Hagamos de este 8M la continuidad de aquél otro, a comienzos del siglo XX, cuándo un 8 de Marzo de 1917 las trabajadoras rusas textiles, de Petrogrado, tomaron las calles haciendo de este día una jornada histórica. Ese día las mujeres se levantaron por sus derechos y dio comienzo al derrocamiento del zarismo, tras más de 300 años de opresión.

Esta opresión a todos los niveles y el hartazgo de sufrir la guerra mundial y sus consecuencias, fue el punto de partida que llevó a concluir en el éxito de la revolución rusa de 1917, dónde por primera vez en la historia existió la posibilidad de establecer una verdadera igualdad de todas las personas.

En 1917, los campesinos, los trabajadores y los soldados, en medio de la primera guerra mundial vivían una situación desesperante: años de guerra habían hecho estragos en las condiciones de vida de la mayoría de la población. Millones de muertos, hambrunas, explotación terrible en las fábricas y una gran represión elevó el espíritu revolucionario de estas mujeres que en un primer momento reclamaban pan y que lograron arrastrar con ellas a miles de trabajadores. Al grito inicial de ¡Queremos pan! se le unió pronto el del ¡Abajo la guerra!”. Nadie pudo prever que ese 8M se convertiría en el primer día de la revolución rusa.

Con esta reseña, solo nos queda desear que este 8M el día internacional de la Mujer Trabajadora vuelva a abrir gran parte de los debates, conclusiones y enseñanzas fundamentales en torno a cómo los revolucionarios nos organizamos para enfrentar diariamente a la burguesía, y derrocar todas las opresiones existentes, de las cuales la de la mujer, es una de las más odiosas.