El alto el fuego permanente de ETA, la violencia y los intereses políticos

Yazdır
abril 2006

El comunicado de ETA ha provocado una oleada de satisfacción entre la población vasca y del resto del país. Hace casi tres años que ETA no comete atentados mortales pero su comunicación pública del cese permanente de los atentados ha hecho que lo que se vislumbraba cobrara realidad. A pesar de la alegría de sectores del pueblo vasco, existe cierto escepticismo entre muchas personas que ven en el anuncio una repetición más de las treguas anteriores. Pero ahora todo parece indicar que hay posibilidades para llegar a un acuerdo que permita solucionar, por lo menos coyunturalmente, el problema de la violencia.

El miércoles 22 de marzo ETA realizó un comunicado en el cual ponía en conocimiento su decisión de cesar en los atentados de una forma permanente, dejando la posibilidad de abrir un marco negociador que reconozca las aspiraciones del pueblo vasco. Al día siguiente en otro comunicado informaba de su disposición a solucionar el conflicto vasco y el cese de la violencia. "Es tiempo de compromisos" indicaba y "la superación del conflicto es posible".

Según las informaciones de la prensa Zapatero lleva desde junio de 2005 teniendo contactos, a través de intermediarios, con la izquierda abertzale y ETA. Los compromisos pactados, según estas informaciones, significan una hoja de ruta en la cual los acuerdos políticos se realizarán a través de los partidos políticos y con ETA los aspectos "militares" del desarme y de los presos. Y evidentemente, el acuerdo norirlandés de fondo, las reformas de los Estatutos de autonomía en marcha, pueden permitir una salida al acuerdo político entre la izquierda abertzale, los nacionalistas vascos, IU y el PSOE. En lo que a ETA le corresponde serán los presos el asunto fundamental que podrá permitirle dar una salida. En todo caso, el proceso será largo y con el teatro de marionetas detrás de unos y otros, de cara a la opinión pública, su electorado y bases, para conseguir posiciones ventajosas en sus cuotas de poder del Estado.

La derecha del PP juega a atacar a Zapatero

Por lo que respecta a la derecha del PP toda su estrategia ha sido tratar de desgastar a Zapatero utilizando a las asociaciones de víctimas del terrorismo de ETA, acusando al gobierno de ceder a los "terroristas" buscando una salida negociada en la cual se aceptara el derecho de autodeterminación y una "amnistía" encubierta a los presos. El PP utiliza como arma arrojadiza los temas autonómicos y el nacionalismo. Buscando la confrontación en el terreno autonómico atacando al pacto del Estatuto catalán, acusándolo del comienzo de la desmembración de la unidad del país, ha utilizado el tema de ETA en el mismo sentido. Pero al anunciarse el alto el fuego, a pesar de las declaraciones contrarias a Zapatero y a la postura de algunos de sus dirigentes como Mayor Oreja, Rajoy ha moderado el discurso ofreciendo su ayuda al gobierno. La dirección del PP sabe que si las negociaciones con ETA son un éxito, Zapatero lo rentabilizará popularmente y electoralmente y ellos no podrán recuperar el gobierno en mucho tiempo. Saben también que si atacan a Zapatero con este tema, pueden agrupar al sector del electorado derechista a su lado, como lo está haciendo, pero corren el riesgo de quedar descolgados de las aspiraciones mayoritarias de terminar con la violencia y ahora más aún, cuando los principales países de la UE y la misma Unión han apoyado sin ambages el proceso.

Para los nacionalistas del PNV el proceso de negociación debe marcarlo una mesa de partidos vascos, buscan liderar de alguna manera, ante los vascos, las distintas fases. Pero el gobierno con Zapatero a la cabeza quiere imponer su posición: será éste el que va a marcar los pasos, los tiempos y se llevará con él, el éxito, si lo hay.

ETA y el callejón sin salida del nacionalismo y el terrorismo

En estos juegos políticos de estrategias para obtener el triunfo que les permita mantener su hegemonía social y electoral, ETA juega un papel débil, está en sus horas bajas. El apoyo social y el hartazgo de los vascos ante los atentados, el punto de inflexión que supuso la muerte del concejal del PP Jaime Blanco y el atentado integrista en Madrid del 11-M, ha marcado el camino de la negociación, sin otra salida posible a la vista. Este grupo que actúa con los métodos terroristas, ha demostrado que el nacionalismo y el terrorismo, son incapaces de dar salida a sus objetivos políticos. En efecto, ETA, encerrada en sí misma, en su propia lógica, ha opuesto su aparato militar al Estado español, en una guerra de desgaste en la que tenía siempre las de perder, en el contexto europeo actual. Su violencia cada vez más ciega impedía cada vez más justificar los atentados al sector del pueblo vasco radicalizado y nacionalista en los cuales se había apoyado. Ni siquiera la ilegalización de la izquierda abertzale, pudo ser impedida por la movilización popular.

