A nivel europeo la pandemia por Covid19 está golpeando fuerte en esta llamada “segunda ola”, y muchos medios señalan –aún con el baile de cifras existente- que España está a la cabeza en contagios y muertes de Europa y a la cola en las medidas para frenarlos. Los primeros y los últimos. Según la propia OMS en España se han encendido todas las alarmas por su alto nivel de transmisión del virus y por el menor número de medidas que aplica para frenarlo comparada con, por ejemplo, Reino Unido, República Checa o Italia, y esto a pesar de tener más contagios.
Los casos diarios de COVID-19 en Europa ya superan los registrados en los peores momentos de la pandemia. Países como Reino Unido y Alemania han endurecido en estos últimos días las medidas restrictivas que ya tenían para hacer frente al virus de forma que se han ampliado, por ejemplo, las restricciones al ocio nocturno o las reuniones sociales. En Reino Unido el gobierno pide el teletrabajo para todas las oficinas.
La república checa es el segundo país europeo, tras España, en contagios. La propagación del virus se disparó tras el verano, cuándo se suavizaron las medidas restrictivas de forma que también allí están a unos niveles peores que en la primera oleada de la epidemia; el ministro de Sanidad checo ha tenido que dimitir por ello, estando la capital con una incidencia de 270 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días, según datos de mediados de septiembre. En la Comunidad de Madrid, esta tasa era de 700. Aquí lejos de dimitir Isabel Ayuso, le echa un pulso al gobierno.
Pero los casos empeoran por todas partes; con el final de los confinamientos, el comienzo de las escuelas y de la reactivación laboral, el virus se expande. Por ello dicen las recomendaciones europeas, es fundamental, el rastreo rápido de los contactos, pruebas a gran escala y cuarentenas.
En España todo esto está brillando por su ausencia y el deterioro de la sanidad pública, tras años de recortes criminales, es patente. Hacer frente a la pandemia, necesita más recursos y reforzar la sanidad pública es una tarea pendiente que no se puede postergar: se necesita capacidad en los hospitales y unidades de cuidados intensivos, equipos de protección personal, pero también una mayor presencia de la atención primaria y comunitaria. Sabemos que necesitamos proteger a nuestros trabajadores sanitarios y a otros trabajadores de primera línea que mantienen la sociedad funcionando, como el profesorado, pero también conductores, limpiadoras y un largo etcétera. La solución la tenemos: otra cosa es que hay que buscar los recursos allí dónde están: ¡en los bolsillos de los capitalistas!