La abogada iraní Nasrin Sotoudeh, detenida en su domicilio el 13 de junio de 2018 y encarcelada durante cinco años en la prisión de Evin, una de las peores cárceles de Teherán, fue condenada el 12 de marzo a otros 33 años de prisión y 148 latigazos.
Ya había sido acusada, tras sus acciones en defensa de las manifestantes que se oponían al uso obligatorio del velo y fue detenida entre diciembre de 2017 y enero de 2018. Se han presentado cargos adicionales, como incitación a la corrupción y la prostitución, perturbación del orden público, conspiración contra el régimen e insulto al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei. Nasrin Sotoudeh ha estado liderando la lucha durante años. “Comprendí que me arrestaron por mi lucha por los derechos humanos, la defensa de los derechos de la mujer y mi lucha contra la pena de muerte. En cualquier caso, no me callaré”, dijo Nasrin Sotoudeh en vísperas de su huelga de hambre el pasado mes de agosto.
Distintos países están protestando y distintos colectivos recogen firmas de apoyo denunciando la situación. Al mismo tiempo, en Arabia Saudita, el juicio de diez activistas de mujeres, arrestadas en mayo de 2018 y encarceladas desde entonces, comenzó el 13 de marzo en Riad. La hermana de Luzhin al-Hathlul, una de las feministas arrestadas, describe cómo fue “maltratada o incluso torturada entre mayo y agosto de 2018”. Pero la tortura ha cesado desde agosto.”
Todo esto sucede en un momento en que Irán acaba de ser nombrado miembro de la Comisión de Derechos de la Mujer de las Naciones Unidas.