La tensión entre la OTAN y Rusia al respecto de Ucrania no ha dejado de aumentar en las últimas semanas. El 21 de enero, Moscú pidió a Washington su compromiso de no integrar a Ucrania a la OTAN.
La OTAN fue creada por EEUU en la guerra fría para luchar contra la URSS, y hoy día sigue sirviendo para imponer los intereses de las potencias imperialistas occidentales. Con la incorporación de multitud de países de Europa del Este, Ucrania era de los últimos países en una posición de cierta neutralidad.
La respuesta de EEUU ha sido una negativa directa, junto a amenazas de represalias en caso de un ataque ruso. En respuesta a la declaración de fuerza de Rusia con tropas en la frontera, Washington ha puesto en alerta a 8.500 soldados y los aliados europeos han prometido apoyo de buques y tropas, como España que ya ha enviado buques al mar Negro.
Desde que acabó la guerra fría, más de 30 años, EEUU mantiene una política hostil hacia Rusia, siguiendo una estrategia de cercar y tratar de reducir su influencia; es por ello la expansión de la OTAN por todo el territorio ex soviético. Pero hay que decir que la respuesta de Putin a esta política imperialista de EEUU, también ha sido igualmente reaccionaria. Ucrania se encuentra en el centro de esta disputa.
Ni Putin ni los líderes de la OTAN actúan para defender la voluntad ni los intereses de los ucranianos. Solo son el pretexto de unos bloques imperialistas que actúan como policías del mundo y compiten entre ellos por el control de recursos, materias primas, porque el meollo de la cuestión -como siempre- es que hay muchos intereses en juego: económicos, comerciales, energéticos, estratégicos…
Solo la desaparición de este orden capitalista injusto, base del imperialismo, puede acabar con las guerras de una vez por todas. La escalada de tensiones que llevan a cabo los dos campos imperialistas no va a traer nada bueno al pueblo ucraniano, ni a ninguno de los implicados.
Por todo ello, recuperemos viejos lemas: ¡NO A LA GUERRA IMPERIALISTA! ¡OTAN NO!