La ministra Ana Mato ha dimitido, dice que para no perjudicar a su partido por su implicación en la trama Gürtel. Se nota que ya se aproximan las elecciones. Casi al mismo tiempo Rajoy acaba de presentar en el Congreso sus medidas "anticorrupción" -nada nuevo bajo el sol- pero el descrédito del gobierno es ya tan grande que difícilmente se va a recuperar.
Su biografía está clara para muchos: fue la ministra que obligó a los jubilados a pagar medicamentos, dejó a muchas personas - y no sólo a inmigrantes- fuera de la sanidad pública, obligó a personas enfermas a pagar parte de sus medicinas, a los enfermos de hepatitis C sin el tratamiento que requieren para sobrevivir, ha recortado presupuesto en materia de violencia machista, por no hablar de cómo ha gestionado la crisis del ébola. Sus tres años en el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, han sido un calvario para muchas personas. Su objetivo era ahorrar en Sanidad unos 7.000 millones de euros y se baraja la cifra de que son unas 900.000 personas a las que ha dejado sin cobertura sanitaria pública.
Mientras ponía a funcionar la tijera, ella y su entonces marido -también del PP- recibían regalos de empresarios, viajes, artículos de lujo, les sufragaba gastos familiares... Sonadas fueron sus declaraciones cuando fue preguntada por el jaguar que su ex marido guardaba en el garaje y que ella nunca vio
Ana Mato fue una de las redactoras del código ético del PP, un código de buenas prácticas, y Rajoy la consideraba una ministra "magnífica". Ahora Ana Mato tiene que cambiar el sillón del Congreso por el banquillo de un juzgado por haber sido "partícipe a título lucrativo" de los delitos atribuidos a su entonces marido.
¡Su dimisión llega tarde!