El Gobierno junto a los sindicatos CCOO y UGT han alcanzado un acuerdo, está vez sin la CEOE –la patronal-, para subir el salario mínimo un 1,5% a partir del 1 de septiembre. Como era de esperar la patronal ha puesto el grito en el cielo argumentando que no es el momento, que no se va a crear empleo, que crecerá la economía sumergida… ¡Las excusas de siempre!
Este nuevo SMI se sitúa en 965 euros mensuales y el objetivo –dice el gobierno- es alcanzar un 60% del salario medio. Esta subida, aunque bienvenida, sigue siendo muy inferior a la previsión de la inflación de este año, -un 3,3%-, con lo cual se seguirá perdiendo dinero y está lejos de ese 60% del salario medio. Además, se aplica a partir de septiembre, en lugar de tener efecto retroactivo desde enero, como sería lo habitual. Completamente insuficiente tal subida, unos 15 euros; parece más bien una limosna.
Ante el elevado de precio de la luz o el gas, la vivienda, los productos básicos, subir el SMI es necesario. Habría que hacerlo con más valentía. Hay que recordar además que esa misma patronal que refunfuña por una subida tan pequeña está recibiendo ayudas millonarias por las supuestas pérdidas producidas por la Covid.
Los empresarios poseen los medios de producción y el capital lo reproducen y aumentan gracias a las condiciones laborales de explotación en muchos sectores. Reciben subvenciones y ayudas cuando ven peligrar sus beneficios. Por ello si el trabajo, la producción y la distribución, la llevan a cabo exclusivamente los trabajadores, y los empresarios no paran de recibir sumas enormes para sostener sus negocios cuándo vienen malos tiempos, entonces, ¿para qué sirven?
¡La clase trabajadora debe cambiar las reglas del juego y hacer comprender a tod@s que, tras esta subida simbólica, se esconde un retroceso real de las condiciones laborales y de vida!