Desde que en junio el gobierno aprobara las nuevas tarifas del precio de la luz, las eléctricas están haciendo su “agosto” particular a costa del bolsillo de las familias y las pymes.

El pretexto usado es que tanto la producción como el consumo de electricidad disminuyen por las noches, festivos y los fines de semana y estas nuevas tarifas ayudan a mejorar y racionalizar la producción y a un consumo eléctrico más responsable

Desde entonces su precio no ha parado de subir día a día, el megavatio/hora, impuesto por el mercado eléctrico, ha llegado a alcanzar los 135€ y sigue subiendo. Las asociaciones de consumidores y población en general han llevado a cabo diferentes protestas estos últimos meses, exigiendo que el gobierno tomara medidas contra los abusos de las eléctricas.

¿Dónde está pues la racionalidad, el control y la eficiencia que anunciaba el gobierno? Se ha demostrado que éste solo ha ejercido de obediente lacayo del capital, una vez más. Ha dado salida a la exigencia de las eléctricas de implantar un sistema que garantizase el consumo eléctrico continuado en el tiempo. Así pues, de nuevo ponen los intereses comerciales privados por encima de las necesidades sociales.

El gobierno solo ha accedido a bajar el IVA del 21% al 10% hasta finales de año y suspender el impuesto del 7% a las generadoras. Un parche que no soluciona nada, pues no se tocan los beneficios de todas estas empresas. Algunas han incrementado sus precios hasta un 30% y sin comunicar a sus clientes.

En medio de esta anarquía de precios, Unidas Podemos reclaman una empresa pública de energía. Pero dentro del sistema capitalista eso nos lleva a seguir dependiendo de los propietarios de los medios de producción y de las materias primas, que únicamente actúan compitiendo por alcanzar más beneficios.

Eso cambiará cuando esos medios estén en manos de los propios trabajadores y se elimine el lugar superfluo que ocupan los capitalistas, en la producción de energía y en todas las demás ramas de la industria y la economía.