La VI asamblea de Izquierda Uniuda y el futuro de la izquierda

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Enero, febrero y marzo de 2001

Durante el último fin de semana del pasado mes de octubre se realizó la VI asamblea nacional de Izquierda Unida. En ella, se dirimió fundamentalmente la elección de nuevo coordinador general en sustitución de Julio Anguita que había liderado IU 12 años. Además, respondía a la necesidad de dar una salida política después del batacazo electoral que supusieron las últimas elecciones en coalición electoral con el PSOE. La VI asamblea se hacía algunos meses después del congreso del PSOE que haciendo también su vía crucis particular había elegido nuevo secretario general, Zapatero, en sustitución de Almunia gerente del fracaso electoral. En IU, lo mismo que en el PSOE aunque más grave, se imponía la "renovación", que viene a significar en concreto renovación de cargos y liderazgos, nueva imagen mediática pero en absoluto crítica o renovación, por la derecha o por la izquierda, de la línea política llevada hasta ahora.

IU se ha mantenido siempre en el terreno electoral y toda su política ha sido marcada por los acontecimientos electorales. Más allá del simple termómetro de la situación, las elecciones son para ellos un medio de "tocar poder" y la forma de resolver los problemas de la población. Y en este terreno siempre ha fracasado IU, pues el PSOE hegemoniza los votos de la población de izquierda y de los trabajadores. Los "sorpassos" abiertos por las expectativas electorales de recuperación del voto del PCE no han pasado del 10'5% y la idea de sobrepasar en el terreno electoral a los socialistas han caído siempre en saco roto. Es más, el fracaso de IU como organización a la izquierda del PSOE que compitiera en su mismo terreno ha demostrado que los trabajadores y la población ante dos opciones políticas que ofrecían lo mismo a sus ojos, y sólo de elección en elección, han decidido siempre votar al mayoritario PSOE. El descontento de los trabajadores por las políticas derechistas de los socialistas que han precarizado el mercado de trabajo, el paro, convertido en desiertos industriales regiones enteras con las reconversiones etc., etc., lo rentabilizaron electoralmente a partir de 1986 hasta las elecciones de 1996, pero han sido incapaces de construir una organización creíble e implantada en la población.

En la política a seguir, la VI Asamblea tenía que resolver los problemas que el fracaso Izquierda Hundida decía la broma - electoral les había traído. En sus resoluciones su problema venía dado por recuperar los votos perdidos, pues es una organización que vive y se mantiene del juego electoral y tampoco pretende ir más allá. En primer lugar la pérdida electoral fue de la mitad de los votos respecto a las elecciones de 1996. Es decir, en aquella ocasión tuvieron 2.639.774 votos exactamente y el año pasado 1.253.859. En realidad ha supuesto casi la misma pérdida en porcentaje que en 1982 cuando el PSOE arrasó y se llevó el apoyo del electorado de izquierda. En esta ocasión el derrumbe electoral no ha sido acompañado del trasvase de votos a los socialistas como en el 82 sino que éstos perdieron votos también. Parece ser que una parte importante de los votos de IU se fueron a la abstención, de ahí que todos los que pretendían la coordinación expresaran la necesidad de volver a "ilusionar" a sus votantes con la "renovación". Tanto para Gaspar Llamazares como para Francisco Frutos, las causas de su fracaso han sido la imagen de división interna, la salida de distintos grupos y la mala "comunicación" con el electorado.

En la Asamblea se presentaron tres candidaturas. La que representaba Francisco Frutos, artífice del pacto con los socialistas, tenía a su favor un sector importante del aparato del PCE, pero en su contra que había liderado la bajada electoral más acentuada desde 1982 en el cual el PCE se redujo a 4 diputados y la oposición de las bases más izquierdistas del PCE y de IU que no querían el pacto con los socialistas representantes de todas las medidas antiobreras a favor de la derecha y del gran capital. Apoyado en un principio por Anguita éste le retiró el apoyo para después apoyar al actual coordinador general Gaspar Llamazares. Este con el apoyo de Julio Anguita, Rosa Aguilar, Concha Caballero y buena parte de los que se dicen "renovadores", viene a representar lo que Zapatero en el PSOE, una cara nueva que intente conectar con su electorado, "más abierta a la sociedad", es decir, una "izquierda moderna" que de "respuesta a los retos de hoy", alejada del "anquilosado", fuera de la realidad y "prehistórico" PCE. La tercera en discordia era ngeles Maestro que representa a la "ala izquierda" del PCE y de IU y que con la relativa sorpresa de más del 18% de los delegados, consiguió aglutinar a aquellos que dentro de la organización intentan mantener los símbolos comunistas, y una política más a la izquierda, "contra el sistema" y contra la derecha.

