En estos últimos días han corrido ríos de tinta por el caso del material sanitario comprado por el ayuntamiento de Madrid, pagado a precio de oro entre comisiones y venta, al duque de Feria y su amigo el empresario, por el cual se “llevaron a la saca” entre ambos 6 millones de euros. Muchos comentaristas afines a la derecha quieren quitar hierro al asunto alegando que en aquellos momentos no había mascarillas ni guantes en el mercado y todas las administraciones buscaban comprar desesperadamente.
Pues si tan desesperadas estaban las administraciones, ¿qué les impidió en ese momento, dado el interés general, poner en pie fábricas y talleres dedicadas a producir tal material? ¿La complejidad? ¿La inversión? ¿El personal adecuado? ¡Anda Ya!
Y de muestra, basta un botón: el Corte Inglés fabricó mascarillas en Madrid reconvirtiendo talleres de costura tradicionales y empleando para ello a 40 trabajadores de la propia empresa. ¿Qué pudo costar esta reconversión al Corte Inglés? ¡Poco o nada! ¿Se desconocía “tal hazaña”? ¡No! Estos talleres reconvertidos fueron incluso visitados por Pedro Sánchez y otros miembros del gobierno en abril de 2020. ¿Cuántas fábricas y puestos de trabajo podrían las administraciones o el gobierno central haber creado con pocos medios?
De nuevo aparece el PP manchado por la corrupción hasta las cejas, en unos momentos en que también está lloviendo sobre mojado por los casos de corrupción de los ERE en Andalucía, con los socialistas, con lo cual gran parte de la población termina asqueada y no creyendo en nada.
La corrupción es producto del sistema económico en el cual vivimos, el capitalismo, donde el eje de todo es el beneficio. Los casos que salen a la luz pública tan sólo son la punta del iceberg, pero forman parte del funcionamiento normal de sistema. ¡Creer que puede existir una economía de mercado sin corrupción es lo mismo que creer que el capitalismo puede existir sin la explotación del hombre por el hombre!