Trabajadores franceses, argelinos o de cualquier parte del mundo: ¡mismos patrones, mismo combate!

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 3 de marzo de 2025
3 de marzo de 2025

Llueven los planes de despido, la precariedad laboral se generaliza, la presión en el trabajo aumenta para todos y la vida es cada vez más cara. ¿Y de qué hablan los políticos? Hablan de la inmigración y de los inmigrantes, a los que siempre se equipara con el peligro, ¡o incluso con delincuentes en potencia! Es tan despreciable como engañoso.

Desde luego, es más fácil halagar los prejuicios racistas y xenófobos que pedir cuentas a Michelin, Auchan o Arcelor, que están creando los parados del mañana. Y cuando los propios multimillonarios franceses ni siquiera pagan los impuestos que deberían, ¡a los políticos les resulta muy útil crear una distracción!

Ningún hospital, fábrica u obra de construcción puede funcionar sin los millones de hombres y mujeres de origen extranjero que trabajan duro por salarios irrisorios. Y ningún gobierno puede privar a los empresarios de la mano de obra que necesitan. En realidad, toda esta demagogia antiinmigración sólo sirve para ocultar el dominio y la responsabilidad de la patronal, y para dividir a los trabajadores.  

Al frente de la ofensiva antiinmigración está el ministro del Interior, Retailleau. Tras haber endurecido las condiciones de regularización de los sin papeles, restringido el acceso a los visados y cuestionado el derecho de suelo (ius soli) en Mayotte, ahora está obsesionado con Argelia y los argelinos.

La crisis entre Francia y Argelia estalló cuando Macron reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Desde entonces, una provocación ha llevado a otra. Por un lado, Argelia encarcela al escritor franco-argelino Boualem Sansal; por otro, Retailleau expulsa a un influyente argelino, al margen de todo procedimiento legal, que es inmediatamente puesto de nuevo en el avión.

Y ahora Retailleau, apoyado por Bayrou, explota sin pudor el atentado de Mulhouse, perpetrado por un esquizofrénico argelino obligado a abandonar el territorio francés, para lanzar un ultimátum al gobierno argelino.

Éste dispondría de cuatro a seis semanas para readmitir a varios centenares de personas, calificadas de «peligrosas» por Retailleau, so pena de rescindir el acuerdo de 1968.

Argelinos y franco-argelinos son, una vez más, víctimas de la competencia odiosa y racista entre la derecha y la extrema derecha. Víctimas, una vez más, de todos aquellos que nunca han asumido la independencia de Argelia y que fantasean con todo y con nada. 

Entre estas fantasías, el acuerdo franco-argelino de 1968 se presenta como un privilegio para los argelinos y una bomba de succión para la inmigración. Pero ¿dónde está el privilegio cuando la entrada en Francia está supeditada, como para todos los extranjeros no europeos, a la obtención de un visado? ¿Qué favor hay cuando cada vez hay más burocracia y el número de visados expedidos ha caído en picado?  

El alboroto en torno a este acuerdo sólo sirve para alimentar la tensión entre Francia y Argelia. Y para Retailleau, que pretende ser el líder de la cruzada contra la inmigración y el islamismo, eso es lo principal.

Todo esto es veneno para los trabajadores de ambos lados del Mediterráneo. En ambos lados, a los gobiernos les interesa la sobrepuja nacionalista para engañar a los trabajadores.

En Francia, esta nueva cruzada contra Argelia complace los prejuicios racistas y nacionalistas. Porque no es contra Trump contra quien pueden arremangarse los dirigentes franceses. ¡Pero pueden intentarlo contra Argel!

Para el presidente argelino Tebboune, también es una oportunidad para poner cara de valiente. Frente al descontento general, el régimen reprime a los opositores políticos, a los jóvenes y a los trabajadores que luchan por mejorar su vida cotidiana. ¿Qué mejor distracción que jugar con el orgullo nacional?

Dejemos que estos incitadores al odio sigan con sus maniobras. Tanto a un lado como al otro del Mediterráneo, la suerte de los trabajadores y trabajadoras es la explotación, los salarios bajos, las condiciones de vida cada vez más duras y el ruido de las botas al patear.

Sean cuales sean nuestros orígenes, nuestras convicciones o el país en el que vivamos, cuando perteneces al campo obrero, estás en el lado equivocado del palo, porque el palo siempre lo tienen los más ricos, los empresarios, los capitalistas y sus secuaces políticos. Sólo juntos, cerrando filas y mostrando solidaridad, sea cual sea nuestra nacionalidad, podremos defender nuestros intereses como trabajadores, ganarnos el respeto y ¡acabar con el orden imperialista y sus estúpidas fronteras!

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 3 de marzo de 2025