El pasado 25 abril la prensa destacó que España lideró la creación de empleo en la UE en 2023, creando casi un tercio del empleo de la UE y haciendo crecer el PIB un 2.5%. El Gobierno asegura que el 25% del empleo que se genera en España es de “empleos de innovación, ciencia y tecnología”, de “alto valor añadido” y el que “más crece” en Europa. El contexto al que se refiere apunta a la gran industria aeronáutica y espacial, y la armamentística, sectores en manos de empresas privadas y en auge debido a que están recibiendo fuertes inversiones de dinero público. El Gobierno no ha citado al 75% restante pero hace hincapié en que tenemos problemas con el empleo no cualificado.
Hay aclarar que existe una cualificación profesional que proviene de un sistema educativo cada vez más en manos privadas que favorece al que tiene dinero, dejando fuera de muchas carreras profesionales a muchos trabajadores. Pero la sociedad no funciona solo porque el 25% que posee un trabajo más correcto haya pasado por las universidades; a menudo, parte de ellos se convierten en élite y hacen carreras directivas para reponer las filas de la patronal, y asumen la explotación laboral como buenos servidores de los capitalista.
El verdadero motor de la sociedad está en manos de la mayoría de los trabajadores; limpiadoras, cuidadoras, trabajadores de la enseñanza, conductores, tenderos, que representan la mayoría asalariada e incluye a los pequeños autónomos. Son todos ellos los que con su trabajo diario hacen posible que todo funcione y sin embargo se llevan todos los palos. Son miles los trabajadores de esos sectores que desarrollan su trabajo bajo las órdenes de alguna subcontrata, pertenecientes la gran mayoría a las grandes empresas que cotizan en el Ibex, con intereses desde la construcción hasta el sector servicios.
Las condiciones laborales de las trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio, un servicio público privatizado hace años, es un claro ejemplo del negocio millonario: empresas como la de Florentino Pérez que rebañan el plato de los contratos públicos en el sector servicios. Son empresas como Sacyr, Ferrovial y otras muchas que se lucran gracias a la privatización de los servicios públicos estatales que han llevado a cabo sucesivos gobiernos, tanto de socialistas como de la derecha. Y mientras estos trabajadores producen todo y mantiene a la sociedad, lo hace en unas condiciones laborales en claro retroceso. Mientras, solo sale beneficiada la burguesía, la gran patronal.
Los propios trabajadores tienen en sus manos acabar con este modo de producción capitalista que solo mira por su propio beneficio.