Una ola de incendios asola la península: algo más que un desastre natural

Εκτύπωση
Julio de 2017

Desde Portugal hasta el cabo de Gata, pasando por Doñana, la península ibérica se ha visto salpicada en una serie de catástrofes provocadas por el fuego. Incendios, que todo parece indicar, no provocados por la mano del hombre, sino debidos a las extremas temperaturas que estamos sufriendo, y a pesar del primo de Rajoy, al cambio climático que cada vez se hace más evidente.

Pero la evidencia, de que los fenómenos naturales no son los únicos responsables de esta situación, se hace más palpable cuando el sistema económico y social en el cual vivimos es incapaz de dedicar los recursos materiales y humanos necesarios para frenar, aminorar y resolver los problemas fundamentales de la sociedad. El cambio climático, los desastres naturales que se convierten en sociales junto con el paro, la pobreza o la miseria son producto de la sociedad capitalista que prioriza el dinero y los beneficios empresariales a costa de los sociales. Incluso en los desastres naturales es incapaz, el capitalismo, de ni siquiera atemperarlos.

Pongamos el ejemplo del Parque Natural de Doñana que se ha salvado por los pelos. El martes 27 los últimos rescoldos del incendio se mantenían a su alrededor, pero controlado por fin, gracias entre otras causas, al cese de las fuertes rachas de viento. Aproximadamente 10 mil hectáreas han ardido, sobre todo una zona del preparque formada por pinares, que hacía de colchón protector. Han desaparecido hábitats del lince, aves, invertebrados y una amplia gama de vegetación. Las fuertes rachas de vientos cambiantes, las altas temperaturas y las condiciones de la madera propiciaron que se formaran entre tres y cuatro focos en una zona limítrofe al Parque Nacional.

La lucha contra el fuego ha sido dura y a la par también se daba otra batalla en las redes, entre los que veían tras el incendio una maniobra empresarial para recalificar terrenos y los que la desmentían, argumentando que la reforma de la Ley de montes no lo permitiría, algo que finalmente parece que es así.

Lo que es seguro, es que las políticas de recortes del gobierno han llevado a la progresiva desaparición y precariedad de los recursos, humanos y materiales, que conformaban el mantenimiento y prevención en los bosques y entornos naturales. Así, los agentes forestales fueron ‘degradados’ a prestar apoyos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, impidiendo la intervención y persecución de delitos ambientales.  La estructura de vigilancia y la dotación de medios al INFOCA, hubieran podido primero prevenir y luego alertar y coordinar acciones más rápidas en estas situaciones, si no estuviesen reducidas al límite por el gobierno andaluz. Visto lo visto, todo el dinero que se llevan en recortes lo tendremos que reponer cada uno de nosotros. Las políticas en favor del capitalismo desatienden algo que debería ser primordial, la prevención. Por eso y por muchos otros ejemplos hay que acabar con el capitalismo, porque solo sirve al bienestar de una minoría.

Los trabajadores de INFOCA llevan años luchando por sus derechos laborales y contra el desmantelamiento del mismo, algo que lleva ocurriendo años, paulatinamente. Muchos son, los recortes de personal y de medios en todos los servicios públicos, para seguir amamantando a la banca y sus correligionarios cuando deberían invertirse en puestos de trabajo y no en favores millonarios, hacer efectivas infinidad de áreas públicas que no funcionan o lo hacen pésimamente. La solución definitiva a las consecuencias perjudiciales, como el cambio climático, que provocan estos desastres medioambientales, sólo podrá llevarse a cabo bajo una economía verdaderamente obrera y organizada. Por eso la clase trabajadora debe empezar a andar ese camino.

El desastre del incendio, no tiene sólo consecuencias medioambientales o económicas, demuestra con más nitidez que la única salida es la implantación de una economía basada en las necesidades sociales, llevada a cabo por y para la clase trabajadora y la sociedad en su conjunto.