Comienza el año 2019 y la tasa de paro en nuestro país se mantiene por encima del 14%. La precariedad y temporalidad laboral aumentan. Los bajos salarios elevan los niveles de pobreza en las familias. Todo lo contrario de los empresarios y banqueros; sus beneficios siguen subiendo.
Un año que acaba y el paro laboral en nuestro país no se resiste a descender. Al inicio de la crisis en 2008, se perdieron 19 mil puestos de trabajo. La tasa de desempleo subió rápidamente hasta situarse dos años después en un 20% y en 2014 en un 23,67%. Los salarios cayeron entre 2008 y 2015 más de un 8,5% del poder adquisitivo. Por su parte, las familias perdieron un 37% de riqueza entre 2008 y 2014.
La clase trabajadora es la que lleva la peor parte de una crisis que no ha acabado y que continúa sufriendo toda clase de privaciones, como el paro y los bajos salarios o pensiones, pero también en recortes en servicios y atención públicos. En cambio esa misma crisis sigue reportando beneficios a unos pocos capitalistas. Todos ellos salieron beneficiados durante la crisis y continúan exprimiendo al mundo del trabajo.
Examinando la evolución de las cifras año a año, mostradas por distintos medios, se aprecia que, a pesar de las leves subidas de la ocupación, aún estamos muy lejos de alcanzar cifras de empleo decentes. Pero es que, además, ese aumento del empleo lleva aparejada una alta temporalidad, el empleo fijo ha quedado para los libros de historia. La temporalidad genera más explotación laboral y bajos salarios. De hecho, la temporalidad en España sigue creciendo y es la mayor de Europa. Se sitúa, según Eurostat, en el 27,5%, su nivel más alto desde 2008.
Contratos de un año, de seis meses o por días. Los contratos por hora son habituales, así como las horas extras no pagadas. Con la suma de todas las horas extras realizadas por un trabajador en un año daría para contratar a muchos más. La flexibilidad que han traído las reformas laborales en las contrataciones, permiten ahorrar millones a muchas empresas y empeora las condiciones laborales de la clase trabajadora.
Una gran parte de los contratos laborales son movidos a través de las empresas de trabajo temporal, un mercado donde se compra fuerza de trabajo y se vende mayoritariamente trabajo explotado o en precario. El patrón ahorra en sueldos y empeoran las condiciones laborales.
De enero a septiembre de 2018 fueron contratados 621.970 trabajadores a través de estas ETT, mientras que, en ese periodo, estas ETT realizaron más de 3 millones de contratos de todo tipo de puesta a disposición. Esto nos da una idea del elevado índice de temporalidad que, apoyadas en las ETT, aplican muchas empresas a los trabajadores.
Detener el deterioro de las condiciones laborales debe ser el objetivo de las luchas de la clase trabajadora. Por mejorar sus condiciones de trabajo, los trabajadores deben apoyarse los unos a los otros, frente a la división que la empresa pretende imponer. Separados, los trabajadores son vulnerables, pero unidos y firmes en sus reivindicaciones, pueden arrancar esas mejoras laborales a los empresarios y conseguir cambiar las cosas.
Una idea de principio es reivindicar mejoras de las condiciones laborales en las subcontratas, equiparándolas a las de la empresa matriz, para eliminar las desigualdades en la plantilla de trabajadores. Unos y otros, la clase trabajadora, debe aprovechar su número para arrancar mejoras. La clase trabajadora sólo se tiene a ella misma, su lucha es el único camino si se quiere ganar la batalla contra la explotación capitalista.