Nuestros objetivos en las dos campañas electorales de 2022 (extractos)

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Textos de congreso de Lutte Ouvrière - Diciembre de 2021
Diciembre de 2021

El primer objetivo es, evidentemente, defender y propagar nuestras ideas políticas comunistas y revolucionarias, utilizando la legalidad del parlamentarismo burgués. Seguimos con la práctica de nuestros antecesores en la corriente socialista, en tiempos en los que ésta era revolucionaria. Una práctica que aplicaron los bolcheviques en las pocas ocasiones en que pudieron hacerlo bajo el zarismo, y luego la Internacional comunista de Lenin y Trotsky.

Al igual que en todas las campañas, con las elecciones presidenciales nos expresaremos en una escala superior a la habitual en las actividades diarias. La elección a presidente de la república es la que más recursos ofrece según la normativa electoral, aquí en Francia. También es la que más interesa al mundo laboral: con esa campaña hay más trabajadores que se preocupan por la política.

Tengamos conciencia de los límites entre los cuales están encerradas nuestras posibilidades de expresión en una campaña oficial. A pesar de la igualdad formal que garantiza a todos los candidatos un acceso a los medios públicos, en realidad la palabra no se da de la misma manera a los candidatos según se trate de un pequeño o un gran partido.

Si bien se garantiza un determinado tiempo de palabra en los canales de televisión pública, en realidad para una organización como la nuestra hacen lo mínimo. En lo que se refiere a la prensa escrita y los canales privados, están bajo el control de Bolloré, Dassault, Niel etc.

Además, incluso cuando nos invitan en los platós, en programas o entrevistas, el periodista se preocupa sobre todo por llamar la atención sobre sí mismo. Por lo general, es imposible desarrollar nuestras ideas.

La mayor parte de la campaña se basa en la actividad militante de nuestros compañeros, y de todos aquellos que comparten nuestras ideas. Debe orientarse hacia los trabajadores.
Aun en un régimen parlamentario, supuestamente democrático, no es de esperar que la burguesía favorezca la igualdad entre los candidatos que defienden el orden social actual, el capitalismo, y los que lo combaten.

“Ni reír ni llorar, sino entender.” Por lo que una organización comunista revolucionaria debe dotarse de medios de expresión propios para desarrollar sus ideas y llevar a cabo su propaganda y agitación, ya sea durante las campañas electorales como fuera de ellas.

Además de nuestras pocas intervenciones en los grandes medios, nuestros boletines y la política que defendemos en los editoriales son nuestros mejores instrumentos para dirigirnos al núcleo de nuestro bando social: los trabajadores de las grandes empresas.

Sin embargo, sería un error no aprovechar las posibilidades que ofrece un sistema político que se reivindica democrático.

Es preciso concebir cada intervención nuestra en los platós de tele o en la radio como una lucha, y no como una tranquila explicación de nuestras posiciones.

Más allá de lo que permiten las campañas electorales para dirigirse a la clase trabajadora, tenemos que aprovechar los elementos que, en el contexto actual, nos permiten avanzar en la construcción del partido.

El contexto actual viene marcado en primer lugar por la crisis económica y sus muchas consecuencias sobre las condiciones de vida de los trabajadores. Es un contexto en que los trabajadores no están dispuestos a luchar. Pero sí escuchan y se plantean muchas cuestiones. Cada día tienen menos confianza, o ninguna, en el juego electoral.

La situación ofrece pues posibilidades pero presenta dificultades. La pérdida de confianza en los partidos que antes pretendían hablar por los trabajadores no equivale a una toma de conciencia. La mayor receptividad de las clases populares a las ideas favorece en primer lugar a los demagogos que utilizan los prejuicios y el obscurantismo. Pero puede ser el punto de partida para argumentar y acaso convencer.

El retroceso profundo del movimiento obrero político pesa en las conciencias. Las traiciones pasadas de las organizaciones políticas que se proclamaban representantes de los intereses del mundo laboral, así como las decepciones que provocaron, se expresan sobre todo mediante la abstención en las elecciones y el apolitismo, o sea el rechazo a toda clase de política, incluso la defensa de intereses obreros. La pérdida de conciencia de clase deja la puerta abierta a toda clase de embaucadores, con sus falsas respuestas a las preguntas que plantea la degradación de la sociedad capitalista en crisis.

Los resultados electorales reflejan la opinión pública en un momento determinado. Pero se trata de un reflejo indirecto y deformado. El curso actual, reaccionario, no deja esperar que una parte significativa de los votantes obreros se agrupe en torno a nuestras ideas.

Para convencer de nuestros objetivos hay un obstáculo: la falta de luchas masivas en la actualidad, y por tanto el escepticismo de los trabajadores. Nos enfrentamos a su sentimiento de debilidad y división. Al nivel individual, sin embargo, se puede convencer de nuestras ideas, y ganar tanto a futuros militantes dispuestos a dedicar su existencia a la causa de la revolución como a trabajadores que, sin tener la misma disponibilidad, compartan nuestras convicciones y se sientan “en el bando de los trabajadores” y su lucha. Quienes sean convencidos en ese periodo de retroceso tendrán una relación más estrecha con nosotros. Para convencer de verdad a la gente, es preciso un trabajo individual, sostenido, obstinado. La gente que de esa manera se convence demuestra una fidelidad profunda.

Sólo con una subida de combatividad de la clase obrera nuestras ideas podrán difundirse más allá de los pequeños círculos de militantes y simpatizantes. Es una condición necesaria pero no suficiente. Para que las ideas comunistas revolucionarias parezcan una perspectiva a la clase obrera, son necesarias mujeres y hombres unidos por el programa revolucionario, para llevar estas ideas y defenderlas, o sea un partido.

Nuestro objetivo central en las dos campañas sucesivas de 2022 es avanzar, lo más que se pueda, en el camino de la construcción del partido.

Repasando el balance de las caravanas de este verano, se sacan dos conclusiones. Por un lado, se nota que es más fácil hablar con la gente y especialmente con los nuestros. Queda claro que no se trata de una radicalización, sino de la expresión de la inquietud, la desmoralización, ¡y ni siquiera sabemos si nos votarán! Pero consideremos que la posibilidad de militar en esta situación es una oportunidad y tenemos que aprovecharla.

El retroceso del movimiento obrero no sólo se manifiesta en el campo político. Uno de los aspectos del movimiento obrero siempre ha sido luchar por la cultura del pueblo trabajador. Los partidos socialistas en su origen, luego los partidos comunistas cuando de verdad lo eran, gastaban su energía aportando conocimientos y cultura a sus militantes y simpatizantes.

Lo que esencialmente queremos es poner al trabajo con nosotros a más mujeres y hombres que compartan nuestro objetivo fundamental de cambio revolucionario de la sociedad – y politizarlos, estrechar la relación con nosotros. También queremos comprometer a más gente en nuestra campaña electoral, tal y como lo hicimos en las municipales de 2020 y en las regionales de 2021 – pero con amplitud reducida por el contexto de la covid.

Si lo conseguimos, lograremos utilizar las dos campañas como un paso adelante en el camino de la construcción del partido comunista revolucionario. Un paso pequeño, modesto, porque los grandes pasos sólo se dan en tiempos de subida de la combatividad obrera, cuando una organización como la nuestra y sus militantes pueden tener mayor impacto. El verdadero crédito político sólo se consigue en las luchas, porque sólo en ellas, con una política correcta, mereceremos la confianza de los trabajadores.

5 de noviembre de 2021