La esperanza no está ni en la violencia estéril ni en la dimisión

Imprimir
Diciembre 2005

Este artículo es la editorial de los boletines de empresa "Lucha Obrera" de la organización "Lucha Obrera" de Francia, después de los acontecimientos de Noviembre en distintos barrios de las afueras de París y de otras ciudades.

Después del suburbio parisiense, la llama de violencia en los barrios populares afectó a otras ciudades. ¡Y no son las cínicas observaciones de Chirac sobre "la igualdad de oportunidades" las que pueden afectar a los jóvenes! En cuanto a Sarkozy, cada vez que abre la boca, echa a las calles nuevos contingentes de jóvenes, o incluso de niños. Esta llama de violencia es estéril. Quemar los coches de sus propios padres o vecinos, quemar autobuses de los barrios populares, saquear escuelas maternales, da prueba por parte de los que lo hacen de una ausencia de conciencia social y solidaridad. Volver la vida más intolerable aún para los nuestros, simplemente por imitación de los otros, no es la única manera de expresar su cólera, y seguro no la mejor. ¿Pero cómo los dirigentes políticos, tanto los que están en el poder como los que sueñan con volver, podrían convencer a estos jóvenes de que, a pesar de su vida presente, hay una esperanza futura? La pobreza de los barrios transformados en guetos, el desempleo, la ausencia escandalosa de infraestructuras no explican la forma tomada por la rebelión sino que constituyen el mantillo. ¿Cómo se atreven a afirmar que se hace algo por los barrios populares cuando los jóvenes constatan día a día que nada se hace, si no es a peor? ¿Y que el Estado sólo aparece en los barrios bajos con controles policiales mirándoles a la cara o intervenciones masivas de CRS? ¿Y en la cumbre aparece como Ministros despreciando todo lo que es pobre? La mayoría de la derecha y la oposición socialista se encuentran ahora recurriendo, al mismo tiempo que al garrote, "al ideal republicano". ¿Pero cómo los jóvenes de estos barrios podrían tomar esta República por ideal mientras que se hace para los ricos y los poderosos? ¿Cómo dar como ejemplo aquellos que se libran de la miseria por el trabajo mientras que los que buscan no encuentran? ¿Cómo arrancar los jóvenes de los barrios populares a la influencia de los pequeños parásitos que viven de tráficos de todas las clases mientras que la vida sonríe a los grandes parásitos que dominan a la sociedad? ¿Y cómo convencerlos de que es estúpido quemar escuelas en los barrios populares mientras que junto a una escuela quemada, cuántas otras indispensables no se construyeron porque los que nos gobiernan no dedican dinero a eso? Mientras que hay miles de millones gastados en favor de los ricos, se sobrecarga a las escuelas de los barrios populares, con profesores desbordados, en la imposibilidad material de transmitir a todos este mínimo de educación que las familias no tienen los medios de transmitir - sólo saber leer correctamente, escribir y hablar. Y, en cualquier caso, los años pasados en clase no desembocan en nada, ni siquiera en un empleo. Los trabajadores no tienen que alegrarse de la forma que toma esta explosión, y no solamente porque son los primeros en sufrirla. La juventud es el futuro. ¿Pero qué futuro puede tener y cómo puede actuar una juventud desconcertada? No son los que nos gobiernan los que pueden dar una esperanza a la juventud de los barrios pobres. Ya que la única perspectiva que aportan es, en el mejor de los casos, el éxito individual para algunos y la resignación para otros. Para que la juventud pobre no se vea reducida a la alternativa entre la resignación en la explotación y la violencia estéril, sería necesario que el movimiento obrero retomara su capacidad de lucha y, sobre todo, la voluntad política de personificar una esperanza de transformación social. Lo que pasa en los barrios populares no significa solamente la debilidad de un Gobierno. Significa más aún la debilidad de la organización capitalista de la sociedad, podrida de desigualdades, de injusticias, y que no puede conducir a la vida social sino a la descomposición.

7 de Noviembre de 2005