Desde hace más de tres meses Israel ha bombardeado Gaza sin descanso. El balance es terrible. En este tiempo, 25.000 palestinos ya han sido asesinados bajo las bombas, de entre ellos, muchos niños; más de 61.000 han sido heridos. A esto se suman los numerosos desaparecidos bajo los escombros de las ciudades, escuelas, hospitales y campos de refugiados atacados por el ejército israelí.

Gaza es una estrecha franja de terreno de 51 kilómetros de largo y 351 km2, donde vivían cerca de 700.000 personas. Una población cercana a los habitantes de Sevilla y el doble de su superficie.

La actuación del ejército israelí es un genocidio, es decir “el exterminio o eliminación sistemático de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”. La Corte Internacional de Justicia ha ordenado a Israel que adopte todas las medidas para impedir actos de genocidio contra la población… Pero esta corte de justicia no tiene ningún poder. Y la razón de esto es el apoyo dado directamente y militarmente por EEUU, Gran Bretaña y la UE a Israel como gendarme en una zona geográfica vital para sus intereses capitalistas. Oriente Medio es vital para los negocios de las grandes multinacionales.
Esta violencia ciega generará aún más violencia y enfrentamiento pues son los intereses del imperialismo, de los nacionalistas y sionistas los que impiden un acuerdo.

La única solución posible y de paz duradera sería el establecimiento de un país laico, donde convivan en igualdad sus habitantes, sean judíos o musulmanes, sean israelíes o palestinos y donde los medios de producción sean colectivos y en manos de los trabajadores y trabajadoras.

Rechazar el genocidio y la política de apartheid y colonización impuesta por el Estado israelí en Gaza y Cisjordania es deber de toda la clase obrera en el mundo.