptarse a los deseos del electorado de izquierda, cada vez más reformista, que deseaba la unidad de la izquierda y no la pelea continua. Este razonamiento enmascaraba la política electoralista de IU preocupada por mantener las poltronas parlamentarias que creían que con el pacto "de la izquierda plural", al modo francés, frenarían el descalabro.

Como las elecciones han demostrado, el argumento tradicional de los reformistas de rebajar el programa por una supuesta derechización de la población, ha quedado hecho trizas. Para IU no ha supuesto una rentabilización electoral el pacto y máxime cuando sus posiciones políticas son mejor representadas por la socialdemocracia. Precisamente el pacto ha tenido el resultado inverso al esperado tanto en el PSOE como en IU ya se intuía. Para muchos de sus militantes, especialmente los del PCE, y de su electorado, este último tradicionalmente a la izquierda del PSOE, ha sido visto, como lo que es, un plegamiento a la política conservadora de los socialistas, una renuncia al discurso, que al menos de palabra, situaba a IU a la izquierda del PSOE. Para este amplio sector apoyar a IU en estas condiciones representaba votar indirectamente al PSOE, apoyar una política que en muy poco se diferencia de la practicada por la derecha. Pero esta posición de IU no es más que la coronación de una política alejada de las posiciones de clase, de la defensa de los intereses colectivos de la clase obrera, y centrada por el contrario en el juego electoral, con el objetivo de llegar a ser un partido de gobierno.

Se abre el debate en la izquierda

Con la derrota electoral se ha abierto un debate en los medios de comunicación y en los partidos de la izquierda. Por una parte se quiere hacer entender a la opinión pública de que ya se ha perdido la mayoría sociológica de izquierdas que había conformado la transición y que no existía ya una separación ideológica entre la derecha y la izquierda. La mayoría de los ciudadanos vienen a decir, son de centro basculando a la derecha o izquierda dependiendo de los gobiernos. Ya se ha perdido el miedo a la derecha, ya no hay fronteras definidas el país ha entrado en la "modernidad". Por otra parte, después de la dimisión de Almunia, se ha abierto la discusión en la socialdemocracia. Más que debate es una pelea entre los barones que dominan el partido para ver quién de ellos se lleva el gato al agua. Como están demostrando ni siquiera sus propuestas difieren de lo que ha habido hasta ahora y solo se trata de la lucha por el aparato que pueda retomar con nuevos líderes cierta ilusión entre la población. En IU se va a preparar la VI Asamblea en la cual se discutirá la caída electoral, se elegirá al nuevo sustituto de Anguita, pero hasta ahora no han presentado propuestas nuevas ni creíbles que puedan suponer un verdadero debate sobre los problemas de los trabajadores y de la población y tampoco nos podemos crear ilusiones de lo contrario.

El descalabro electoral de IU es la consecuencia del fracaso del aparato del PCE para organizar una fuerza política a la izquierda del PSOE, intentando recoger el programa original socialdemócrata que para los dirigentes de esta formación habían abandonado los socialistas. A partir de 1986 con el referendum de la OTAN y las luchas de los trabajadores contra las reconversiones del PSOE se produce en sectores de jóvenes y de trabajadores un rechazo contra toda la política antiobrera de los gobiernos socialistas que habían cerrado industrias, precarizado el empleo y aumentado el paro hasta cotas nunca vistas. Este descontento se tradujo en un aumento de votantes de izquierda para IU. Pero en la medida que su electoralismo se hacía más patente y la inoperancia de su política parlamentaria más estéril, en la ausencia de luchas obreras, su electorado perdía las ilusiones en la "nueva forma de hacer política" que en definitiva era la misma que cualquier partido burgués. Y precisamente en la medida que el "sorpasso" no se daba y se estancaba la coalición, cuadros de IU pasaban al PSOE o colaboraban con él buscando las poltronas y poniendo en evidencia que todo era una burbuja de apariencia y sin realidad alguna. Hasta los ecologistas de los Verdes buscaron en el PSOE su salvavidas.

Pero de la misma forma que la política de Reconciliación Nacional del PCE durante el franquismo o el Eurocomunismo de Carrillo, ahora IU ha caminado progresivamente hacia la socialdemocratización para tratar de ocupar el espacio del PSOE, abandonando los restos de la tradición comunista. Y siempre con el mismo argumento: las condiciones han cambiado, ya no hay perspectivas revolucionarias, la clase obrera se ha aburguesado, no podemos quedarnos anquilosados, perdimos la guerra civil... y para más inri ya no existe la URSS... Si con el Eurocomunismo se teorizaba la "vía nacional y pacífica al socialismo", desaparecida la URSS, IU sólo pretendía mantener el llamado "Estado del Bienestar", de hecho Romero el cabeza de lista por Andalucía, proponía un impuesto a las transacciones financieras para después "incentivar" el empleo, apoyando a la patronal.

