La noticia de la agresión de Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), a la jugadora Jenni Hermoso nos ha hecho recordar lo ocurrido no hace mucho con el ataque xenófobo y racista al jugador Vinicius. Racismo, xenofobia y machismo son producto de las desigualdades sociales que engendran las sociedades de clases y el sistema capitalista mantiene y no será por tanto éste quién corrija esos males. Lo será cuando se le sustituya por un sistema social igualitario y que no busque como fin el beneficio privado.
Si tiramos de hemeroteca veremos que ya antes se han denunciado casos en la historia del deporte, sobre todo del fútbol y del fútbol de élite. Se han publicado casos de jugadores acusados de violencia de género, de violencia sexual, incluso feminicidio. Y muchos deportistas famosos han llegado a acuerdos económicos con sus víctimas para evitar los juicios. Entonces, ¿por qué este caso es tan especial?
Se podría responder que con la dimisión de Rubiales se busca no solo resarcir a Hermoso sino incluso dar la idea que el mundo del fútbol no tolera la violencia de género ni la xenofobia, pero el fútbol no puede hablar en nombre del sistema económico que le sostiene. Aunque nos alegremos del rechazo a las manifestaciones machistas y de violencia de género de Rubiales es sólo la punta del iceberg de un sistema corrompido hasta la médula. Y no podemos contentarnos con la falsa ilusión de que se hace justicia, porque la solución pasa por cambiar el funcionamiento de una institución que hunde sus raíces en el capitalismo. Recordemos los sueldazos de estos dirigentes y los “pelotazos” de las comisiones por jugar, por ejemplo la Supercopa de España en Arabia Saudita en 2022.
Echar a Rubiales es imprescindible y de sentido común solidario con la jugadora. Pero se está alimentando la idea de que si Rubiales se va se arreglará todo. Y parece que se hayan conjurado los poderes públicos, junto las empresas patrocinadoras, hasta los propios hinchas, para demostrar que eso será así. Pero vemos a diario algo muy distinto en las políticas contra la violencia de género que siguen sin proteger a las mujeres víctimas de esta violencia en la sociedad y mucho menos de la violencia ejercida a diario por la patronal. Lo mismo podemos decir de la explotación y los ataques racistas de que son objeto los migrantes, aunque futbolistas de élite sean una minoría mimada.
Bajo el capitalismo el deporte del fútbol se ha mercantilizado y Rubiales o cualquier otro en su lugar representa a la patronal. Así las federaciones deportivas tienen objetivos marcados por un puñado de sponsors que ponen millones encima de la mesa, a pesar de constituirse como entidades asociativas sin ánimo de lucro para la defensa y promoción del deporte.
Dinero y poder como común denominador de las conductas machistas y xenófobas. Porque son esos dos factores los que emplea la burguesía para usar a la mujer, al inmigrante, a los trabajadores en su propio provecho y que son explotados a diario por un sistema basado en la acumulación de capital, con el único objetivo de obtener beneficios para unos pocos. Es lo que mueve a las empresas, a las contratas, empujadas por las grandes empresas que dominan realmente la economía.
El negocio del fútbol se nutre de millones de euros para enriquecer a unos pocos.
Sobre todo el fútbol es un negocio que mueve millones y solo teniendo en cuenta las grandes ligas europeas se calcula que mueve alrededor de 29.500 millones de euros anuales. En el resto del mundo puede alcanzar los 600.000 millones.
Detrás de él hay un negocio sostenido por la afición, por las empresas patrocinadoras, con bancos, aseguradoras, industria textil y de calzado, fabricantes de vehículos y de bebidas, etc. Así encontramos firmas como Nissan, Puma, Adidas, Burger King, El Corte Inglés, Allianz, etc. Es un negocio también mediático por las exclusivas a las cadenas y plataformas de medios de difusión. Es especulativo porque mantiene los sistemas de apuestas, sobre todo sistemas online. Se trata de un negocio que enriquece a una élite futbolística, presidentes de los clubes y a una burguesía mercantilista y financiera a su alrededor.
El capitalismo, que domina el ámbito deportivo pero que explota de forma caótica la economía en su conjunto, es el que impide que se pueda avanzar en una salida contra la explotación y contra todos los agravios y males que sufren hombres y mujeres, ya sea clase nativa o extranjera, porque el capitalismo solo conoce la explotación para poder subsistir.