En los momentos que este artículo escribimos, 3000 personas mueren a diario en India, por Covid y se contagian más de 360.000. Faltan respiradores, plazas de hospital, los crematorios no pueden con tanto y hasta los cadáveres tienen que esperar. En el mercado negro se venden las botellas de oxígeno a precios prohibitivos para la población en general y los trabajadores. La situación es de película de terror, tal y como los medios la describen; estos nos informan que la variante india es mucho más contagiosa y que el Estado se muestra incapaz de mejorar la situación.
Evidentemente, aunque la variante india sea peor, no hay por qué dudarlo, el problema no es sólo el virus; la situación desesperante que se está dando en India también es un crimen social tanto de su gobierno, que relajó las medidas sanitarias anti Covid de forma temeraria, como del resto de países imperialistas, España incluida, que se han negado a firmar acuerdos por la liberalización de las patentes.
Efectivamente el gobierno indio tiene una gran responsabilidad en estos contagios y en estas muertes; está en manos de un partido nacionalista religioso capaz de organizar pogromos con una mano y privatizaciones con la otra, y que ha dejado en la indigencia a millones de trabajadores, con los cierres de empresas. Los nacionalistas en el poder permitieron que se celebraran grandes concentraciones religiosas hace unas semanas.
Ellos mismos celebraron mítines políticos, sin apenas medidas sanitarias.
Siendo India la “Farmacia del mundo”, en el sentido que allí se hacen casi el 60% de todas las vacunas existentes a nivel mundial, en estos momentos su nivel de vacunación es muy bajo, 2 de cada 60 habitantes; hay que tener en cuenta que es el segundo país más poblado del planeta, así que la cifra de inmunizados es mínima. Sin embargo, el país cuenta con una red bien desarrollada de empresas farmacéuticas, fabricantes de todo el mundo, y también tiene gran capacidad para producir vacunas llamadas de “bajo coste y alta calidad”. Pero las vacunas anti Covid que disponían están agotándose. Las ganancias de las grandes empresas farmacéuticas van por delante de la vida de millones de personas.
La protección de la propiedad privada, en este caso las patentes, es la prioridad. Como siempre, los dividendos del capitalismo se sitúan delante de las vidas humanas. Y esto no es una mera declaración: los dividendos repartidos entre los accionistas de los laboratorios dueños de esas patentes ascienden ya a más de 20mil millones de euros, el equivalente a suministrar dosis nada menos que a toda África. Un negocio redondo, pues la mayor parte de la financiación de la investigación corrió a cargo del dinero público; en el caso de AstraZeneca nada menos que el 97% de los fondos totales.
Teniendo en cuenta que India es el mayor fabricante de vacunas del mundo, su capacidad está infrautilizada debido a los derechos de propiedad intelectual de la vacuna. A pesar de la catastrófica situación sanitaria por la que atraviesa el país, agravada por el negacionismo de Modi, los principales países imperialistas como Reino Unido, Estados Unidos y los países de la Unión Europea siguen oponiéndose al levantamiento de patentes. Si se compartiera el conocimiento las fábricas de producción en India se podrían poner a funcionar. Por todo esto, la crisis sanitaria en India es un ejemplo brutal de la irracionalidad del sistema capitalista.
Mientras la pandemia sanitaria está dando lugar a una verdadera pandemia de despidos, los gobiernos priorizan preservar los beneficios de la burguesía. Los ataques contra la clase obrera, el retroceso en las condiciones laborales, los despidos… se suceden y recrudecen por todo el planeta, ahondando la crisis social en la que muchos países están inmersos.
Al mismo tiempo, y es lo más cínico y repulsivo, los 1000 millonarios del planeta tan sólo en unos meses han recuperado sus niveles de beneficios de antes de la Covid19. “Pese a la pandemia, fue un año de récord para los más ricos del mundo, con un aumento de US$5 billones en riqueza y un número sin precedentes de nuevos milmillonarios”, señala Kerry A. Dolan, editora de Forbes.
Y estas riquezas son posible gracias a todo l@s que construyen, fabrican y consumen l@s trabajadores del mundo. Son los que hacen funcionar toda la sociedad. Por cierto, afirmar esta fuerza inmensa de los trabajadores de todo el mundo, es el sentido del 1º de Mayo. ¡Viva la lucha de la clase obrera!