La dimisión de Evo Morales y su partida a México han dado lugar a una cascada de renuncias de sus aliados a los puestos políticos que habrían podido asumir el poder interino. Una senadora muy conservadora se apresuró a llenar ese vacío. Jeanine Añez se ha proclamado presidenta ante un Parlamento en bancarrota, ya que los diputados mayoritarios del partido de Morales, el MAS, la boicotearon, a lo que el Tribunal Constitucional no encontró nada que objetar. Y, por supuesto, fue elogiada por el ejército, la derecha y Washington.
La senadora entró en el palacio presidencial, con la Biblia en la mano, diciendo: “Dios permitió que la Biblia volviera a entrar en el palacio. Nuestra fuerza es Dios, nuestro poder es Dios”, para deleitar a la derecha reaccionaria de toda América Latina.
También es una declaración contra la Constitución laica de Morales.
Ha reiterado que está aquí para preparar nuevas elecciones, pero tal vez no tenga prisa en que se celebren. Ya ha insistido en el hecho de que, si bien el Ministerio de Defensa puede presentar un candidato, en ningún caso puede ser Morales.
Jeanine Añez también pretende pacificar el país. Pero su llegada ha avivado las llamas. En efecto, es conocida por declaraciones racistas en el pasado contra los bolivianos de origen indígena, incluidos Morales. Esto no ha dejado de avivar la ira de los partidarios del presidente saliente, que se niegan a ser presididos por una racista.
La derecha y la burguesía de la región de Santa Cruz, dirigidas por Fernando Camacho, han puesto fin a sus manifestaciones, pero la población favorable a Morales sigue manifestando. Los carteles «No al golpe de estado» y las banderas indígenas son numerosas. El día de la autoproclamación, La Paz estaba bloqueada, las tiendas y las escuelas estaban cerradas, y la vida cotidiana estaba en cámara lenta.
En Cochabamba se produjeron enfrentamientos violentos con la policía y se hicieron llamamientos a la guerra civil. Las tensiones distan mucho de haberse calmado.
Al día siguiente, manifestantes del Altiplano comenzaron su marcha hacia La Paz. Si los responsables políticos de la MAS hacen declaraciones en el sentido de llamar a la calma, la base del partido es consciente de que la derecha intentará desbaratar los programas sociales que han mejorado sensiblemente las condiciones de vida de los más desfavorecidos. Está determinada a oponerse.