Éste sería el principio del período reaccionario llamado “Bienio Negro”. Todas las medidas que habían sido tomadas contra la Iglesia y los propietarios de bienes raices fueron abolidas. La ley de reforma agraria fue abandonada en la mayor parte de las regiones. Las tierras ocupadas eventualmente debieron ser evacuadas. 1934 fue el año de la gran ofensiva de los terratenientes, para bajar los salarios y despedir a los jornaleros sindicados. Su fórmula : ¿Tenéis hambre? ¡Coméos la República !
La extrema derecha se mostraba cada vez más amenazadora. Monárquicos y fascistas de Falange aprovechaban cualquier acción para pavonearse.
El Partido Socialista habla de revolución…
Ante esta situación y la amenaza de que llegase al poder la derecha antiparlamenteria, con el partido de Gil Robles, una parte de los dirigentes del PSOE y en particular Largo Caballero, empezaron a utilizar un vocabulario cada vez más radical.
La llegada de Hitler al poder en 1933 en Alemania, los acontecimientos de febrero del 34 en Austria y en Francia provocaron por todas partes un giro a la izquierda de los socialistas, que se sentían amenazados en su propia existencia por la subida del fascismo.
En adelante, Largo Caballero afirmaría que la república democrática había tenido su cometido y que el objetivo de los socialistas debía de ser la conquista del poder y la dictadura del proletariado.
Estos propósitos fueron acogidos con entusiasmo por los trabajadores de la ciudad y del campo. No es voluntad lo que falta desde 1930, sino dirigentes decididos. El Partido Socialista crece considerablemente. Las juventudes socialistas ganaron, en algunos meses, miles de miembros.
Los jóvenes, los trabajadores, cogían la palabra a los discursos de los dirigentes. Pero estos, enarbolando la amenaza de la revolución sin prepararla realmente, esperaban intimidar a la burguesía por medio de estas amenazas y disuadirla de confiar el gobierno a la CEDA. Y cada vez que un enfrentamiento decisivo se avecinaba, los dirigentes del PSOE y de la UGT escurrían el bulto.
…pero no quiere hacerla
De esta forma, mientras que el dirigente de la derecha reaccionaria y fascista, Gil Robles, se preparaba para concentrar sus tropas en una gran demostración de fuerza el 22 de Abril de 1934 en Madrid,dos dirigentes socialistas eligieron primero no hacer nada, bajo pretexto de no dispersarse en luchas parciales, ahora que todo estaba preparado, decían, para la revolución. Pero, inquietos, en el último momento, llamaron la víspera a la huelga general. A pesar de la falta de preparación la respuesta de los trabajadores fue unánime. Madrid se transformó en una ciudad muerta. Todos los medios de transportes que debían de llevar a los manifestantes fueron paralizados. Gil Robles no pudo reunir más que a 10.000 personas : un fracaso. Pero la política de los dirigentes socialistas no permitió a la clase obrera aprovechar los frutos de su victoria.
Más criminal fue aún la política del PSOE cuando la gran huelga de trabajadores agrícolas del verano de 1934. >La Federación Nacional de los Trabajadores de la Tierra, de la UGT, llamó a la huelga en el momento de la cosecha, a partir del 1° de Junio, para obtener los salarios de antes de 1933, y el fin de las discriminaciones en el reparto del trabajo.
Pero, bajo la excusa de reservarse para la revolución, los dirigentes socialistas y de la UGT, rechazaron las ocasiones de movilizar a los trabajadores para arrancar victorias parciales y preparar de este modo concreto la insurrección. La UGT rechazó sostener a los trabajadores del campo y también rechazó llamar en solidaridad a los obreros a la huelga.
En el campo, la huelga, que implicaba a cientos de miles de trabajadores, fue vencida región por región. Siete mil obreros agrícolas fueron encarcelados. El 20 de Junio los obreros agrícolas vencidos, desmoralizados, volvieron al trabajo.
Si el proletariado industrial hubiese apoyado la huelga de los del campo (y seguro que lo hubiese hecho de ser llamado) esto hubiera impedido al gobierno concentrar todas sus fuerzas de represión en el campo, reforzando la solidaridad de los trabajadores de la ciudad y del campo en una lucha común que hubiera evitado la derrota por separado. Cuando el proletariado se sublevó en Octubre, los campesinos no estaban en condiciones de ayudarle.
Los trabajadores toman la palabra al Partido Socialista
Los dirigentes socialistas que afirmaban desde hacía meses que todo estaba preparado para la insurrección dijeron que la pondrían en marcha si la CEDA entrara en el gobierno. Pero cuando el nuevo gobierno tomó tres ministros de la CEDA, el 4 de Octubre de 1934, los dirigentes del PSOE escurrieron, una vez más, el bulto.
En lugar de la insurrección anunciada, llamaron a una “huelga general pacífica”. La CNT se negó a llamar a una movilización dirigida por la UGT. Sin embargo la huelga fue secundada en las principales ciudades del país.
