La extrema derecha de Milei, émulo de Trump y Bolsonaro, ganó las elecciones argenti-nas y este será presidente el 10 de diciembre. En la segunda vuelta sumó los votos de la derecha y capitalizó también el descontento contra un Gobierno saliente que incumplió abiertamente sus promesas y aplicó duros planes de ajuste, empeorando la situación económica y social. De esta forma aumentó cerca de 6 millones de votos.
Milei, cuyo partido se llama “La libertad avanza”, se define como «anarcocapitalista» sea lo que sea lo que ello quiere decir; durante su campaña electoral, llegó a blandir una mo-tosierra como símbolo de su deseo de triturar el Estado. Sus ideas delatan al fascista que lleva dentro: pide la impunidad para los genocidas argentinos, es un admirador del ejército, niega los 30.000 desaparecidos de la dictadura argentina, ondea la bandera israelí, reivindica las políticas de Menem… Su vicepresidenta, la negacionista Victoria Villaruel, no se queda atrás: hija y sobrina de militares condenados, ha contado con el apoyo de los principales jerarcas torturadores que están presos por crímenes de lesa humanidad. Con esto todo queda dicho.
Milei ya ha adelantado algunas de las medidas que piensa implantar: vender la petrolera YPF, la empresa de energía Enarsa y todo lo público. “Todo lo que pueda estar en las manos del sector privado, va a estar en las manos del sector privado”, dijo. También aboga por el control de la protesta social y la dolarización de la economía. Sin duda atentará contra derechos de las mujeres, entre ellos el aborto que tanto se ha luchado en Argenti-na consiguiéndose hace tan solo dos años, afirma querer reducir programas sociales, etc. Sus declaraciones, …»una empresa puede contaminar un río todo lo que quiera», o «el valor del agua es cero», le han valido el apodo de «el loco».
Como ocurre, y no solo en Argentina, el camino de las privatizaciones se lo allanó antes “la izquierda” argentina, el peronismo: por ejemplo en los años 90 el peronista Carlos Menem dejó poco sin privatizar. El triunfo de Milei es un voto del descontento contra un Gobierno de ajuste, crisis social y una inflación galopante. El gobierno peronista saliente heredó de su predecesor de derechas una situación de elevado endeudamiento, con empleos cada vez más precarios, la deuda al FMI enorme… Las políticas del FMI, aplica-das primero por Macri, después por Martín Guzmán y ahora por Sergio Massa (con apoyo de Cristina Kirchner), han sido una máquina de generar pobreza, llegando esta a duplicarse. Los salarios de todos los trabajadores se han derrumbado perdiendo el 46,7 % de su poder adquisitivo desde 2016. En cambio, no les ha ido mal a los ricos…
Hay que sacar la lección en España, con el nuevo gobierno recién constituido, que será más de lo mismo o peor porque ahora tiene que contar con fuerzas políticas de derecha. En Argentina, hoy es palpable el desastre y España seguirá el mismo camino si no lu-chamos y agrupamos a los trabajadores en una alternativa que luche por sus reivindicaciones contra el capitalismo.
Y para ello necesitamos una fuerza política, un partido revolucionario que represente los intereses de la mayoría de la población, es decir, los trabajadores y que luche para derrocar el capitalismo y organizar entre todos una sociedad más justa e igualitaria, socialista.
En las elecciones argentinas en la primera vuelta se presntaron los trotskistas agrupados en el Frente de Izquierda-Unidad, siglas que agrupan al PST, PO, IS y consiguieron más de 709.000 votos, el 2,7%, siendo Myrian Bergman la candidata por el Frente que había ganado en las primarias. Además obtuvieron 5 diputados nacionales, -PST 4, PO 1- y el MST, también trotskista 1 diputado regional. |