Inmigrantes, hermanos de clase

Εκτύπωση
Octubre de 2024

El mes de septiembre se despidió con la terrible noticia del naufragio de un cayuco con, al menos, 84 personas a bordo, volcando justo en el momento en que iban a ser rescatados y perdiendo la vida 60 de ellas, en lo que se ha venido a considerar la peor tragedia en Canarias en 30 años. Al parecer son 5284 personas las que han llegado por mar en el último mes y las autoridades de la zona hablan de desbordamiento, pasándose la pelota las distintas administraciones sobre los costos de tal situación y sobre los menores que llegan sin acompañantes.

Según el Ministerio de Interior, han llegado por vía de las islas Canarias en lo que va de año, 30.808 personas, el doble de las que llegaron el año anterior. Igualmente -dicen- han subido las llegadas vía Ceuta, saltando la valla 2092 inmigrantes “irregulares”.

En total España ha recibido por las distintas vías habituales, 42.231 personas, lo que supone un 59% más que en el mismo periodo del año 2023. Pero esta cantidad es ridícula para una Europa rica, que necesita cubrir puestos de trabajo de todo tipo, y además no todos los migrantes que llegan a costas españolas, permanecen en el país.

Pedro Sánchez lo sabe y quiere reordenar la inmigración, para abrir la mano cuándo sean necesarios y darles la espalda cuando finalice tal necesidad. ¿Cabe mayor hipocresía que esta en un político que dice ser socialista?

Mientras se libran guerras en Oriente Medio y África para “luchar contra la barbarie”, para acabar con “terroristas”, Europa se niega a acoger a más refugiados, ni siquiera a menores no acompañados, a aquellos que huyen de la guerra o simplemente buscan un trabajo, una vida mejor. Pero Europa y EEUU, las potencias imperialistas, son muy responsables de la pobreza y de las guerras en aquellas zonas.

Con dinero los ricos pueden circular libremente por todo el planeta y hacer sus negocios allí donde les plazca, aunque contaminen, arruinen el comercio y la economía local, aunque saqueen sus recursos naturales, etc., y con ello condenen al hambre y a la emigración a familias enteras. Para ellos -los ricos- las fronteras no existen, compran voluntades, tierras y negocios con plena libertad para ello.

Pero para los trabajadores, es otro cantar: la libre circulación no existe para los inmigrantes, para los trabajadores, pues no hay que olvidar que migrante o extranjera se trata de la misma clase obrera. El hecho de que los Estados abran la mano o la cierren, depende siempre de la marcha de la economía y es una muestra más de la incapacidad de los gobiernos y de la propia burguesía para frenar el desempleo y superar las crisis que ellos mismos crean; culpan de ello a los inmigrantes y no al propio funcionamiento del capitalismo cuya búsqueda constante del beneficio hace que aplaste a voluntad un derecho tan básico como la libre circulación de las personas, al igual que aplasta el derecho a tener un trabajo digno e instala la precariedad en casi todo el mercado laboral. El capitalismo es el verdadero causante del “problema de la inmigración” como se le suele llamar, pero que no es tal, sino una consecuencia del “problema del capitalismo”.

No es el inmigrante el que roba puestos de trabajo a los españoles, sino el patrón que subcontrata y precariza los empleos; ni tampoco son los trabajadores inmigrantes los responsables de las bajadas salariales, pues el salario ellos no lo determinan. La política de EEUU y Europa -España incluida- endureciendo cada vez la entrada de trabajadores inmigrantes es despreciable: no asumen ni siquiera las consecuencias de los desastres por ellos mismos provocados.

Hacen creer a la población que estas llegadas son masivas e insostenibles, que las ciudades se convierten es caos ingobernables. Esto no es cierto. Europa tiene capacidad para acoger a estos inmigrantes pero les sirve mejor como chivos expiatorios de los bajos salarios y de la inflación, en definitiva, de la crisis del capitalismo. Además la inmigración les sirve a la patronal para presionar a los trabajadores locales y obligar a tener salarios más bajos. Esta competencia entre trabajadores es lo que busca la extrema derecha.

Sin embargo, tan solo el 5% de los más ricos de la UE acumulan el 43 % de sus riquezas. Tan solo con unas migajas de sus beneficios, se podría acabar con el desempleo en España.

No, los inmigrantes no son una amenaza para España, todo lo contrario son necesarios, son hermanos de clase, de la clase trabajadora y los que buscan enfrentamientos entre los trabajadores nativos y los extranjeros solo buscan desviar el problema y su propia responsabilidad. Reconocer en el inmigrante a un miembro de nuestra propia clase, no es solo una cuestión de buenas intenciones o de humanidad, es una cuestión vital para el mundo del trabajo, que debe volver a comprender que todos juntos tienen una fuerza imparable. ¡Proletarios del mundo, uníos!