En las elecciones palestinas del 26 de enero el movimiento islamista radical Hamas ha conseguido la mayoría absoluta. Al Fatah, el partido de Mahmoud Abbas, Presidente de la Autoridad Palestina desde la muerte de Yasser Arafat, sólo dispondrá en adelante de 43 asientos.

El Gobierno israelí, por supuesto EEUU, y muchos gobiernos occidentales, lamentan esta victoria de una organización islamista "terrorista". Pero "olvidan" que durante años la opresión de la población palestina por parte de Israel, se tradujo en un verdadero terrorismo de Estado. Se ha cavado una zanja de sangre entre ambas poblaciones. No se han aplicado los acuerdos de Oslo de 1993 ni las resoluciones de Naciones Unidas. La evacuación de Gaza, en agosto de 2005, no fue más que una concesión calculada, para permitir un refuerzo de la colonización de Cisjordania y los barrios de Jerusalén.

Los militantes de Hamas, parecen haber ganado una reputación de honradez. A diario proporcionan a los palestinos un apoyo que alivia en parte el desamparo en que se encuentran: alimentos, escuelas, hospitales, orfanatos, residencias para mayores, etc. Cada vez más expoliados, sin trabajo y sin posibilidades de circular libremente, los palestinos esperan quizá algunas mejoras en su vida diaria.

Pero no encontramos nada en el programa de Hamas, que pueda representar los intereses de la población pobre. Ni sabemos aún si sus costumbres "morales" más reaccionarias harán que las mujeres sean obligadas de nuevo a llevar velo. Pero lo que sí sabemos es que la solución del problema palestino vendrá dado con la fraternización de los trabajadores y pobres, tanto de Israel como de Palestina, para expulsar a los que se benefician de esta opresión: los poderosos de uno u otro bando.

06.02.06