Macron, fingiendo que Putin está a punto de invadir Europa, quiere poner a la Unión Europea en pie de guerra y duplicar el presupuesto militar de Francia en cinco años. Pero, ¿se preparan los tanques y cosacos rusos para entrar en Berlín o París? No, esta propaganda no se sostiene.
Putin no tiene ni los medios ni el objetivo. Si Putin invadió Ucrania en febrero de 2022, no fue para conquistar Europa, sino para frenar el avance de la OTAN, que cada vez le pisaba más los talones al integrar en su redil a los Estados bálticos y a varios países del antiguo bloque del Este. Después de tres años de guerra y cientos de miles de muertos, ¡el ejército ruso ni siquiera consiguió tomar Kiev!
Según Macron, deberíamos defender los valores democráticos y al pueblo ucraniano, traicionado por Trump y su gobierno. Pero los dirigentes europeos son tan cínicos como sus homólogos estadounidenses, aunque con menos poder.
¿Qué han hecho Francia y las demás potencias europeas en África y Oriente Próximo? Han saqueado los recursos naturales y se han repartido las zonas de influencia trazando fronteras entre los pueblos. Han apoyado a dictadores que les eran útiles, antes de abandonarlos de la noche a la mañana, como Sadam Husein o Gadafi.
Hoy, todos quieren participar en las negociaciones de alto el fuego en Ucrania, porque todos van detrás de sus famosas tierras raras, sus vastas tierras de cultivo y los miles de millones del mercado de la reconstrucción.
Jugando con nuestros sentimientos y temores, Macron intenta restaurar su reputación de caudillo y condicionarnos. Porque él sí, ¡está preparando la guerra! Y su objetivo es alistarnos y obligarnos a nuevos sacrificios.
Hoy quiere movilizarnos contra Putin. Pero la guerra comercial entre la América de Trump y Europa también hace estragos. ¿Cómo acabará este pulso? ¿Quién sabe cómo acabarán los designios de Trump sobre Groenlandia, que está bajo autoridad danesa y, por tanto, europea?
En medio de todo este ruido, tenemos que pensar más que nunca en nuestros intereses como trabajadores. ¿Quiénes son nuestros enemigos? ¿Quién ataca nuestras condiciones de vida?
Algunos trabajadores duermen en sus coches o bajo los puentes. Y si muchos temen perder sus casas, ¡no es por miedo a las bombas rusas! Es porque tienen dificultades para pagar el alquiler o la hipoteca. Es porque temen ser despedidos.
Lo que es vital para nosotros está siendo atacado a diario: nuestros puestos de trabajo, nuestro salario, nuestras condiciones laborales, nuestro derecho a la jubilación, el acceso a la sanidad y a la educación para nuestros hijos. Estos ataques no vienen de fuera. Vienen de las grandes empresas y del gobierno que las sirve. Así que no, ¡Macron no es nuestro protector! Los intereses de los capitalistas franceses no son nuestros intereses, ¡y su guerra económica no es nuestra guerra!
Desde la RN (extrema derecha de Le Pen) hasta el PCF y la LFI (partido de Mélenchon), todos los partidos aprueban la transición a una economía de guerra. La izquierda ha abandonado toda referencia a la lucha de clases y, al igual que la derecha, pretende seguir los pasos del general De Gaulle y su soberanismo. Al igual que Macron, ¡ya nos hacen cerrar filas detrás de generales entregados a banqueros e industriales en nombre de la defensa de la patria!
Pero en esta patria hay explotados y explotadores. Hay capitalistas multimillonarios que se empeñan en convertirnos a todos en trabajadores con un salario mínimo y en destruir los pocos servicios sociales que aún existen. En este país hay una guerra oculta: la guerra que libran las grandes empresas por sus beneficios contra el mundo del trabajo y la sociedad en su conjunto.
Si no nos defendemos de la gran patronal y de sus lacayos políticos, o peor aún, si nos unimos tras ellas como nación, nos condenamos a ser primero carne de explotación y luego carne de cañón.
No hay dinero para escuelas, hospitales públicos o transportes, ¿pero miles de millones para los mercaderes de la muerte? Incluso antes de que estemos oficialmente en guerra, los vendedores de armas ya están viendo cómo se disparan sus beneficios. Tan pronto como se hizo el anuncio de Macron, las acciones de Thales y Dassault se dispararon. Y el gobierno pregona la rentabilidad de invertir en la industria bélica. ¡No debemos acceptarlo! ¡Debemos exigir la requisición de todos los beneficios de las empresas de armamento y el control obrero de las cuentas de las empresas de guerra! ¡Debemos denunciar a nuestro propio gobierno como el principal perpetrador de la guerra!
Nathalie Arthaud
Editorial de los boletines de empresas del 10 de marzo de 2025