Con treguas no respetadas, el enfrentamiento entre el gobierno ucraniano y los separatistas del Donbass, y detrás de ellos las potencias occidentales y Rusia, no dejan de ensangrentar el este de Ucrania y envenenar al resto del país. Menos de un año después de la caída del odiado régimen de Yanoukovitch y su sustitución por un gobierno nacionalista, que los Estados imperialistas de América y la Unión Europea mantienen a toda costa, las víctimas de este conflicto superan ya los cinco mil muertos.
Un día se destroza un autobús con todos sus pasajeros, otro es una guardería, un hospital ... La tensión bélica pesa por todas partes. Con el riesgo de que estallen enfrentamientos en ciertas ciudades de lengua rusa del Este y del Sur, supuestamente fieles a Kiev, pero donde la situación es tan inestable que el gobierno reforzó mucho la presencia policial, así como en la misma capital.
El Oeste del país, cuna del nacionalismo ucraniano y principal apoyo al gobierno, tampoco se libra de la guerra. Hay requerimientos sucesivos de soldados, pues Kiev no consigue hacer frente a los secesionistas, a pesar de las entregas de armas procedentes de EEUU y Canadá, reforzados y armados por el Kremlin. Así, en un año, estamos con la cuarta ola de movilización que sufre la población, y que la rechaza, según se puede juzgar por el hecho de que numerosos jóvenes, incluso en el Oeste, huyen para escapar a ello.
Las autoridades también orquestan una exaltación de los "héroes" del Maidan, los del frente, que envenena la atmósfera. Muchas ciudades, monumentos y plazas les fueron dedicadas. Y por todas partes se exhorta a los niños a elaborar y vender pasteles, a organizar recolectas para el ejército. La población adulta tiene que alojar a los "valiosos soldados", se les pide ropas y comida, y además el Estado impone una tasa especial sobre los salarios en el nombre del esfuerzo por la guerra.
Ese condicionamiento militarista no es sólo de las autoridades de Kiev: al este de Ucrania, los partidarios de Nueva Rusia intoxican las cabezas con el mismo tipo de propaganda. Y los dirigentes rusos, Putin el primero, no han esperado a este conflicto para difundir el veneno del chovinismo guerrero entre la población rusa.
Tanto en Moscú como en Kiev, los gobiernos quieren así aglutinar a la población tras ellos. En Ucrania, sin fuerzas ya y sin dinero, las autoridades esperan que la población olvide que quien paga es ella, y que seguirá pagando cara la voluntad de lo que se llama allí las "elites" -burócratas, especuladores y pequeños burgueses- de acercarse a Occidente. País con inviernos rigurosos, Ucrania tiene por ejemplo que ahorrar en calefacción. "Solución" radical, las autoridades cerraron guarderías, escuelas y universidades en enero pues, si los transportes no se calientan, tampoco los edificios públicos...
Y esto todavía es casi nada, en comparación con las medidas de austeridad feroces que las organizaciones financieras internacionales exigen de Kiev a cambio de su "ayuda"; medidas que sus padrinos, los países ricos, aceptan en parte aplazar aún algún tiempo.
Mientras tanto, la gran mayoría de la población pasa frío, sobrevive con salarios reducidos, pensiones recortadas, en el Este se amontonan los cadáveres sobre las ruinas, y un abismo de sangre se cava entre poblaciones que debían ser solidarias.