Explotación laboral en Konecta

Εκτύπωση
Enero de 2021

En España, la patronal de Konecta es una de esas empresas que destaca en el sector del telemarketing por su trayectoria antiobrera y conflictiva. El grupo está presente en más de diez países y facturó en 2018 algo más de 830 millones de euros.

Cuenta con unos 71.000 trabajadores en el mundo, en España emplea a unos 17.000 trabajadores. Con sus cifras de empleados y su volumen de ingresos, Konecta en nuestro país se ha dedicado a destruir empleos a un ritmo frenético.

Lleva ejecutados al menos un ERTE por año desde 2017 junto con un ERE muy reciente. Ha llevado a cabo despidos arbitrarios e indiscriminados por motivos que nunca aclara en su totalidad.

En octubre pasado, el despido de una teleoperadora y delegada sindical fue declarado nulo; luego el despido de 17 trabajadores en Avilés por motivos disciplinarios y por absentismo; despidos por bajo rendimiento…

Al inicio de la pandemia, uno de los ‘call center’ que salió más en los medios de comunicación fue Konecta GBO, a la que su plantilla denunció por hacer trabajar físicamente en algunas oficinas sin garantizar las medidas de distanciamiento.

Su contrato “estrella” es de 18 horas a la semana, por el que vienen pagando apenas 400 euros. Ese precio hora está marcado en el convenio sectorial del telemarketing. Sin embargo, la empresa puede llamarte a cualquier hora cualquier día para que vayas a trabajar, lo que impide que el trabajador planifique nada.

Según la campaña que se trate los trabajadores dan servicio a la banca, compañías de seguros, de suministros de agua y luz o a la administración pública (Banco Santander, Iberdrola, Movistar, etc). Su trabajo se desarrolla bajo los parámetros que exigen esos clientes y bajo un estricto control y vigilancia por parte de Konecta. Todas las preguntas del operador y sus respuestas al cliente están preestablecidas según unos parámetros para contribuir a la eficiencia; se trata de resolver lo más rápido posible una llamada, pasar a la siguiente y evitar colas de llamada.

Se trabaja a ritmo frenético, descanso de 5 minutos tras horas de trabajo, pausa de 20 minutos para comer. El seguimiento constante que hacen de las respuestas genera estrés y luego están las dolencias y la fatiga por las largas horas frente al ordenador, patologías musculares, oculares, de garganta.

La mayoría del trabajo lo llevan a cabo mujeres, y ya sea por maternidad, para cuidar niños o cuidar mayores a cargo, la conciliación laboral es difícil o inclusive inexistente. Y como estas condiciones laborales pasan factura es normal pedir bajas médicas. Cínicamente la patronal se queja del alto grado de absentismo entre las plantillas. Suele ser normal que se despida a un trabajador/a por ese motivo, aunque la empresa niegue esas causas.

El mayor obstáculo que pone la empresa a la hora de negociar el convenio sigue siendo la subida salarial. El salario nunca es, ni en Konecta ni en ninguna otra empresa, el precio real de nuestro trabajo. Ese precio siempre será el mínimo indispensable para que la empresa mantenga un nivel de beneficio aceptable.

Sin embargo no será por dinero, ni mucho menos. Este pasado noviembre Konecta ha adquirido la compañia Rockethall. Ya ha hecho cálculos, estima un aumento de los ingresos por facturación de unos 1.000 millones de euros.

¡Hay que luchar contra la bajada de salarios, por mejorar las condiciones laborales, contra los despidos! Una lucha para poner al fin los medios de producción ahora privados en manos de los que realmente producen todo, los trabajadores.