Las dos convenciones de los dos grandes partidos: el demócrata y el republicano, han terminado. Los republicanos comenzaron, los demócratas les siguieron. Ambos partidos intentaron aparecer como un grupo de gente corriente. Los candidatos de ambos partidos nos contaron que crecieron pobres en pueblos pequeños. Algunos dijeron que fueron criados por madres solteras. Algunos hablaron de haber vivido en barriadas urbanas pobres cuando eran niños. Todos ellos afirmaron que, gracias a su duro trabajo, habían triunfado en la vida.

Tal vez sea así. Tal vez trabajaron duro, como todos nosotros, todos los días. En cualquier caso, estos trabajadores especiales entraron en las universidades de élite que rechazan a la mayoría de los trabajadores. Estos trabajadores especiales fueron contratados por bufetes de abogados de élite, por grandes bancos o gigantes corporativos. Al salir de la clase trabajadora, dieron la espalda a gente como ellos. Que así sea. La cuestión principal no es de qué clase proceden originalmente estos candidatos, sino las políticas que proponen. Los candidatos presentados en las dos convenciones han impulsado y llevado a cabo sistemáticamente políticas que favorecen a la clase capitalista. Los dos partidos pueden parecer diferentes, pero ambos actúan para servir a la clase capitalista. Los republicanos dieron grandes recortes fiscales a las corporaciones y a las personas más ricas.

Los demócratas dieron enormes subvenciones a las corporaciones, que se deslizan hasta la clase adinerada que las posee. Por supuesto, ambos partidos fingen que sus prioridades presupuestarias nos ayudarán, pero ninguno de ellos se hace cargo de nuestros problemas básicos: la falta de empleos decentes y la caída del nivel de vida. Trump afirmó que su recorte de impuestos era para la clase media. Pero casi el 75% de sus beneficios fueron a parar a la clase alta, el 10% más rico de la población. Biden y Harris pretendieron que su plan de infraestructuras proporcionaría puestos de trabajo, al tiempo que mejoraría los sistemas de abastecimiento de agua y las escuelas. Hasta ahora, lo único que realmente ha mejorado han sido los beneficios de las grandes empresas.

No, estos dos partidos no gobiernan en interés de la población, por mucha clase trabajadora que pongan en el candelero en sus convenciones. Pero, sí, es cierto, los trabajadores necesitamos nuestros propios candidatos, candidatos que conozcan en su propia piel los problemas a los que se enfrentan los trabaja-dores cada día. La clase trabajadora necesita nuestros propios candidatos, trabajadores, hijos e hijas de trabajadores. No importa si son trabajadores a tiempo completo, trabajadores temporales, trabajadores a tiempo parcial con dos empleos para sobrevivir, trabajadores jubilados, trabajadores discapacitados. No importa dónde trabajen, en fábricas, en oficinas, para el Estado, en la sanidad, en hoteles, en las escuelas. No importa si están sindicados o no. Lo que importa es que haya candidatos obreros orgullosos de su clase. Hay candidatos de este tipo en 2024, en Michigan y en Illinois, que se presentan por el Partido de la Clase Trabajadora (Working Class Party). Hay un candidato no partidista que se presenta en Los Ángeles, que defiende que la clase trabajadora construya su propio partido. Hay gente en Maryland recogiendo firmas para registrar un partido de la clase trabajadora.

Sí, estos son terceros partidos. Los sabihondos te dirán que votar a un 3er partido significa tirar tu voto, ya que los 3ros partidos no pueden ganar. Bueno, en primer lugar, cuando la gente trabajadora empiece a pensar por sí misma, partidos como éste GANARÁN porque la gente trabajadora constituye la gran mayoría de la población. Pero no es cierto que tires tu voto incluso ahora. Cuando tú y otros votáis Partido de la Clase Trabajadora, demostráis cuántos trabajadores quieren tener sus propios representantes. Y eso puede ser un paso en el camino hacia conseguir su propio partido, un primer paso quizás, pero un gran paso.

25-08-2024. Traducido de The-spark.net