En Madrid, desde el 4 de Octubre de 1934 por la tarde, un gentío inmenso invadió las calles, esperando febrilmente la distribución de armas : los huelguistas creían que la consigna de “huelga general pacífica” era una argucia destinada a desorientar al gobierno. Los trabajadores esperaron toda la noche y aún la mañana del día siguiente. Pero los dirigentes del PSOE habían desaparecido dejándolos sin consignas y sin perspectivas. Por la tarde el gobierno se hizo dueño de la situación. Todos los dirigentes socialistas fueron detenidos.
La insurrección en Asturias
Sólo los asturianos se levantaron, por iniciativa de militantes locales de todas las organizaciones de izquierda, incluyendo a la CNT, que se habían agrupado en una Alianza Obrera para preparar la insurrección, que ellos la habían tomado en serio.
El movimiento partió, la mañana del 5 de Octubre, de la ciudad minera de Mieres. “Alrededor de las 8,30 de la mañana”, cuenta Manuel Grossi, militante de la Izquierda Comunista y que fue uno de los dirigentes, “una muchedumbre de alrededor de 2000 personas se reúne ante la alcaldía de Mieres, ya ocupada por los obreros insurrectos. Proclamó la República Socialista. El entusiasmo fue indescriptible.”
El objetivo inmediato era el ataque a los puestos de la Guardia Civil, a las alcaldías y otros edificios claves de las ciudades y pueblos de la provincia. Oviedo, la capital, fue tomada por 8.000 mineros. Después de tres días, una gran parte de la provincia estaba bajo el control de los insurrectos.
En cada Ayuntamiento se constituyó un comité revolucionario. Este aseguraba el abastecimiento y organizaba milicias armadas. Las fábricas de armas de la provincia trabajaban día y noche para abastecer a las milicias y al ejército rojo (es el nombre que se puso el ejército de mineros insurrectos). En diez días de 30.000 a 50.000 obreros se armaron. Los mineros utilizaron el arma que conocían bien : la dinamita.
El general Franco fue el encargado de reconquistar la provincia. Dudando de la eficacia de las tropas regulares, hizo llamar a la Legión. La resistencia encarnizada se prolongó hasta el 20 de Octubre. Las ciudades mineras fueron reducidas por los bombardeos, la artillería y finalmente en combates cuerpo a cuerpo. Faltándoles armas y municiones, los revolucionarios terminaron por rendirse.
La represión fue terrible, salvaje, marcada por las torturas, los asesinatos y las violaciones. Hubo del lado de los revolucionarios 3.000 muertos y 7.000 heridos. 40.000 personas fueron encarceladas. Las Casas del Pueblo de la región fueron convertidas en prisiones.
La insurrección de Asturias, a pesar de su derrota, volvió a dar coraje a la clase obrera. Constituía un ejemplo y una esperanza de futura victoria. La liberación de los prisioneros se convirtió, para los obreros, en una razón complementaria para su lucha.
La evolución de la política de las organizaciones obreras: hacia el Frente Popular
En el transcurso del año 1935 se dió una recomposición del movimiento obrero, que se tradujo en una evolución hacia la derecha de las direcciones de todas las organizaciones obreras. El PSOE gracias a su trayectoria radical de 1934 había aumentado su influencia y la represión que había golpeado a sus dirigentes, encarcelándolos, los había convertido en héroes. Esta influencia la utilizará para reanudar en 1935, la política de alianzas con los republicanos burgueses. Alianza que terminará siendo el Frente Popular.
El PC, que era entonces un partido pequeño, sin gran influencia, abandonó su política ultra sectaria bajo las órdenes de Stalin que buscaba, después de llegar Hitler al poder, una alianza con las burguesías occidentales. De aquí en adelante los partidos comunistas deben demostrar que son un factor de orden y estabilidad para sus burguesías nacionales. El PC se convirtió en el teórico del Frente Popular.
Una evolución política se inició también en las filas anarquistas, hacia un abandono de su apoliticismo. Esto los llevaría algunos meses más tarde a dar un apoyo tácito al Frente Popular.
La Izquierda Comunista que contaba en ese momento con unos tres mil militantes, se privó de una oportunidad importante. Mientras que la dirección de las Juventudes Socialistas se volvió hacia Trotski y la IV Internacional, y proponían a la Izquierda Comunista entrar en su organización que contaba con miles de miembros, para ayudar a transformarla en un auténtico partido bolchevique, la Izquierda Comunista, a pesar de los consejos de Trotski, rechazó la entrada. Prefería continuar cortejando a los dirigentes del Bloque Obrero y Campesino, una organización de algunos miles de miembros que se situaba entre la Ilda. y la IIIra. Internacional de las que deseaba su fusión. La Izquierda Comunista se fusionó para formar el POUM, el Partido Obrero de Unificación Marxista. Las consecuencias de esta elección fueron dramáticas. Fueron las Juventudes del Partido Comunista las que ganaron a las Juventudes Socialistas, rápidamente transformadas en una organización estalinista.