El nacimiento de IU

IU ha sido la opción estratégica del PCE para reconstruir una alternativa a la izquierda de la socialdemocracia que superara la derrota de los comunistas de origen estalinista y la crisis y caída posterior de la URSS. El germen nació en Andalucía. Esta región es el bastión más importante del PCE de todo el país en la actualidad. Región tradicionalmente y mayoritariamente de izquierdas ha sido la que ha mantenido con sus votos tanto la hegemonía del PSOE, como al PCE bajo IU. Anguita abrió a la discusión del futuro de la izquierda al PCE y a todos lo que quisieran en la llamada IU-Convocatoria por Andalucía. Los buenos resultados electorales recogidos por Julio Anguita en Andalucía, su carisma y su popularidad el Califa rojo - como alcalde de Córdoba le llevaron a sustituir a Gerardo Iglesias como secretario del partido y posteriormente como coordinador de Izquierda Unida en el ámbito nacional. Después del referéndum de la OTAN, las reconversiones salvajes, los "pelotazos" y las ganancias del gran capital con la política del PSOE, parte del descontento de sectores obreros y populares se canalizó electoralmente a través de IU. Esta organización es en realidad una coalición de partidos, mejor dicho una coalición de pequeños partidos, restos de la extrema izquierda, "personalidades" que agrupados a la sombra del PCE, perviven de la hecatombe que supuso el 82 para el PCE.

Para los fundadores, IU tendría que ser un "movimiento social", de nuevo tipo que superara pluralmente, los partidos tradicionales de izquierda, léase la socialdemocracia y estalinistas, y diera respuestas a los nuevos cambios sociales que la sociedad capitalista lleva consigo. La Unión Soviética había dejado de atraer como "sociedad nueva", y el Eurocomunismo, la conversión a la socialdemocracia versión latina, había fracasado. La realidad de los gobiernos de los socialistas hizo que sectores importantes de los trabajadores y de la población no estuvieran dispuestos a comulgar con las ruedas de molino que significaba la derechización de la política de los socialistas. Una respuesta obrera se estaba dando a la reconversión salvaje, el paro subía coma la espuma y siete millones de electores habían dicho no a la OTAN. Con esta movilización social como base, los dirigentes del PC se emplearon a fondo para reconstruir una organización a la izquierda de los socialistas. Pero para estos dirigentes y los intelectuales que le daban el soporte "teórico", los trabajadores habían dejado de ser la columna vertebral de la lucha contra el capitalismo. Ahora había que luchar contra el "sistema" con nuevos medios y propuestas que no sonaran "mal" a la pequeña burguesía y que no recordaran la Unión Soviética. Esta nueva organización, nuevo "movimiento social", tenía que apoyarse en los nuevos sectores sociales emergentes, los nuevos "sujetos transformadores". Estos nuevos sujetos serían los nuevos movimientos sociales, pues la lucha de clases ha desaparecido el capitalismo la ha superado que no serían más que el feminismo, ecologismo, parados, y los trabajadores en el movimiento sindical. Esta "nueva base social" sería la que respondería IU en una alianza "rojo, verde, violeta y blanca". Para hacer realidad estas "nuevas teorizaciones" la coalición IU, tendría que haber dado el paso de "conversión" en "movimiento" y para ello habría que disolver los partidos dentro de ese movimiento y en concreto al PCE, el único con fuerza organizativa. Pero en la coalición siempre ha habido sectores reticentes a ello. Por eso siempre ha habido dos sectores en el PCE que se reflejaban en IU, los "renovadores", tipo Nicolás Sartorius, o Cristina Almeida que propugnaban la disolución del PCE, pues imponía siempre su rodillo e impedía la democracia interna, buscando la alianza con el PSOE y aquellos que, desde los más tibios a los más radicales, se han negado a disolver el partido manteniendo una política directa de confrontación contra la política derechista del PSOE. Dentro de este sector que siempre ha sido mayoritario, existen sectores más de izquierda que cada vez con más insistencia propugnan una "refundación" a la italiana del PCE.

En la medida de que los votos crecían los renovadores callaban. Pero en la medida que el "sorpasso" no llegaba y el crecimiento electoral se estancaba las divisiones internas arreciaban y los renovadores dejaban el barco. Al final el "nuevo movimiento social" se ha quedado en coalición de partidos alrededor del PCE, que mantiene realmente el aparato y los militantes que quedan. Coalición en el terreno electoral pues no hay otro para ellos. Y para más inri como los "nuevos movimientos sociales" brillan por su ausencia, la ley de la gravedad política y social ha puesto a cada uno en su sitio. Los Verdes en alianza con el PSOE, para seguir "tocando" poder y los renovadores tipo Almeida en el PSOE o a su alrededor para seguir "trabajando" en la izquierda posible por una "política de progreso".

