Venezuela se encuentra sumida en una grave crisis política desde el 23 de enero, cuando el opositor Juan Guaidó, se autoproclamó “presidente encargado” del país porque no reconoce la autoridad del presidente Nicolás Maduro.
El caos en Venezuela es evidente y la población está pasando grandes necesidades, mientras que los conflictos en la calle se recrudecen. Difícil es desde el exterior, dada la contaminación informativa tan grande que hay, discernir hasta dónde llega realmente el problema. Muchos países ahora se “preocupan” de Venezuela, criticando la postura del régimen chavista que “cierra” el paso a la ayuda humanitaria, pero sin mencionar siquiera el hecho de que EEUU lleva años intentando hundirlo, pues escapa a su control y que gran parte de esta “ayuda humanitaria” es una estrategia de la derecha venezolana y sus aliados para socavar el régimen. EEUU lleva desde los tiempos de Chávez intentando imponer allí un régimen más acorde a sus intereses, habida cuenta de la riqueza –y no solo petrolífera- que posee el suelo venezolano.
Estados Unidos, algunos países de América Latina y Europa –incluida España- refrendan su reconocimiento al autoproclamado presidente encargado, mientras que Rusia, China y otro grupo de naciones rechazan la injerencia extranjera y defienden la soberanía del Estado venezolano. Pedro Sánchez, en un arranque de “izquierdismo” ha matizado que para nada estaría de acuerdo en una intervención militar contra Venezuela, porque Trump también ha barajado esta opción.
Discutir si lo que ha hecho Guaidó ha sido o no un golpe de Estado, de nada va a servir al pueblo venezolano; porque si Guaidó es un golpista de derechas el régimen chavista –por su parte- tampoco ha sabido resolver los problemas que afectan a la población popular venezolana y a los más pobres, puesto que ni siquiera ha tenido la valentía de nacionalizar más sus recursos y no solo una pequeña parte; de hecho el régimen de Maduro tan solo controla un 30% del andamiaje económico de Venezuela, quedando el resto en manos de la burguesía.
Desde EEUU se habla de la opresión del pueblo venezolano y de que Maduro debería renunciar pacíficamente a ser presidente de Venezuela, pero estas palabras en boca de los dirigentes de EEUU no puede llevarnos más que a la desconfianza. ¡Cuándo Trump y sus “amigos” apelan a los “derechos humanos” hay motivos de sobra para echarse a temblar! Detrás de tanta palabra altruista lo que hay es un verdadero interés del capital internacional y también nacional porque Venezuela es una de las mayores reservas de hidrocarburos del mundo.
Gran parte de la escasez y la pobreza que existe hoy día en Venezuela ha sido provocada por estas fuerzas imperialistas que de humanitarias no tienen nada y que no dudan en cortar el crédito o las cuentas del Estado aún a sabiendas de que será la población la que sufra las consecuencias. Pero igualmente Maduro es responsable puesto que no ha sabido resolver la situación de deterioro y pobreza del pueblo, simplemente expropiando la propiedad privada de los oligarcas y élites venezolanos. Antes, con Chávez, el descontento era mitigado porque las rentas petroleras dejaban que el Estado pudiera practicar políticas más sociales. En la actualidad el bloqueo impide a Maduro seguir gestionando de esta manera; decir que se está con el pueblo pero luego no expropiar las riquezas que genera el país y que van a bolsillos particulares es vender humo.
Llevar a cabo una política cara a los trabajadores y los sectores populares de Venezuela, es imposible con una política reformista, que no rompa las reglas del juego establecidas. Para llegar a un verdadero socialismo revolucionario, es la propia población y los trabajadores venezolanos los que tienen que intervenir construyendo ellos mismos un verdadero partido socialista e internacionalista que destruya el apartado estatal de la burguesía, destruya las corruptelas y favoritismos existentes y que levante el suyo propio.
Los trabajadores y pobres venezolanos no pueden esperar nada de Guaidó. Si este resulta vencedor finalmente, los políticos y privilegiados a los que representa, su programa dictado por Washington, está trazado: poner en las manos de las multinacionales toda la riqueza del país. ¡Los trabajadores no obtendrán más que lo que gane con sus propias luchas!