Esto no significa que el problema vasco desaparezca, o que los sectores vascos radicalizados de la juventud y de los trabajadores abandonen sus expectativas. El llamado conflicto vasco obedece a causas históricas: de la incapacidad de la burguesía española de resolver el problema nacional surgido en las contradicciones de la formación del Estado moderno peninsular y proviene en última instancia del franquismo que con su bárbara represión no dejó de asesinar y reprimir a los trabajadores y la población vasca. Es más, con la nueva etapa de la monarquía parlamentaria hubo momentos, cuándo le convino, en que el Estado no ha dejado de utilizar la tortura, la guerra sucia, la censura política y las ilegalizaciones de los sectores vascos independentistas como medio de presión e impedir su desarrollo.

Es más, electoralmente la izquierda abertzale ha obtenido sus mejores resultados en tiempo de tregua y con el PCTV, creado a raíz de la ilegalización de Batasuna. Esto significa que hay un sector del pueblo vasco que tiene por referencia esta izquierda nacionalista que responde y es atraída por posiciones radicales ante la política de la burguesía. Así, cuando HB se presentó en todo el país a las elecciones europeas tuvo un apoyo considerable de la extrema izquierda y de los sectores más izquierdistas de la población. Por eso aunque ETA dejara de existir una fracción importante y radicalizada del País Vasco y en todo el Estado seguirá existiendo, pues los problemas sociales no desaparecen. De igual manera la existencia de sectores nacionalistas e independentistas no va a desaparecer aunque desaparezca ETA. El problema está en qué política se traducen los problemas de los trabajadores y de la sociedad: si con un programa obrero y comunista o a través del nacionalismo en sus distintas variantes más o menos radicales, como por ejemplo sería la izquierda abertzale en Euzkadi, el ERC en Cataluña, o la CUT-SOC en Andalucía ahora en IU.

Precisamente uno de los problemas de la izquierda revolucionaria en España y en el País Vasco es el nacionalismo. Los sectores que apoyan a la izquierda abertzale en Euzkadi corresponden a la parte de la juventud y de la clase obrera más radicalizada ante la opresión del capital. Su tradición combativa ha escrito páginas heroicas del movimiento obrero vasco. Desde los astilleros de Euskalduna, a las del metal, las huelgas de los trabajadores vascos han sido duras y luchadoras. Tanto en el País Vasco como en las otras partes de España durante la transición, el nacionalismo ha jugado un papel integrador de toda esta energía luchadora hacia objetivos nacionalistas. Sea la autodeterminación, las autonomías, los derechos históricos de los pueblos - derechos por otra parte democráticos y que debemos defender - etc., estos objetivos han marcado en un primer plano las luchas y alternativas políticas. Así pues han sido estos objetivos los que han suplantado los ideales de la lucha obrera y el socialismo. Esto llevó a la deformación y el plegamiento a los nacionalismos de la izquierda y extrema izquierda. En definitiva, esta desviación de las luchas hacia el nacionalismo ha sido uno de los factores que ha impedido la posibilidad de creación de una izquierda revolucionaria que pusiera en primer plano un programa obrero, contra el capital, basado en el internacionalismo. Como consecuencia de aquellos polvos, estos lodos: el papel de la izquierda abertzale ha llevado a un atolladero político a las reales aspiraciones de los sectores radicalizados de la juventud y obreros que ven como ETA y el nacionalismo se convierten en un callejón sin salida donde esperan a la entrada los administradores del régimen y su Estado.

El terrorismo etarra es utilizado para defender la "democracia" de la burguesía y del capital

En estos días vemos también como una vez más se crea la unidad nacional de los partidos de derecha e izquierda ante el problema de ETA y la negociación. Zapatero ya ha pedido el apoyo del Parlamento a la negociación y en qué condiciones. Sólo el PP no apoyó la moción parlamentaria aprobada. Ahora ya han dicho, obligados por las circunstancias, que apoyarán a Zapatero siempre manteniendo la Constitución y si no se cede en la autodeterminación y en el Estado de derecho. En realidad desde la transición, ETA y sus atentados han sido un argumento rentable para atraer tras de sí a la población, ocultar los problemas reales de la gente y conseguir apoyo político y electoral. Siempre han esgrimido la unidad de los "demócratas" contra el terrorismo, con el fin de mantener el régimen.

