Hemos vivido estas últimas festividades con los medios de comunicación alertando de la falta de trabajadores en muchos sectores: sanidad, transportes… Toda la culpa la tiene Ómicron, la nueva variante del coronavirus, que ha multiplicado las incidencias. ¡Cómo si no se supiese que el comportamiento de un virus es precisamente ese, multiplicarse! ¿Nada tienen que ver los recortes, los despidos, la escasa contratación?
Ahora vienen las lamentaciones, las lágrimas de cocodrilo, y todo para hacer tragar a la población otro sapo: se reducen los días de baja laboral por Covid, pues se acortan los confinamientos: si antes incubábamos el virus una media de 10 días, ahora lo hemos centrifugado y lo incubamos y contagiamos sólo en 5. Esto en la práctica, supone que muchos trabajadores están trabajando enfermos y propagando el virus en una espiral sin fin.
Se nos ha hablado de la falta de personal en las líneas aéreas, por ejemplo; también entre los trabajadores de Renfe y ¡ojo! también entre los sanitarios… ¡Por eso también están colapsando los servicios de atención primaria! Ayuso, en Madrid, declaró incluso que si los centros de atención primaria estaban colapsados, algunos ni atendían los teléfonos, habría que investigar el por qué, y que había que tener en cuenta que “no todos quieren trabajar y arrimar el hombro”. ¡Mayor cinismo no cabe!
No, el colapso de los servicios médicos, la falta de trabajadores y demás problemas que se pueden dar en una pandemia no es por el virus en sí, ¡no!
¡Si acaso podemos hablar del virus del beneficio! Para que las empresas sigan funcionando, sean cuales sean, para blindar y proteger el sistema público de salud, habría que haber empezado por no recortar puestos de trabajo y acto seguido reforzar plantillas, concentrando la Administración todos sus esfuerzos en contrataciones de personal y medios. Los recortes en Sanidad, como en todos los sectores, vienen desde mucho antes de la pandemia y como denunció en numerosas ocasiones la Marea Blanca de sanitarios, son recortes que matan.
Desde gran parte de los medios de comunicación, desde el gobierno y las distintas administraciones públicas, todos nos dicen que debemos ser fuertes y unirnos para vencer esta pandemia. ¡Y tienen razón, pero en otro sentido! Los trabajadores son los que hacen funcionar todos los engranajes de la sociedad y todos desde su ámbito deben unirse para hacer frente a la pandemia sanitaria, exigiendo que se cumplan verdaderamente las medidas que nos pueden hacer avanzar y también para hacer frente a la pandemia de recortes y despidos.
Los trabajadores deben tomar en sus manos las riendas de la sociedad, organizar toda la vida social y comunitaria, por regiones, por barrios, por empresa, al modo en que la historia nos ha mostrado que lo hicieron los bolcheviques en Rusia tras la toma del poder, haciendo frente no solo a los problemas de la “gripe española” que tenía una incidencia grande, sino también al tifus que golpeaba mucho más fuerte. Fue por el tifus —causado por los piojos— que Lenin dijo: “O el socialismo derrotará al piojo, o el piojo derrotará al socialismo”. Y pusieron manos a la obra.
Pronto, en julio de 1918 se crea en la URSS el Comisariado del Pueblo de Salud Pública; el gobierno soviético creó hospitales, estaciones de aislamiento y desinfección a lo largo de los ferrocarriles y vías fluviales, cientos de destacamentos de baño y desinfección. Los pacientes eran controlados clínicamente y sus cuidadores eran informados sobre todas las medidas y recaudos necesarios para evitar el contagio y las complicaciones. Se crearon trenes sanitarios libres de piojos que recorrían todo el frente soviético trasladando pacientes a los principales hospitales para la terapia necesaria de acuerdo a la gravedad. Las fábricas contaban con salas de asistencia con médicos y baños para la higiene del personal.
Con las nacionalizaciones y centralización de recursos pudieron dar la batalla al tifus, poniendo las necesidades colectivas por delante de cualquier otra consideración y estableciendo incluso “Comités de trabajadores para combatir las Epidemias” en ciudades y pueblos. Los trabajadores de dichos comités, difundieron información científica sobre salud e higiene, aseguraban que los baños públicos estuvieran limpios, y monitorearon a sus comunidades para asegurar que cualquier señal de enfermedad fuera atendida por profesionales médicos. En 1920, Semashko –responsable de Salud- escribió: “Podríamos decir sin exagerar que las epidemias de tifus y cólera fueron detenidas gracias a la labor de los comités de trabajadores y campesinos”.
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Lenin en 1919 se dirige al VII Congreso de Obreros y Campesinos con las siguientes palabras:
“Un tercer flagelo nos está atacando, los piojos y el tifus que está derribando a nuestras tropas. Camaradas, es imposible imaginar la terrible situación en las regiones del tifus, donde la población está rota, debilitada, sin recursos materiales, donde toda la vida, toda la vida pública cesa. A esto decimos: ‘Camaradas, debemos concentrar todo en este problema. ¡O los piojos vencerán al socialismo, o el socialismo derrotará a los piojos!… Es necesario que cada trabajador, cada organización, cada institución tenga esto en cuenta en cada reunión. Si somos capaces de suministrar granos, si logramos aumentar el suministro de combustible, si dedicamos todos nuestros esfuerzos a eliminar el tifus en Rusia, que proviene de la falta de cultura, de la pobreza, el atraso y la ignorancia. Si dedicamos para esta guerra sin sangre, con toda la fuerza y experiencia obtenidas en una guerra sangrienta, podemos estar seguros de que lograremos éxitos cada vez mayores en este trabajo”