Durante la pandemia, la fortuna de los más ricos del mundo no ha disminuido sino todo lo contrario. Digamos que no ha dejado de aumentar. Ha pasado de 8 billones de dólares a 13,1.
Aquí es cuando el capitalismo deja visible su rostro más depredador y antihumano ya que ni con pandemia deja de explotar y de incrementar sus beneficios hasta límites inalcanzables. Y da igual si es a costa de la salud de millones de personas, de trabajadores, viéndose obligados por la necesidad económica a acudir a sus puestos de trabajo, viajando en un vagón o en un autobús repleto de gente sin medidas de seguridad.
En momentos como estos, en mitad de una pandemia es cuando se desmorona la farsa que repiten los medios de los capitalistas de que los empresarios son quienes producen la riqueza ya que todos los días hemos visto como millones de trabajadores en todas partes del mundo se han visto empujados a acudir a su trabajo por la presión de la patronal para que sus beneficios no se vieran afectados. La única solución a este sistema capitalista es que la clase obrera se organice en un partido revolucionario de los trabajadores para establecer una sociedad nueva, donde la propiedad sea colectiva y se encargue de garantizar las necesidades humanas.