La subida de precios debido a la inflación ha afectado a todos los productos de consumo de manera general. El precio de la vivienda es el ejemplo más palpable de los intereses en juego de la clase capitalista. Los préstamos bancarios y las hipotecas están por las nubes debido a la subida de tipos bancaria. Mientras la mayoría de la población sufre dificultades para salir adelante en este escenario, muchos obtienen suculentas ganancias de la crisis. Las crisis son, para éstos capitalistas, un negocio más.
Comprar un piso en España ha sido, en el primer trimestre de 2022, un 8,5% más caro que hace un año, según los últimos datos del INE. Es la mayor subida de precios vista desde el segundo trimestre de 2007, hace 15 años, cuando el ladrillo estaba en el clímax de la burbuja. Entonces, la vivienda venía de dispararse un 11,6%.
La subida de tipos ordenada por el Banco Central Europeo tenía como finalidad según las autoridades monetarias, frenar la inflación. Explican que haciendo que el crédito sea más caro, la economía se ralentizará, provocando la bajada de la inflación. Como consecuencia el Euribor, indicador del precio de las hipotecas, se ha disparado. En enero su valor estaba en -0,477 puntos, bajando algo más en marzo. En abril su cifra se sitúa en +0,413 puntos y ha continuado subiendo sin detenerse en los 2,88 puntos del pasado noviembre. En lo que llevamos de diciembre, su valor no ha bajado de los 2,80 puntos. Comprar o alquilar una vivienda es una tarea imposible para una gran parte de la población.
Bancos, inmobiliarias y empresas se han llenado los bolsillos gracias al suculento negocio inmobiliario. Desde el final de la pandemia han vivido un festín. En septiembre, según los datos INE se vendieron en España 57.333 viviendas. El País dice “cifra muy buena en términos absolutos. Es el mejor septiembre en operaciones desde 2007.”
El número de viviendas vendidas en lo que va de año roza el medio millón, a falta del cierre del último trimestre significa que 2022 superará las 566.000 compraventas de 2021; son las cifras más altas desde tiempos de la burbuja. La especulación está a todo gas y nos lleva al próximo crack inmobiliario.
Para la clase trabajadora en general y para una gran mayoría que sobrevive con salarios de miseria y trabajos precarios, el acceso a la vivienda es cada vez más un lujo inalcanzable