A comienzos de siglo XIX, muchas mujeres se incorporaron al trabajo en las fábricas en unas condiciones muy duras: jornadas laborales larguísimas, de doce y más horas, recibiendo salarios inferiores a los de los hombres. Una de las protestas reivindicando mejores condiciones laborales fue la que protagonizaron las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York. Era el 8 de marzo de 1908 y las trabajadoras se encerraron en el interior para pedir que se les redujera su jornada laboral a 10 horas. El propietario de la fábrica decidió incendiar el edificio para hacerlas salir de allí, y el resultado fue 129 trabajadoras muertas.
El 8 de marzo es el Día internacional de las mujeres desde que en 1910, la militante socialista alemana, Clara Zetkin, lanzó una campaña para el derecho al voto de las mujeres. Después de la revolución rusa de 1917, este día fue cada año la ocasión de manifestaciones por todas partes en el mundo, para reivindicar la igualdad de los derechos entre hombres y mujeres. Al igual que el 1 de mayo, era un día de lucha.
En la actualidad, la plena igualdad entre los hombres y las mujeres queda por imponer. Las mujeres de la clase obrera, más aún que los hombres, sufren los efectos de la dictadura económica de los patronos. Es el reino todavía de desigualdad de salarios, para un trabajo equivalente al de un hombre. Las violencias hechas a las mujeres, violencias físicas, verbales, psicológicas, no son más que la prolongación de una opresión que la sociedad tolera en la vida profesional como en la vida social y a la cual las leyes sobre la igualdad de los sexos y la paridad hombres - mujeres en algunas elecciones políticas distan mucho de haber puesto fin. Por ello la celebración de este día guarda así toda su actualidad.