Esta incapacidad de hacer creíble una organización de la clase obrera a la izquierda del PSOE no es solo fruto del abandono del PCE que ya lo sabíamos desde por lo menos la guerra civil y su papel contrarevolucionario, es también la incapacidad de la extrema izquierda que abandonó el trabajo en la clase obrera amparándose en su debilidad y retroceso social impresionados por los llamados nuevos movimientos sociales que no han sido más que una burbuja que al explotar quedaron en aire. IU pretendía ser un movimiento nuevo que aunara los nuevos "movimientos sociales", ecologismo, pacifismo etc., analizando que las condiciones del capitalismo habían cambiado y que el cambio social vendría dado por los nuevos sujetos sociales. Siempre en la historia del movimiento obrero, su debilidad traía nuevos agoreros para arriar sus banderas.

La raíz del problema que permite tanto a la socialdemocracia realizar políticas antiobreras, como a IU y los restos de la extrema izquierda realizar sus "innovaciones teóricas" abandonando la realidad de los trabajadores, es la ausencia de luchas generalizadas de la clase obrera en un contexto de retroceso social. Retroceso que se muestra en las elecciones: desde 1982 fecha de la mayoría absoluta del PSOE la izquierda ha retrocedido casi un 12%. Este retroceso ha permitido argumentar el abandono de las ideas y posiciones de izquierda para una nueva política que no ha provocado sino un hundimiento mayor aún, puesto que el problema no está en el abandono del programa comunista revolucionario sino en conectarlo con las necesidades, preocupaciones y esperanzas de los trabajadores. Naturalmente en una situación como ésta el trabajo político de los revolucionarios es difícil y se necesitan la firmeza y el arrojo necesarios para mantener las ideas. Pero si abandonamos la perspectiva de la revolución por miedo a la gente, permitirá a la derecha hacer y deshacer a su antojo incluso llamando, como ha hecho la cabeza de lista por Andalucía del PP Teófila Martínez-, a la "revolución" de la derecha.

La debilidad de la clase obrera, sus luchas defensivas y aisladas no es la conclusión de un mundo capitalista que muere, el de las revoluciones industriales y la entrada de una nueva sociedad posindustrial, es la expresión más viva de la corrupción y la descomposición del capitalismo. El terrible error de los intelectuales y de las posiciones reformistas, que se dicen luchar contra las injusticias sociales es fundar todo su entramado ideológico en la creencia de que los cambios que aparecen en la sociedad capitalista, "globalización, neoliberalismo, etc.," son producto de los cambios de una sociedad en evolución y no el producto de una sociedad en descomposición. El capital no es un factor económico más, es una relación social entre seres humanos, lo que significa que para vivir y reproducirse necesita de los asalariados y su explotación. Por ello sus modificaciones tecnológicas no son más que fenómenos de una misma relación social y sea el teléfono móvil o el ordenador la relación de explotación es la misma: burguesía contra proletariado.

Todos los nuevos "teóricos" que comenzaron a establecer nuevos sujetos transformadores y nuevas formas de organización para atender a los nuevos problemas que surgían no de la nueva sociedad posindustrial como creían, sino de la descomposición social de la sociedad capitalista, fundaron en nubes soñadas sus propuestas. Los llamados nuevos movimientos sociales no son más que excrecencias de la sociedad burguesa que como las ONG crean una red que viven de las subvenciones del estado, y que no solucionan nada, sino para servir a la burguesía, y el corrupto estado de cosas. IU no ha representado realmente otra cosa más que la ensoñación de un aparato, el del PCE, para ser tenido en cuenta, y que en su fracaso no muestra más que el camino contrario contra el cual hay que construir una organización obrera.

Hoy como ayer los trabajadores españoles no pueden esperar nada nuevo de esos partidos de izquierda que la han conducido a la actual situación y han abierto el triunfo a la derecha. Es necesario recuperar la confianza en las propias fuerzas, en los métodos de lucha de la clase obrera que sean capaces de parar los pies a la patronal y su gobierno, ahora de derechas, en la calle, recuperando las ideas comunistas o socialistas revolucionarias.