Syriza ha resultado ganadora en las elecciones griegas que se acaban de celebrar y se ha quedado rozando la mayoría absoluta, a pesar de la campaña que se ha hecho en su contra. En segundo lugar queda el partido conservador Nueva Democracia, partido que gobernaba hasta el momento imponiendo grandes recortes y que ha sufrido de lleno el rechazo del pueblo griego. Y como tercera fuerza queda el partido neonazi Aurora Dorada, con un resultado similar al que ya poseían.
Desde 2009 los griegos han visto su nivel de vida desplomarse. El desempleo se ha multiplicado por 3, los salarios y pensiones han disminuido alrededor de un 25%, muchos comercios han cerrado, la producción ha caído un 25%, los servicios públicos están siendo desmantelados... ¡incluso la mortalidad infantil ha subido a un 40%!
Ante tal estado de cosas el pueblo griego lleva años movilizándose y luchando; es por todo el descontento popular y la cólera reinante que han debido convocar estas elecciones de forma anticipada. Y con ellas la población ha vuelto a decir que no están dispuestos a seguir en tal situación, que no se resignan, que quieren una vida mejor. El verdadero miedo de la Bolsa y de los mercados está ahí precisamente, en la cólera creciente de los griegos.
Queda por ver hasta dónde quiere y puede llegar Syriza; Tsipras, el cabeza de la coalición, ahora primer ministro, ha elegido para formar gobierno al Partido de los Griegos Independientes, un partido de derechas soberanista y anti inmigración, que ha recogido un 4,75% de los votos. En el programa electoral de Syriza aparecía condonar una parte de la deuda como esto "se hizo para Alemania en 1953". Se reclamaba también una moratoria en el pago de los intereses, una cláusula de crecimiento en el reembolso de lo que queda por pagar, con vistas a salvaguardar fondos para hacer frente a la crisis humanitaria y volver a lanzar la economía. Sobre todo esto, Syriza se dice preparada para negociar inmediatamente con los acreedores de las instituciones europeas para encontrar, "una solución justa y viable en beneficio de ambas partes".
De aquí al fin de la negociación Syriza propone un "plan nacional de reconstrucción", que consiste en una serie de medidas de asistencia social: electricidad, transportes y cuidados médicos gratuitos, comidas subvencionadas, para los trabajadores parados desde hace mucho tiempo y para los más pobres. Su programa propone aliviar el peso de las deudas sobre los individuos, suspendiendo los trámites legales que se requieran, deteniendo los embargos de cuentas bancarias o de las viviendas, etc. También prevé subir el salario mínimo a 750 euros en lugar de los 500 euros actuales, el restablecimiento de derechos de los trabajadores suprimidos por el gobierno precedente, un programa de empleos, en el sector público sobre todo, y un apoyo a las pequeñas empresas. Medidas estas indispensables para permitirle a la población sobrevivir, pero el problema es financiarlas.
¿Pasará Syriza de las palabras a los hechos? El futuro lo dirá. Pero lo que es seguro, es que hacer ceder a los "oligarcas", es decir, a la burguesía griega o extranjera, sería posible sólo limitando sus beneficios. Pero esto necesita mucho más que combinaciones gubernamentales y discusiones entre responsables políticos. Esto necesita una fuerza social: la población, los trabajadores conscientes y organizados para luchar por sus propios objetivos.
Ni en Grecia ni en ningún otro país se pueden crear empleos y aumentar salarios sin tocar los beneficios del gran capital. No se pondrá fin a la austeridad sin atacar sus raíces: la explotación, el beneficio y el poder de los capitalistas.
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