El abandono de una política de clase a lo largo de la historia de los partidos de izquierda, ha supuesto el abandono de una política independiente de los trabajadores basada en sus problemas y preocupaciones, destruyendo la política obrera a pié de tajo. Todo ello ha llevado a derrotas sangrantes. En estos últimos años, la izquierda en general y el PCE en este caso, con la argumentación de "desfasada", de fracaso del comunismo etc., ha ido abandonando el poco bagaje que le quedaba de una política a favor de los trabajadores y de los más pobres. IU nace de por sí ya viciada pues es la estrategia de un partido que venía abandonando desde hace décadas, - su papel contrarevolucionario en la guerra civil lo atestigua -, los principios del comunismo revolucionario y la defensa a ultranza de la clase obrera. A pesar de la honestidad y la abnegación de miles de militantes, su política de colaboración de clase durante el franquismo y en la transición fue cercenando sus posibilidades como partido de los trabajadores. La desaparición de las células de empresa, convirtiendo la organización en agrupaciones tipo socialdemócrata, la conversión de un partido de militantes en un partido de afiliados y su política de colaboración de clases y "Eurocomunismo" les llevó a una caída en un pozo sin fondo que IU ha frenado pero no parado. Pues en definitiva de lo que trataban los dirigentes del PCE es de acomodarse al parlamentarismo y al capitalismo aceptando la socialdemocratización. El problema para ellos es que los socialistas, contrariamente que en Italia, tenían el espacio político.

De hecho la realidad ha mostrado que en un mismo espacio electoral en competencia con el PSOE no hay nada que hacer. Los "listos" que querían hacer carrera política, "tocar poder", han terminado por entrar en el PSOE. Y aquellos, como Frutos, que intentaron agarrarse al pacto con el PSOE han terminado en fracaso, pues el desencanto de muchos trabajadores es con la izquierda. Según encuestas de opinión fiables el PSOE obtenía casi el 40% de los obreros manuales en los 80 y actualmente se ha reducido al 22%, e IU sólo obtiene el 7% de sus votos de los trabajadores manuales. Es más la abstención de estos obreros está en más del 22%, mientras que en 1985 eran del 12%.

Sin embargo, lo que han mostrado estas últimas elecciones es que un sector de votantes importante de IU no quiere los pactos con el PSOE, que le ve un partido de derechas y si los socialistas calculaban que podrían robar votos a IU y aumentarlos con el pacto, se demostró que no. Existe un sector importante de la clase trabajadora que no va a comulgar con las políticas de derechas de la izquierda. Precisamente este sector, es el que ha impedido indirectamente que el PCE desaparezca totalmente. Existe un sector importante dentro del PCE, que se niega a tirar por la borda las últimas referencias comunistas y que vagamente exige una política de izquierda. Son estos militantes, estos trabajadores, que han impedido que el PCE se disuelva dentro de IU.

El futuro de Izquierda Unida, el futuro de la izquierda revolucionaria

Coincidiendo con los congresos de los socialistas y de IU ha habido en la prensa un debate sobre el futuro de la izquierda en general. Los momentos de derrota electoral y de cambio de líderes hace propicio las discusiones sobre el futuro y las posibilidades de la izquierda. Naturalmente las discusiones no van más allá de las posibilidades de gestionar el capitalismo menos duramente para los trabajadores y la población. Tampoco es una sorpresa que en la prensa burguesa las discusiones no vayan más allá de los propios intereses de los políticos que ven el único mundo posible en el capitalismo y en "el perfeccionamiento de la democracia". Para nosotros comunistas revolucionarios, el combate es contra el capitalismo, no para reformarlo, sino para destruirlo y construir desde sus cenizas una nueva sociedad socialista. Por consiguiente, el debate sobre la izquierda se plantea en los términos de la necesidad de construir una izquierda revolucionaria que imbricada en los trabajadores y la población, que dé respuesta a los problemas de éstos. IU nace y se constituye fuera de esta vía y con los planteamientos reformistas que le caracterizan y varada en el pantano de la socialdemocracia queriendo aparentar un "movimiento social" de características nuevas, que se ha demostrado una falsedad, que sólo correspondía a las nuevas "teorizaciones" de intelectuales que predecían "el adiós al proletariado" en una nueva sociedad postindustrial. Al final IU se ha mostrado como en realidad es: una coalición electoral sin otra pretensión que vivir la política de las instituciones.

Desde su nacimiento IU no ha demostrado más que ser una fuerza electoral que en el mismo terreno que el PSOE intentaba hacerse un lugar a su izquierda. Las aspiraciones de ocupar un lugar hegemónico en la izquierda se ha saldado en un fracaso. Con la VI Asamblea, IU, pretende "renovar" su apariencia con un nuevo líder, una nueva cara para una misma política. Su programa, como su discurso es simplemente la repetición de vaguedades, sin referencias a la situación de los trabajadores no hablan siquiera de aumentos salariales o de mejora de las condiciones de trabajo-, con el único fin de mantener un espacio electoral donde hacer política en las instituciones. Inevitablemente esta política les va a llevar a pactos electorales con el PSOE que irán desde los ayuntamientos, hasta las elecciones generales pues no tienen más perspectiva que las instituciones. En su discurso Llamazares ofreció a los socialistas la mano abierta para formar una alternativa de izquierda al PP. Una vieja política que intenta no asociarse con sus fracasos electorales y que sigue estando vacía de contenido para los trabajadores y los más pobres.

