Una joven, Sahar Khodayari, se inmoló ante el tribunal, que la sentenció a seis meses de prisión por tratar de entrar en un estadio, disfrazada de chico, como lo hacen muchas mujeres. En efecto, desde 1979, los mullahs han prohibido a las mujeres asistir a los partidos de fútbol.
Esta discriminación contra la mujer en el deporte no existe sólo en Irán, aunque no siempre toma un giro tan trágico. Por ejemplo, el maratón femenino no se incluyó en el calendario olímpico hasta 1984. Y esto es igualmente cierto en muchas esferas.
El sacrificio de Sahar ha provocado una ola de indignación en Irán. Este acontecimiento trágico y repugnante ilustra el nivel de exasperación de las mujeres ante la barbarie medieval que se les impone. Esto impulsará, esperemos, sus luchas.