Venezuela se encuentra sumida en una grave crisis política desde el 23 de enero, cuando el opositor Juan Guaidó, se autoproclamó “presidente encargado” del país porque no reconoce la autoridad del presidente Nicolás Maduro.
El caos en Venezuela es evidente y la población está pasando grandes necesidades, mientras que los conflictos en la calle se recrudecen. Difícil es desde el exterior, dada la contaminación informativa tan grande que hay, discernir hasta dónde llega realmente el problema. Muchos países ahora se “preocupan” de Venezuela, criticando la postura del régimen chavista que “cierra” el paso a la ayuda humanitaria, pero sin mencionar siquiera el hecho de que EEUU lleva años intentando hundirlo, pues escapa a su control y que gran parte de esta “ayuda humanitaria” es una estrategia de la derecha venezolana y sus aliados para socavar el régimen. EEUU lleva desde los tiempos de Chávez intentando imponer allí un régimen más acorde a sus intereses, habida cuenta de la riqueza –y no solo petrolífera- que posee el suelo venezolano.
Estados Unidos, algunos países de América Latina y Europa –incluida España- refrendan su reconocimiento al autoproclamado presidente encargado, mientras que Rusia, China y otro grupo de naciones rechazan la injerencia extranjera y defienden la soberanía del Estado venezolano. Pedro Sánchez, en un arranque de “izquierdismo” ha matizado que para nada estaría de acuerdo en una intervención militar contra Venezuela, porque Trump también ha barajado esta opción.
Discutir si lo que ha hecho Guaidó ha sido o no un golpe de Estado, de nada va a servir al pueblo venezolano; porque si Guaidó es un golpista de derechas el régimen chavista –por su parte- tampoco ha sabido resolver los problemas que afectan a la población popular venezolana y a los más pobres, puesto que ni siquiera ha tenido la valentía de nacionalizar más sus recursos y no solo una pequeña parte; de hecho el régimen de Maduro tan solo controla un 30% del andamiaje económico de Venezuela, quedando el resto en manos de la burguesía.
Desde EEUU se habla de la opresión del pueblo venezolano y de que Maduro debería renunciar pacíficamente a ser presidente de Venezuela, pero estas palabras en boca de los dirigentes de EEUU no puede llevarnos más que a la desconfianza. ¡Cuándo Trump y sus “amigos” apelan a los “derechos humanos” hay motivos de sobra para echarse a temblar! Detrás de tanta palabra altruista lo que hay es un verdadero interés del capital internacional y también nacional porque Venezuela es una de las mayores reservas de hidrocarburos del mundo.
Gran parte de la escasez y la pobreza que existe hoy día en Venezuela ha sido provocada por estas fuerzas imperialistas que de humanitarias no tienen nada y que no dudan en cortar el crédito o las cuentas del Estado aún a sabiendas de que será la población la que sufra las consecuencias. Pero igualmente Maduro es responsable puesto que no ha sabido resolver la situación de deterioro y pobreza del pueblo, simplemente expropiando la propiedad privada de los oligarcas y élites venezolanos. Antes, con Chávez, el descontento era mitigado porque las rentas petroleras dejaban que el Estado pudiera practicar políticas más sociales. En la actualidad el bloqueo impide a Maduro seguir gestionando de esta manera; decir que se está con el pueblo pero luego no expropiar las riquezas que genera el país y que van a bolsillos particulares es vender humo.
Llevar a cabo una política cara a los trabajadores y los sectores populares de Venezuela, es imposible con una política reformista, que no rompa las reglas del juego establecidas. Para llegar a un verdadero socialismo revolucionario, es la propia población y los trabajadores venezolanos los que tienen que intervenir construyendo ellos mismos un verdadero partido socialista e internacionalista que destruya el apartado estatal de la burguesía, destruya las corruptelas y favoritismos existentes y que levante el suyo propio.
Los trabajadores y pobres venezolanos no pueden esperar nada de Guaidó. Si este resulta vencedor finalmente, los políticos y privilegiados a los que representa, su programa dictado por Washington, está trazado: poner en las manos de las multinacionales toda la riqueza del país. ¡Los trabajadores no obtendrán más que lo que gane con sus propias luchas!