El viernes 18 nos enteramos a través de Marruecos que el gobierno español aceptaba la iniciativa de autonomía marroquí respecto al Sáhara, lo que es lo mismo que decir que el Sáhara pertenece a Marruecos; esto no solo supone una traición al pueblo saharaui que siempre ha luchado por su independencia, sino un giro de la política exterior tradicional en España que siempre –gobierne quien gobierne- ha respetado las Resoluciones internacionales que, efectivamente, reconocen el derecho de los saharauis a decidir cómo quieren organizarse, su autodeterminación, aunque nunca han movido un dedo para hacer cumplir la ley.
Los saharauis eran ciudadanos españoles a los que España abandonó a su suerte al dar por finalizado el periodo colonial a pesar de ser potencia administradora, es decir, la que debía velar para llevar a buen término el proceso descolonizador. Aun la ONU sigue reconociendo el Sáhara como un territorio pendiente de descolonizar.
La traición del gobierno es doble, porque a la vez que traiciona la legítima pretensión del pueblo saharaui, también está traicionando a toda la izquierda española sin excepción, para la cual el giro inesperado ha supuesto una conmoción. Ya ha habido actos de protesta contra la decisión del gobierno por distintas regiones de España.
Sánchez se pliega a los dictados de Marruecos porque hay muchos intereses por medio y demuestra que el derecho internacional y las resoluciones de la ONU son pactos… ¡interpretables! Por ello el pueblo saharaui, que lleva luchando por su libertad desde hace ya casi 50 años, debe comprender que no debe confiar en estas instituciones del capitalismo dónde lo prioritario son los intereses comerciales y el beneficio.
La lucha contra la ocupación marroquí nos concierne a todos los pueblos, a todos los trabajadores, desde el saharaui, al marroquí y a todo el Magreb unido contra los dictadores, sean de la nacionalidad que sean bajo la bandera de un socialismo fraterno, respetuoso y solidario.