El resultado de las elecciones ha reflejado una opinión contundente de la mayoría de las clases trabajadoras y populares: no quieren un retroceso social, no quieren la extrema derecha y la reacción neofranquista, no quieren a la derecha. La movilización masiva de la izquierda y de las clases populares en las elecciones del domingo ha dado un vuelco a las mayorías parlamentaria. El voto útil al PSOE lo ha catapultado a 122 diputados, con 7,6 millones de votos, ganando más de 2 millones respecto a las últimas elecciones. Unidas Podemos, la coalición de Pablo Iglesias con IU y otras formaciones, ha perdido 1,3 millones de votos respecto a 2016.
El PP se ha hundido. El resultado de las elecciones autonómicas andaluzas ha sido determinante. El miedo a una coalición de la derecha, con Vox como fuerza decisiva, ha sido el acicate de millones de personas que han expresado con su voto el rechazo a la derecha.
En este sentido hay que destacar el record de participación. Mas del 75% del electorado, un 6% más que en 2016, han ido a las urnas. En Madrid y Barcelona la participación ha rozado el 80%.
Ahora Pedro Sánchez tiene una mayoría que le permitirá gobernar en solitario. En la noche electoral los militantes y simpatizantes socialistas le han gritado insistentemente “con Rivera, no”.
Pero el voto útil al PSOE, incluso la mayoría de las izquierdas, no va a resolver los graves problemas sociales y económicos que desde la crisis de 2008 han hecho mella en las clases trabajadoras. En primer lugar porque tener el gobierno no significa tener el poder. El poder está en manos de los grandes capitalistas que dominan la economía y todos los medios de producción.
En segundo lugar porque Pedro Sánchez no se ha atrevido a imponer medidas urgentes de justicia social que significarían expropiar a los grandes capitalistas y banqueros sus beneficios, que han sido logrados con el robo social al mundo del trabajo. Sánchez no se ha atrevido ni siquiera a derogar la Reforma Laboral del PP y sólo ha hecho unas cuantas medidas que maquillan la desigualdad social. En tercer lugar, hay que decir la verdad. Las desigualdades sociales son provocadas por un sistema económico en crisis, el capitalismo, que vive del beneficio, de las ganancias, a costa de los trabajadores y de los más pobres.
La clase trabajadora ha expresado su opinión a través del voto del domingo. Pero esta opinión hay que mostrarla realmente en las calles, en las empresas, con la solidaridad obrera y las luchas. Todo lo que se ha conseguido en derechos obreros y sociales, desde las 8 horas hasta el seguro de paro, ha costado luchas y movilizaciones colectivas de los y las trabajadoras.
El único voto útil para los trabajadores es la lucha y la solidaridad obrera. Falta un partido de los trabajadores que represente nuestros intereses, y hay que construirlo. Por ello sólo podemos confiar en nuestras fuerzas y no en partidos que ya no se reclaman siquiera de la clase trabajadora.