Tras el hundimiento de izquierda unida

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Noviembre y Diciembre de 1999

Las elecciones del 13 de Junio han supuesto para Izquierda Unida (IU) el ahondamiento de una larga crisis. Tras los pactos municipales con el PSOE, aparentemente y de modo oficial, la dirección daba por cerrada la crisis, en la reunión del Consejo Federal del 24 de Julio. En dicha reunión se apoyó la "unidad de acción de la izquierda", la continuidad de Julio Anguita al frente de I.U. y su reelección como candidato a la presidencia del gobierno por la coalición.

Sin embargo, desde entonces, las diferencias entre miembros de la dirección, entre corrientes o entre federaciones regionales y la dirección, siguen saliendo a la luz. Pero ninguna proclama oficial, y esto es lo más importante, puede cerrar la desorientación, e incluso el desanimo de muchos militantes de base del Partido Comunista de España (PCE) o de Izquierda Unida. Estos militantes contemplan un nuevo fiasco político. En las elecciones generales del 96, la dirección de IU auguraba el famoso "sorpasso" hacia el PSOE. No solamente no se produjo, si no que ahora I.U. ha pactado con el PSOE en condiciones de franca subordinación.

Pero independientemente de la relación de fuerzas concretas respecto al PSOE en el terreno electoral, que es un campo de maniobras para obtener mayor o menor cuota de poder en las instituciones, interesa analizar la política de fondo de I.U. y de su grupo mayoritario, el PCE, en la que el pacto con el PSOE no es una novedad, y de si responde a los intereses de la clase obrera.

Del fracaso en las urnas...

Ciertamente el descalabro electoral de I.U. fue espectacular y el suceso más comentado de las elecciones del 13 de Junio. En los comicios europeos I.U. perdió respecto al 94 el 57% de sus votos, porcentaje que representa la perdida de 1.284.417 votos, pasando de un 13% del electorado a un 5,77% y de 9 a 4 eurodiputados. En las municipales perdió 1.124.113 votos, pasando del 11,68% en el 95 al 6,50%.

En la misma noche electoral el dirigente de Izquierda Unida, Julio Anguita, trató de bandear el temporal, declarando que no encontraba explicaciones al retroceso y alababa la campaña de IU, su trabajo en Europa y su "palmarés ético irreprochable". En todo caso achacaba el retroceso a razones vagas como el "tirón bipartidista" o "errores nuestros sobredimensionados", sin aclarar cuales. Incluso poco antes de la reunión del Consejo Federal del 24 de Julio, miembros del mismo manifestaban que el documento presentado adolecía de "falta de autocrítica" y de "profusión de efectos y no de causas."

Claro que la vaguedad de las explicaciones se ajusta a una política ambigua que ha ido difuminando, desde hace año, las posiciones de clase, la defensa firme de los intereses de los trabajadores, y que se quiere presentar como el verdadero programa socialdemócrata que no aplica el PSOE. No es de extrañar, por tanto, que una parte del electorado de clase media al que se dirige I.U. (cuyo símbolo en Andalucía, por ejemplo, es el sol de los ecologistas) y votantes obreros, a los que tanto desde IU como desde el PSOE se les pide el voto útil para frenar a la derecha, sin otra alternativa a sus problemas reales, prefieran el original a la copia, es decir el PSOE.

En los días posteriores al 13 de Junio, la dirección de I.U. y el propio Anguita han remarcado el alto abstencionismo que hubo en las elecciones como justificación al hundimiento electoral. Si bien es cierto y, según cálculos publicados en la prensa, el 56% de los votantes que perdió I.U. en las europeas se abstuvo - aunque un 20% de sus votos fue al PSOE-, este hecho refleja el desanimo de amplios sectores de trabajadores por la política practicada por la izquierda en su conjunto y la incapacidad por parte de I.U. de dar una alternativa firme y claramente diferenciada a las políticas de derecha y pro patronales del PP y del PSOE. Algunos sectores de la militancia de I.U. y del PCE atribuyen esta abstención a las divisiones internas que han sacudido a la coalición, motivadas por el ansia de cargos de los dirigentes y la búsqueda de una plataforma que les permita un buen puesto en las instituciones. Por el contrario para muchos dirigentes, en consonancia con las opiniones lanzadas por los medios de comunicación y la derecha, I.U. tiene que "modernizar" su discurso, abandonar los planteamientos utópicos, adaptarse a la realidad. Para ellos uno de los mayores errores fue haber "criminalizado" durante la campaña electoral a Javier Solana.

Si bien es cierto que la lucha por los cargos es una realidad en I.U., el abstencionismo con respecto a la coalición refleja, sobre todo, una política que es incapaz, desde hace tiempo, de recoger el descontento de importantes sectores de trabajadores con el PSOE, y que favorece las ambiciones de todos aquellos que quieren hacer carrera política.

Porque más allá de las elecciones, hay toda una política que renuncia a preparar el terreno de las luchas que hagan frente a la ofensiva de la patronal y la derecha, aparte de campañas muy vagas, simbólicas y alejadas de las preocupaciones de los trabajadores, ya que esa política se centra en competir, dentro del sistema, con el PSOE, por el espacio electoral de la izquierda y situarse lo mejor posible en las instituciones. Su lema durante la campaña fue todo un símbolo de esto: "trabajamos por ti". Tanto el lema como las medidas contra el paro no se diferencian, salvo matices, en mucho de las del PSOE y no atacan la verdadera causa del paro, de la especulación y de la pobreza, que es el escandaloso beneficio de la patronal. Lejos de atacar las implicaciones profundas de las instituciones del Estado con la patronal, la inagotable fuente de subvenciones que representan para aquella, y organizar la respuesta independiente de los trabajadores, IU se limita al terreno de las propias instituciones, al debate parlamentario, a la aplicación de tal o cual artículo de la constitución.