En esta situación el PCE se mantiene dividido en las tendencias que se han reflejado en la Asamblea. Estas tendencias han existido antes, la diferencia ahora, es que cada una mantiene sus posiciones, sin apoyarse en la otra para tener la mayoría del aparato. Mientras que en ocasiones anteriores Anguita recibió el apoyo de todo el aparato del PCE, ahora parece que las espadas están en alto y no se va a transigir. Pues existe un sector del PCE que cada vez ve con menos ganas IU y espera una "refundación" a la italiana y si hasta ahora no lo han intentado ha sido por su debilidad respecto a los apoyos electorales y la historia de los prosoviéticos está en la mente de muchos de ellos.

Evidentemente para los dirigentes del PCE e IU el espacio político que ellos esperan ocupar está a la izquierda del PSOE, permitiéndoles con su apoyo pactar y obtener sus sillones en las cuotas de poder. Recuperar el 10% perdido le permitiría ese margen de maniobra. Para el sector más izquierdista, representado en la Asamblea por ngeles Maestro, su posición se reduce a ser el "Pepito grillo" de IU, a vigilar para no perder el "perfil político de IU". Como ha declarado Maestro, ésta representa "una apuesta fuerte por la resistencia contra las políticas neoliberales". En su discurso en la VI Asamblea enfatizó en la necesidad de estar en la "calle" contra la globalización. Pero tampoco esta corriente aporta nada nuevo y ofrece una salida acorde con las necesidades y preocupaciones de los trabajadores. Tampoco se reclama de la clase obrera. En su discurso aparece "la calle" como bandera y presión "anti-capitalista", a la moda de Seattle. Su objetivo es preparar la futura cumbre del FMI en Barcelona. Ella declaró que "hay que hacer una contra cumbre antiglobalización contra el FMI... Nos están esperando en la calle." Su discurso no abandona las referencias a los movimientos sociales, el neoliberalismo o la globalización, para ir a los trabajadores y criticar sin ambages al capitalismo, sólo radicaliza la forma de la protesta, "estar en la calle", haciéndola parecer más "extremista" que las posiciones de Frutos y Llamazares.

Para los militantes que nos reclamamos del comunismo revolucionario, del trotskismo, el problema que se nos plantea es construir esa izquierda revolucionaria en y desde la clase trabajadora, recuperando las posiciones de clase contra la burguesía y su "sistema", el capitalismo. Para ello hay que expresar sin medias tintas nuestro objetivo de destruir y no reformar el capitalismo, definir claramente el conflicto social de clases, quiénes son nuestros enemigos y quiénes son la fuerza social y económica que puede transformar la sociedad.

Es necesario, por tanto, reivindicar el comunismo como única salida al capitalismo. La defensa del comunismo significa también la denuncia del estalinismo, la horrenda máscara que por comunismo, hizo pasar la dictadura burocrática de la Unión Soviética. Los problemas sociales y políticos del mundo de hoy vienen dados por un sistema económico que basa su poder en el beneficio y la propiedad privada de unos pocos potentados, que amparados en la violencia del estado, someten a los pobres del mundo a la más cruel explotación. Y este sistema económico, el capitalismo, está fundado en la explotación del trabajo asalariado de miles de millones de hombres que hacen funcionar el mundo. Por eso los trabajadores son los únicos que pueden en el conflicto de clases, ofrecer una salida a los problemas del mundo de hoy. Los trabajadores, lo mismo que el capitalismo, hace décadas que han dejado de ser una fuerza constreñida en los límites de los estados. Las mismas migraciones prueban que la fuerza de trabajo es internacional y los que vivimos del salario no tenemos más patria que la solidaridad de nuestros iguales.

La transformación de la sociedad no podrá venir por medios electorales, y esta transformación revolucionaria significa la destrucción de todo el aparato de estado del capitalismo, es decir, su ejército, sus tribunales de justicia, su policía, su parlamento y construir los trabajadores sus propios órganos de poder y expropiar a la burguesía en beneficio de la humanidad. Es necesario construir una izquierda revolucionaria, y no "transformadora" en el sentido que hablan los políticos de izquierda "moderna". Esta izquierda revolucionaria, solo será posible si agrupamos, preparamos y formamos, a los militantes en la abnegación de estas ideas y ligados a la clase trabajadora.

Enero de 2001