La dirección de la planta de Nissan en Barcelona prescindirá de 600 trabajadores aduciendo bajada de las ventas. La Generalitat promete ayudas para que la empresa no cierre.
Para salvar la fábrica o, mejor dicho, seguir manteniendo el nivel de beneficios de la patronal de Nissan, es preciso echar a 600 trabajadores. Esas son las cuentas de la empresa, pero esa decisión no la ha tomado sola. “Estamos trabajando con Nissan para que no desmantele su planta en Cataluña”, declaraba Ángels Chacón, de la Consejería de Empresa.
Esos planes, que se habían mantenido en secreto, han sido desvelados estos últimos días por la propia Nissan. El plan industrial presentado incluye la prejubilación de 600 trabajadores, una inversión de 70 millones de euros para construir una nueva planta de pintura y enfocar la producción hacia el vehículo eléctrico.
Por de pronto, nadie en Nissan garantiza que las prejubilaciones junto a la inversión de la nueva planta, permita continuar un nuevo vehículo al menos dentro de tres años. No solo eso, sino que además no garantizan que las prejubilaciones impidan un posible ERE a corto o medio plazo.
El funcionamiento del capitalismo se presenta con toda realidad. Ante la imposibilidad de alcanzar los niveles de beneficios previstos, la clase trabajadora es sacrificada. Además, con las ayudas públicas, pagamos la agonía del capitalista que, en última instancia, acabará por cerrar. Por el camino se habrán perdido miles de puestos de trabajo y dinero público.
Con ese dinero se podrían crear muchos puestos de trabajo. Cuanto antes, debemos iniciar el paso hacia una sociedad socialista. La clase trabajadora tendrá en sus manos el control de la economía y podrá hacer desaparecer el sinsentido y pérdida de trabajo humano que provoca el capitalismo.