Arabia Saudí, sus príncipes, sus asesinatos y sus amos

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Noviembre de 2018

El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed Ben Salman llamado MBS está en mala posición. Él, que ha lanzado una intervención devastadora sobre Yemen, con miles de muertos y decenas de miles de víctimas, es señalado por los dirigentes europeos y norteamericanos por la muerte de un periodista.

¡Qué repentina toma de conciencia!, Estos representantes del comercio al servicio de los industriales del armamento no tienen evidentemente más escrúpulos que sus amos. Están guiados por los intereses económicos y estratégicos de las grandes potencias a las que representan, nada más.

El periodista saudí Jamal Khashoggi, cronista en el diario norteamericano Washington Post, fue asesinado con premeditación por un comando enviado por MBS el 2 de octubre pasado en el consulado de Arabia Saudí en Estambul. Es lo que ha afirmado Erdogan, jefe del Estado turco, ante su parlamento el martes 23 de octubre. No es evidentemente por amor a la libertad de expresión que Erdogan haya querido dar luz sobre este asunto, él, que confiesa que “en Turquía, se puede meter a periodistas en prisión” incluso si “no se les asesina y no se les desmiembra su cuerpo, como hacen los saudíes”. Este episodio se inscribe en los conflictos que oponen en los últimos tiempos a las diferentes potencias de Oriente Medio entre ellas por una parte y el imperialismo norteamericano por otra.

Los Estados Unidos, después de haber dejado a Irán jugar un papel central en la guerra contra el Daesh, en Siria y en Irak, han dado un giro diplomático para evitar que Irán saliera reforzado del conflicto. Se han vuelto hacia Arabia Saudí, a la que nunca habían desatendido. Ya poco tiempo después de su elección, Trump denunció el acuerdo nuclear con Irán, anunciando nuevas sanciones comerciales radicales contra Irán.

Ejecutando sus amenazas, ha bloqueado las exportaciones hacia este país en productos de primera necesidad, haciendo retroceder brutalmente el nivel de vida de las capas populares. Pero estas medidas también se han dirigido a los aliados regionales de Irán, como Turquía, que teme no poder recibir en adelante el gas y el petróleo iranís.  Amenazas también destinadas a otras potencias imperialistas europeas que tienen intercambios comerciales con Irán,  a los que han debido oficialmente finalizar. Y esto solo es el principio, porque el 4 de noviembre de 2018, debe comenzar la segunda ola de sanciones económicas, especialmente el cese de exportaciones de hidrocarburos.
Tras años de guerras y de bombardeos, las obras de reconstrucción están en el centro de los tratados entre todos los protagonistas de la región. Hace algunos días, Trump ha obligado al gobierno iraquí a contratar por 15 mil millones de dólares, turbinas de gas al gigante norteamericano General Electric cuando el contrato estaba a punto de ser firmado con el grupo alemán Siemens. Trump tenía un argumento de peso: si el gobierno iraquí lo acata, los Estados Unidos podrán aceptar dejar abierto el gaseoducto que proviene de Irán y que alimenta Irak.

Los Estados Unidos habían sostenido hasta ahora a MBS en todas sus iniciativas: sus golpes de fuerza en Arabia Saudí para asentar su autoridad, sus iniciativas guerreras en Yemen, o incluso el bloqueo de su vecino rival, Qatar. Ya que Qatar, que comparte con Irán un gigantesco yacimiento de gas offshore y se encuentra entre dos aguas territoriales, se ha encontrado de hecho con intereses comunes con este país.  Esta vez, al asesinar de una manera tan visible a un periodista, empleado además de un diario norteamericano, el príncipe heredero saudí ha hecho muy difícil poder ser defendido abiertamente y sus tutores norteamericanos están obligados a desentenderse de él, al menos parcialmente.

Como ha dicho el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado de Estados Unidos: “Arabia Saudí es un país y MBS es una persona. Estoy dispuesto a separar a los dos.”     Esto no cuestiona ni la estrategia de los Estados Unidos, que es una de las mayores fuentes de caos en la región, ni evidentemente las ventas de armas a Arabia Saudí, que son una fuente considerable de beneficios para todos los industriales del armamento europeos y americanos.