Atlántica o europea, alianza de rapiña

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 24 de febrero de 2025
24 de febrero de 2025

La reconciliación espectacular entre Trump y Putin ha dejado sin voz a muchos comentaristas. Los dirigentes europeos se sienten abandonados por la primera potencia imperialista.

Macron hace aspavientos, pretende contar en este juego, aunque Francia es una potencia de segunda fila. Pretende que Rusia es una amenaza existencial para Europa y se da aires de jefe de guerra dispuesto a mandar tropas a Ucrania y ante todo a duplicar el gasto militar.

Para desbloquear los 60.000 u 80.000 millones de euros más que llenarán las cuentas bancarias de Thales, Dassault y demás vendedores de cañones, Macron lo dice sin tapujos: “Vamos a tener que revisar nuestras prioridades nacionales.” O sea, los miles de millones más para el ejército se tomarán en el presupuesto de vivienda, de escuelas y hospitales…  La transición a una economía de guerra justificará la prolongación de la jornada laboral, el retraso de la edad de jubilación y la pérdida de días de vacaciones. Macron ha alabado Dinamarca, un país donde la jubilación va a pasar a los 70 años para financiar el ejército.

Sin embargo lo apoyan todos los partidos, empezando por la izquierda: Bompard, por LFI (partido de Mélenchon), se congratuló de que “el presidente utilice el término de no alineación”, mientras que Roussel, del Partido Comunista Francés, repite que “Francia debe hacer oír su voz”. En nombre de la defensa de la soberanía nacional, estos políticos se ponen firmes ante los generales y los vendedores de armas. Participan de antemano a la unión nacional por la guerra.

Frente a la voluntad de dominación estadounidense, afirmada con el cinismo y la brutalidad de Trump, los dirigentes europeos quieren posar como los guardianes de los valores democráticos, pero es una postura hipócrita y engañosa.

Desde África hasta Oriente Medio, no han dejado de repartirse zonas de influencia, fomentar guerras, trazar fronteras en medio de los pueblos y apoyar a dictadores que les eran útiles, y a los que dejaban tirados al día siguiente.

Si se hacen los ofendidos cuando los ladrones Trump y Putin se reconcilian para repartirse las riquezas de Ucrania, es porque ellos están apartados del botín. No tendrán acceso a los preciosos minerales, a las tierras agrícolas y el mercado de la reconstrucción de un país destrozado. Las relaciones entre Estados Unidos y los países europeos siempre han sido relaciones entre potencias desiguales en una lucha sin piedad por acaparar los mercados.

El cambio de pie estadounidense en Ucrania sorprende a los europeos, pero el objetivo de Trump es el mismo que Biden: asegurar la hegemonía estadounidense sobre el mundo. Los medios para alcanzarlo cambian según la evolución de las correlaciones de fuerzas.

En los últimos tres años, Estados Unidos ha encontrado varias ventajas en prolongar la guerra, que se viene librando con la vida de los ucranianos y los rusos: venta masiva de armas, pruebas de material en combate, control de los recursos del país, debilitamiento de los oligarcas rusos. Esta guerra también les ha permitido debilitar a los capitalistas europeos, que se quedaron sin el gas ruso y obligados a reorganizar sus mercados.

Si bien Trump hoy día deja tirados a los dirigentes ucranianos, no es por locura ni por la influencia de Putin, ni tampoco porque quiere llevar la paz al mundo a toda costa, sino porque, después de tres años de guerra, el imperialismo estadounidense ha hecho las cuentas.

Mientras el frente ya no avanza en Ucrania y el mapa ha cambiado en Oriente Medio tras los golpes del ejército israelí, Trump y su pandilla consideran útil una paz con Putin. Quieren que Putin avale y participe en su dominio sobre el mundo, un papel que el Kremlin ya desempeñó muchas veces en el pasado, en Asia, Europa o en Oriente Medio.

En el cambio de alianzas que se está realizando bajo nuestros ojos, en este pulso entre ladrones, los trabajadores no deben alinearse con sus dirigentes políticos ni sus generales.

Los políticos que se pelean por el poder, ya defiendan la soberanía nacional, la soberanía europea o el mantenimiento de una alianza con Estados Unidos, están todos de acuerdo para defender los intereses de los capitalistas. Sea cual sea la opción que escogen, todos nos pasarán la factura, mediante sacrificios financieros ahora, y mañana a precio de sangre. Oponerse al futuro sangriento que nos prepara el capitalismo empieza por negarse al enlistamiento detrás de nuestros dirigentes y rechazar los sacrificios que ellos nos prometen.

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 24 de febrero de 2025