Unos pocos días antes de la Navidad, la Asamblea nacional dio un espectáculo asqueroso: el voto de una ley de Macron-Ciotti-Le Pen contra los inmigrados. Se trata de una ley fundamentalmente antiobrera porque atacar a los inmigrados es ante todo atacar a trabajadoras y trabajadores.
Es atacar a limpiadores, obreros de la construcción, cocineros, manipuladores de carga, repartidores, cuidadores a domicilio... es atacar a trabajadores que madrugan para ganarse la vida en los trabajos más difíciles y peor pagados.
Cuando se pertenece al mundo laboral, se sabe el precio de la explotación, por lo que presentar a esos trabajadores como unos aprovechados, o incluso como unos peligros, es indignante. La ley es una bofetada a los trabajadores sin papeles que hoy mismo están currando en las obras para los juegos olímpicos, o en las cocinas de los restaurantes, y que creían las promesas de regularización de Darmanin (el ministro de Interior). Las esperanzas vienen a estrellarse contra unos requisitos aún más restrictivos.
Una bofetada a los inmigrados en situación regular, quienes ya no tendrán los mismos derechos en términos de ayudas a la vivienda y subsidio familiar.
Una bofetada a todos los inmigrados que llevan un largo tiempo instalados en el país, porque la ley elimina la automaticidad de la naturalización para sus hijos nacidos en Francia. También una bofetada a quienes, habiendo adquirido la nacionalidad francesa, creían que estaban protegidos, puesto que ahora se la puede quitar.
En realidad, Macron establece la “preferencia nacional”, un refrán de la derecha y la extrema derecha. Los demagogos llevan años repitiendo que hay que favorecer ante todo a los trabajadores “franceses de cepa”. Pero quitar una ayuda a la vivienda a los trabajadores inmigrados no aumentará la de los que tienen el DNI. Quitarles la ayuda médica estatal no creará más plazas en los hospitales.
Quitar derechos a una parte de los trabajadores nunca ha servido para dar más derechos a otra parte. Todo lo contrario: los gobiernos empiezan atacando a los más precarios para luego golpear a todos los trabajadores. Bien se ve en las empresas, donde la patronal primero ataca a los interinos, a los contratos temporales, a los empleados de las subcontratas, para luego arremeter contra los fijos.
Los millones que el gobierno se ahorra a expensas de las familias obreras siempre sirven para llenar los bolsillos de la gran patronal, porque, no lo olvidemos nunca, todos esos políticos se prosternan ante los capitalistas y los más ricos.
Las leyes de inmigración les sirven para hacernos olvidar los golpes contra todos los trabajadores, y a ocultar su impotencia para contrarrestar las crisis, la desigualdad y las guerras.
¡No caigamos en la trampa de la preferencia nacional! ¡No nos dejemos dividir entre trabajadores “franceses” y “extranjeros”! ¡Afirmemos la necesidad de luchar por imponer, todos juntos, unas condiciones dignas, frente a los únicos aprovechados que hay en esta sociedad, que son los grandes accionistas que no hacen nada útil, pero prosperan chupando de nuestra labor!
Esta ley demuestra cuánto valen los supuestos baluartes contra la extrema derecha y la derecha. Con esa promesa logró Macron que lo votaron en 2017 y 2022. Y hoy le acerca los platos a Le Pen. Ahora, los políticos hacen cola para añadir su vileza al montón de prejuicios xenófobos, en busca de votos. Se muestran una vez más dispuestos todos a girar a 180 grados por maniobras politiqueras despreciables, con consecuencias graves para millones de personas. No dudarán en dar más pasos en esa dirección.
La izquierda lleva una responsabilidad aplastante en esa evolución reaccionaria. Ella traicionó su gran promesa de dar el derecho a voto a los extranjeros; desmoralizó a los más sinceros y más combativos militantes sometiéndolos a la dictadura patronal.
¡Pero el mundo laboral sigue ahí! Porque quienes construyen los edificios, mantienen la calzada o hacen funcionar los hospitales, no son los que vomitan su odio en los platós de televisión, sino nosotros, los trabajadores que venimos de todo el planeta. Este papel en la sociedad nos da la capacidad de luchar por nuestros intereses y una vida mejor. Nadie nos lo puede quitar si tomamos consciencia de ello, y nos organizamos en base a nuestros intereses de proletarios.
Nathalie Arthaud
Editorial de los boletines de empresas del 25 de diciembre de 2023