Hace poco dió comienzo el juicio sobre el “procés” catalán. Tras más de un año de la fallida proclamación independentista, se espera un proceso largo y tedioso donde el nacionalismo español espera saldar las cuentas al nacionalismo catalán. Aun así, algunos lo califican como “el juicio más importante de la democracia”.
Y todo está preparado para que volvamos a adormecernos con el sueño de ideales ajenos, envueltos en palabrería, donde se medirá la capacidad de engaño y abstracción que son capaces de ejercer los defensores de la patria. Un juicio, que será televisado, que contará con unas 500 citaciones entre testigos y peritos, donde, además, la extrema derecha se ha garantizado un espacio y lo aprovechará para ahondar en su discurso de siempre.
La oposición de los nacionalistas españolistas a admitir que una parte de la población desee otra forma de gobierno que no sea la suya, o que elija la relación política con el resto de España, solo ha traído problemas, mucha distracción y desorientación a las capas populares. El aparato de Estado españolista ‘democrático’ ha utilizado todo su arsenal mediático, policial y ahora también jurídico, para reprimir los deseos de la población catalana soberanista. Sus maniobras y manipulaciones se pusieron de manifiesto en la orquestada ‘fuga de empresas’, que amenazaba con arruinar la economía catalana y elevar el paro de la población.
Este fenomenal espectáculo montado en torno a la independencia catalana, con un juicio injusto, como injustas y ‘antidemocráticas’ fueron las cargas policiales y los arrestos, ahora pretende monopolizar la atención del país en una demostración de fuerza españolista. Las acusaciones, las penas de carcel, las descalificaciones contra los políticos catalanes son injustas y deberían estar libres.
Por su parte, la burguesía intenta siempre conducir esas aspiraciones populares hacia los extremos, para controlar sobre todo la economía, ante lo cual los trabajadores debemos decir que solo hay una nación, una sola clase, la clase trabajadora.
De todas formas hay que saber que la derecha catalanista utiliza la independencia catalana al igual que la española su nacionalismo para tapar y ocultar los verdaderos problemas de la clase trabajadora y desviar la energía de las clases populares hacia el nacionalismo. La independencia catalana, aún teniendo el derecho democrático a elegir su soberanía los independentistas, no va a solucionar un problema creado en el fondo por la crisis capitalistas y que la burguesía usa en su beneficio.
La clase trabajadora asistirá impertérrita a este teatro, este derroche de tiempo y dinero. Los verdaderos casos importantes, como el gran robo de la banca a las clases trabajadoras, el negocio redondo de empresarios, gracias a los EREs, los desahucios en favor de capitalistas sin escrúpulos, y un largo etcétera… No veremos que se discuta la situación de la clase trabajadora. O que se cuestionen las leyes que amordazan cada día a los trabajadores, obligados a trabajar por un salario misero o bien, a sobrevivir sin trabajo. Mientras las protestas se someten violentamente. Para conseguir esto, la clase trabajadora tiene que cambiar este mundo, que funciona al revés.
Desde el mundo del trabajo, las cosas son bien distintas. Los problemas de la clase trabajadora no van a ser resueltos por esos mismos que defienden los negocios privados y el capital. La única clase que no tiene patria, es la clase trabajadora, ella es internacional, trabaja y sufre en todas partes del mundo. Es ella la que debe imponerse y organizar el funcionamiento de la sociedad por una causa más justa y humana. Todo lo demás es teatro y engaño.