Ahora los socialistas, Izquierda Unida, y demás partidos parlamentarios, siguen la misma política. Todos están agrupados y unidos para defender la "democracia" en contra del terrorismo y el proceso de negociación con ETA. Así pues, detrás de la "democracia" de la que hablan se esconde un Estado que organiza, ayuda y protege el régimen de explotación del capital contra el mundo del trabajo. Se vende por democracia una monarquía parlamentaria y un Estado que está al servicio de la patronal y de los ricos. Si entendemos la democracia como el control social de la población sobre la producción económica, las empresas, los barrios y las ciudades, es decir, sobre la sociedad en general, tendremos una limitada democracia, restringida a la papeleta de voto, un día, cada cuatro años. Los demás días del año quienes dominan la sociedad son los grandes grupos capitalistas, que contratan y despiden a placer, explotan y producen obteniendo el máximo beneficio a costa del mundo del trabajo.

Y cuando se habla de Estado de derecho, parece que éste no existe para los trabajadores que mueren en el tajo, los que son despedidos, los que son contratados en precario, los inmigrantes que son sobreexplotados etc., o para los más pobres y débiles que son siempre machacados por el sistema judicial y los jueces de turno, que benefician a los más ricos, los Botín, Mario Conde etc. y farruquitos de la farándula. Y si hablamos de las víctimas del terrorismo de ETA, ¿dónde está el Estado de derecho para las víctimas del terrorismo de Estado? ¿dónde están los juicios al genocidio del franquismo?, y ¿dónde están los juicios a los crímenes de esta democracia parlamentaria que de 1976 a 1980 mató a más de 100 personas a manos de sus fuerzas de orden público?

Los trabajadores sólo podemos confiar en nosotros mismos

En general una honda satisfacción se siente en la gente que ve como puede desaparecer el terrorismo de ETA. Naturalmente ésto es una buena noticia y si se produce la negociación y la disolución de ETA, la salida de los presos y el fin de los atentados será completa, pero no podemos dejar de decir que tanto ETA como el Estado llamado democrático no van a conducir a la solución de los problemas sociales de fondo que tiene la sociedad española, pues su solución es nacionalista y por lo tanto burguesa, sea españolista o vasca. Esta situación y el posible final de la violencia de ETA enseña que la solución nacionalista y armada de este grupo sólo conduce al fortalecimiento del Estado burgués, pues en todo caso, la autodeterminación sólo conduciría a la posible creación de otro Estado, con su aparato militar, su organización política y siempre quedaría a salvo la propiedad de los grandes grupos capitalistas. Y en el caso vasco ha canalizado las energías luchadoras hacía estos objetivos estériles para los trabajadores. Pues existe una violencia de clase que el Estado protege contra los trabajadores y la población que la sufrimos diariamente el mundo del trabajo y combatir esta violencia necesita de un programa obrero que ponga coto y fin a la explotación de la patronal y sus gobiernos.

Zapatero ya se ha apuntado un tanto, es posible, que lo más probable sea que gane su partida y entonces la derecha del PP quedará en la oposición años. Pero no podemos olvidar, como Blair en Gran Bretaña, que Zapatero no ha solucionado los problemas de fondo de la clase trabajadora: ni los bajos salarios, ni la pérdida de poder adquisitivo de los salarios con la subida de precios, ni la precariedad laboral, ni los despidos y tampoco el terrorismo patronal que conduce a las muertes en el tajo. Es más, aparte de sus leyes en contra de la violencia de género y del matrimonio homosexual, lleva una política de apoyo al capital y la patronal manteniendo los beneficios millonarios de banqueros. Por lo tanto, el éxito de la desaparición de ETA le servirá para obtener la cortina de humo y el crédito popular para seguir en el gobierno. Los trabajadores no podemos caer en la trampa de la inactividad y la confianza en estos políticos, sólo podemos confiar en nosotros mismos, sólo tenemos la seguridad de que con nuestra lucha podremos obtener nuestros derechos.

26/03/06