Sin otra perspectiva que llegar a ser una fuerza de gobierno, IU, se manifestó, durante la campaña partidaria de llegar a pactos con el PSOE- no de otra forma puede obtener cuotas de pode-en los gobiernos municipales y regionales, después de identificar durante años, en sus discursos, al PSOE con la derecha. Posiblemente este hecho fue el remate que llevó a muchos trabajadores a votar directamente al PSOE y a otros al desanimo que refleja la abstención.

...Al pacto con el PSOE

A pesar de los primeros rumores de dimisión, el fiasco electoral de IU no parece haber conmovido a J. Anguita que sigue al frente de la coalición. Si bien puso su cargo a disposición de la Presidencia Federal en su reunión del 15 de Junio, logró que el estudio de su dimisión se aplazara, aunque advirtiendo que estaba dispuesto a dimitir si se cambiaba el discurso de I.U. Es más logró que el resto de la dirección, excepto él, presentara su renuncia por escrito. Todo parece indicar que Anguita quiere tener el timón firme, a pesar de todo, para llevar a cabo la única conclusión sacada de la derrota, consecuencia lógica de su política, y que no cambia ni una coma de su discurso, pactar con el PSOE. Como ha afirmado el dirigente de IU, Luis Carlos Rejón, IU y el PCE: "siempre estuvieron abiertos a cualquier negociación con el PSOE."

De hecho en vísperas del Consejo Federal de Julio, que lo reafirmaría al frente de IU, Anguita manifestaba que se mantenía el proyecto de IU pero adaptándose a la realidad. Parece que el discurso, el proyecto vale lo mismo para un roto que para un descosido, lo mismo para la política de las dos orillas que para la "unidad de la izquierda" con el PSOE.

El día 22 de Junio, coincidiendo con el debate del Estado de la Nación, IU y el PSOE llegaron a un pacto de gobierno en los municipios donde ambos suman la mayoría de concejales, sin otro programa que "frenar los gobiernos de derecha" y repartirse los sillones de concejales. Nada de un acuerdo que tenga en cuenta el famoso "programa, programa, programa" que Anguita repetía, eso sí sin mucha concreción, como condición a un acuerdo con el PSOE. El responsable de política municipal de la coalición, Francisco Herrera, declaraba que Izquierda Unida: "ha tomado buena nota de lo que ocurrió el día 13. Estamos dispuestos a introducir cambios, y los estamos haciendo"; es decir pactar con aquellos que hasta hace poco se decía eran el partido del GAL, la corrupción, las medidas anti obreras. Es más para el portavoz parlamentario de IU, Felipe Alcaraz, el error fue no haber pactado ya en las municipales del 95.

Por su parte Anguita en el debate sobre el Estado de la Nación, humildemente, se dirigió a los escaños socialistas para reiterar su oferta de dialogo, incluso para el gobierno de la nación, tras las próximas elecciones generales. Poco días antes ponía como ejemplo de alianza, el de la izquierda plural en Francia. Y para remarcarlo, ofreciendo su mejor cara socialdemócrata, citó, en su discurso del debate, a Jospin como paradigma de una política en la cual el mercado no se imponía a las exigencias del gobierno. Claro que el propio Aznar le reprocharía que citara, como ejemplo de la política de IU, a quien está llevando a cabo la mayor privatización de la historia de Francia. El caso francés ilustra bien lo que pueden esperar los trabajadores de un gobierno de "izquierda plural".

Cada vez más se abre paso, entre los dirigentes de Izquierda Unida, la perspectiva de una posible alianza de gobierno con el PSOE- la "mano tendida" que le ofrece Anguita-, si llega el caso. Pero incluso en el caso que fuera posible, después de los que 14 años de gobierno de "izquierdas" del PSOE, esa perspectiva no es como para levantar mucho entusiasmo entre los trabajadores. Habría que preguntarse muy seriamente, mediante que mágica receta, el PSOE va a hacer otra política diferente, más favorable a los trabajadores, por el solo hecho de pactar un gobierno municipal con IU. Y más cuando, precisamente, es la propia Izquierda Unida la que modera sus posiciones, en aras de la respetabilidad que le permita ser aceptada en responsabilidades de gobierno.

La única perspectiva posible para los trabajadores es tanto no dejarse atrapar en las ilusiones de que una alternancia de la izquierda en el poder puede mejorar sus condiciones de vida, como romper con la resignación y tomar confianza en sus propias fuerzas para frenar con sus luchas la ofensiva que desde hace años lleva la burguesía, bajo la cobertura ahora de un gobierno de derechas pero ayer bajo un gobierno llamado de izquierda.

Pero para eso, hoy más que nunca, es necesaria una fuerza política independiente que defienda los intereses de los trabajadores, que sea la expresión de sus preocupaciones y necesidades reales, no solo en el terreno de las luchas inmediatas, sino en la denuncia incansable e intransigente de la sociedad de clases, del Estado y sus gobiernos que están al servicio de los explotadores, en la perspectiva del socialismo y el comunismo.