25 años del 23-F, ¿un golpe de Estado frustrado?

Εκτύπωση
marzo 2006

Hace 25 años, Tejero tomaba el Congreso secuestrando a los parlamentarios. Explicó que quedaban retenidos hasta la llegada de una autoridad militar. A su vez el general Milans del Boch sacaba los tanques a la calle y esperaba que otras unidades militares se sublevaran.

La llamada noche de los transistores tuvo pendiente a miles de personas de la situación. A día de hoy todavía no conocemos con exactitud la trama golpista, ni sus intenciones iniciales, ni por qué fue el fracaso. El juicio no destapó realmente las causas, ni a todos los integrantes.

Según parece se esperaba a un militar, se supone que Alfonso Armada, que se presentó en el Congreso con la proposición de un gobierno de coalición, presidido por un militar, que diera un "golpe de timón" a la política del momento, para estabilizar la situación política. Según algunos de los golpistas, Tejero se negó a esa solución, él exigía una solución militar y represiva. Finalmente todo volvió a su cauce.

Pero a pesar del "fracaso" del golpe, la burguesía de todas formas ganaba: el rey apareció como verdadero jefe "demócrata" que evitaba los fantasmas de la guerra civil.

A la muerte de Franco la burguesía se encontraba con la necesidad de contar con un partido de derecha fuerte que pudiera mantener estables sus intereses en una monarquía parlamentaria. En esa construcción se encuentra en los años 80. Suárez, como representante de la UCD, una de las fracciones, es mal visto por el resto de las fracciones. Las peleas entre los barones de la derecha potencian a la extrema derecha que vive del aparato de Estado y de los militares. El rey todavía no es totalmente reconocido por la población, lo ha puesto Franco en el poder y a pesar del apoyo del PCE y PSOE no tiene toda la credibilidad. Por otra parte aunque tanto el PCE como el PSOE pedían a gritos moderación y el mantenimiento del sistema social capitalista la situación no estaba asentada totalmente. La moción de censura a Suárez de Felipe González, un asegunda que se preveía, daban la notoriedad pública a los socialistas que aparecían como los más capaces para gobernar.

En esta situación el "golpe de timón" se hacía necesario. Fuera con consentimiento o no del rey, fuera las intenciones golpistas crear una dictadura o simplemente un gobierno a lo De Gaulle, las consecuencias políticas fueron evidentes para la burguesía que de todas formas ganaba.

El 23-F nos enseña a no olvidar el papel del ejército y del aparato de Estado en nuestra sociedad pues siempre que hay inestabilidad o crisis económica o social, o simplemente para "recordar" quiénes tienen las armas, los ruidos de sables aparecen. Como nos lo recuerdan de vez en cuando -por ejemplo las últimas declaraciones del general Mena- , siempre hay "espadones" dispuestos a masacrar al pueblo para defender sus intereses. Y ante una situación así, sólo el pueblo en armas podrá defenderse de los golpistas.