Contra los cierres y despidos: ¡esta lucha tiene que convertirse en la lucha de todos!

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Textos del semanario Lutte Ouvrière - 25 de noviembre de 2024
25 de noviembre de 2024

Seamos obreros o empleados, del sector público o privado, el gobierno y la gran patronal no nos dan tregua. Tras el robo de dos años de pensiones y el repentino aumento de los precios, ¡ahora llegan los despidos masivos!

Ya se han anunciado 200 cierres de fábricas. Y eso sin contar los cientos de pequeños proveedores y subcontratistas arrastrados por las grandes empresas. Se prevén 150.000 o incluso 200.000 despidos en los sectores de la automoción, la química, la siderurgia, el comercio minorista... Se trata de un ataque de gran envergadura.

Pero no hay nada inevitable en ello. Las empresas responsables -Michelin, Auchan, Bosch, Valeo, etc.- son grupos extremadamente ricos cuyos accionistas están sentados sobre montañas de capital. Disponen de los medios financieros necesarios para garantizar el empleo y la paga de todos sus trabajadores. Pueden repartir la producción entre las decenas, incluso centenares de fábricas que poseen en todo el mundo y preservar todos los empleos.

¿Les costaría dinero? Sí. ¿Reduciría su tasa de rentabilidad? Sí. Pero, ¿dónde dice que tienen que sacar un margen del 8, 10 o 15%? El año pasado, Michelin obtuvo un beneficio de 2.000 millones y distribuyó 900 millones entre sus accionistas.  Pues bien, ¡que tomen algo de esos dividendos!

Las fortunas de los grandes accionistas, las familias Michelin, Mulliez y Peugeot, ascienden a decenas de miles de millones. Si no reciben dividendos durante unos años, no se verán privados de nada. Seguirán sobrevolando el planeta en jets privados, poblando palacios de lujo y derrochando miles de euros en una sola velada.

Pero en Cholet, si Michelin cierra y el paro hace estragos, ¿cuántos trabajadores ya no podrán devolver sus préstamos, pagar la educación de sus hijos o mantenerse calientes? ¿Cuántos acabarán con pensiones miserables? Una pobreza que también afectará a los artesanos, comerciantes y pequeños agricultores ya estrangulados por la caída del consumo y por los préstamos contraídos durante el Covid.

Los fabricantes dicen estar en «crisis». Se dice que la crisis está causada por las débiles ventas de coches eléctricos en Europa, la competencia de China y los altos precios de la energía. De hecho, la burguesía europea está siendo sacudida por sus competidores de China y de los Estados Unidos.

Pero en esta crisis, las grandes empresas aún no han perdido nada. Para no perder ni un céntimo, se están volviendo contra cientos de miles de trabajadores. Por eso también están reorganizando su sistema de producción deslocalizando o retirando su capital de las empresas que no consideran suficientemente rentables. Así que no hay que dejarse engañar por la gran patronal. No sólo llora con la boca llena, sino que ha declarado la guerra a todo el mundo del trabajo.

No nos dejemos engañar por quienes prometen luchar contra la competencia «desleal» y promueven el proteccionismo. La competencia siempre es vista como desleal por los perdedores, especialmente los más pequeños, que siempre acaban siendo devorados por los más grandes. El problema es el principio mismo de la competencia, porque es la ley de la selva.

Las grandes empresas defienden con uñas y dientes esta jungla económica. Son los principales actores y los principales beneficiarios. Porque, junto con la propiedad privada de las empresas, la competencia es la base del capitalismo. Para los grupos más poderosos, es una fuente de enriquecimiento sin fin y un medio de hacer competir a los trabajadores de todo el mundo para explotarlos cada vez más.

La retórica política sobre la reindustrialización y el proteccionismo no es más que demagogia. Los capitalistas se juegan nuestros empleos y nuestras vidas en el casino mundial de las finanzas para sus propios intereses parasitarios. Nuestra única protección es nuestra rabia, nuestro espíritu de lucha y nuestra organización.

En algunas fábricas amenazadas de cierre hay luchas, paros y huelgas. Los obreros que luchan por sus puestos de trabajo y sus salarios tienen razón. Pero no debemos dejarles solos. Los despidos afectan a tantos sectores y regiones que todos sufriremos las consecuencias. Por tanto, ¡esta lucha debe convertirse en la lucha de todos los trabajadores!

La movilización general no puede decretarse, sobre todo después de años de retrocesos. Pero las grandes empresas no nos dejan otra opción. Tenemos que luchar con la convicción de que no estamos condenados a someternos a los dictados de una minoría rapaz. Todo es cuestión de correlación de fuerzas. Y como el mundo del trabajo lo produce todo e impulsa todo en la sociedad, ¡puede y debe imponerse!

Nathalie Arthaud

Editorial de los boletines de empresas del 25 de noviembre de 2024