Muchos expertos dicen que les preocupa el rápido aumento de los precios de las acciones, impulsado en gran medida por el aumento de las acciones de un puñado de empresas de alta tecnología. Dicen que no entienden cómo es posible cuando el resto de la economía está en la recesión más severa desde la Gran Depresión.
Ciertamente, el enorme aumento de unas pocas acciones tiene poco que ver con la realidad. En menos de un año, Tesla, que fabrica coches eléctricos, ha visto subir el precio de sus acciones en un 950%! En los mercados bursátiles, la empresa vale ahora el doble que Toyota, a pesar de que Toyota ha vendido 13 millones de coches, mientras que Tesla sólo ha vendido 400.000. Y Tesla vale diez veces más que General Motors, que ha vendido 20 veces más coches.
En cuanto a Apple, el precio de sus acciones se ha duplicado en menos de seis meses y la empresa vale ahora más de 2 millones de millones de dólares. Apple puede vender teléfonos y ordenadores caros… pero ¡2 millones de millones de dólares!. Es el PIB de Italia, un país de más de 60 millones de habitantes, con ciudades como Roma, Milán y Venecia. Y el aumento de los valores de Amazon y Microsoft significa que ellos también podrían unirse a Apple en el club de la capitalización de 2 millones de millones dólares.
Las acciones de alta tecnología se han vuelto tan valiosas para los financieros de Wall Street que eclipsan todo lo demás. El índice Dow Jones de las 30 mayores empresas de EE.UU. ha sustituido recientemente a Exxon por una empresa llamada Salesforce. ¿Cómo puede esta empresa, fundada en 1999, que publica software y alberga aplicaciones empresariales, ser considerada más importante que Exxon, la mayor empresa petrolera del mundo? El petróleo sigue siendo la principal fuente de energía de toda la economía mundial y es la base de muchos productos químicos utilizados en la industria, la agricultura y los bienes de consumo.
En el mundo de los financieros de Wall Street, lo que importa no es la economía real, no es la producción de bienes y servicios para satisfacer las necesidades de la gente, sino sólo, cuánto beneficio pueden obtener lo más rápidamente posible. No hay nada nuevo en todo esto. El rápido aumento de las acciones de alta tecnología no es más que otra burbuja financiera, inflada por el frenesí especulativo de unos pocos grandes capitalistas y financieros.
Los capitalistas, que afirman que su poder sobre la economía mundial se justifica por su capacidad de dirigir eficazmente la inversión hacia donde puede ser más útil, se contentan con ver crecer su fortuna, endeudándose para hacer inversiones cada vez más arriesgadas en diversas empresas que cotizan en bolsa, aumentando su valor hasta que la burbuja estalla y todo se derrumba.
Mientras los capitalistas están de fiesta y grandes cantidades de dinero fluyen a través de los mercados de valores, la economía real se muere de hambre. No queda dinero para contratar o pagar a los trabajadores, para construir viviendas baratas, o para escuelas, carreteras, la salud de una gran parte de la población.
La clase capitalista está llevando a toda la sociedad a la ruina. Y esto continuará hasta que los trabajadores se organicen y se opongan a su poder y organización social.